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  EL QUIJOTE AÑO 2012
  Culturales
 



29 Septiembre de 2012
Publicado Por Revista Cabildo N°98
Mes de Septiembre 2012-3era.Epoca
PRESENTACIÓN DE LIBROS

Enrique DÍAZ ARAUJO
Reflexiones a Propósito de la Presentación de un Libro

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HACE veintitrés años que aconteció el último suceso de la etapa armada de la Revolución Marxista en la Argentina. Ese ciclo, que se había abierto veinticinco años antes en Salta, con el EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo), se cerraba en La Tablada, con el MTP (Movimiento Todos por la Patria). El primer jalón guerrillero se plantó durante el gobierno constitucional de Arturo Umberto Illia y el final durante el gobierno constitucional de Raúl Ricardo Alfonsín.
En la difundida versión oficial, la violencia revolucionaria se justificaba porque habría ido dirigida contra los gobiernos "de facto", o dictaduras castrenses.
Entonces, la primera restitución de la verdad histórica la otorga la cronología: en 1964 y 1989 no gobernaban los militares, sino Presidentes civiles electos democráticamente. Una contradicción tan notoria mueve enseguida a la indagación de esa realidad tergiversada, sobre todo del episodio más reciente.
Eso es, precisamente, lo que ha hecho cumplidamente el joven (37 años) licenciado en historia Sebastián Miranda, con su libro: "Los secretos de La Tablada. La última acción armada de la guerrilla en la Argentina" (Buenos Aires, Ediciones Buen Combate, 2012, 376 páginas). Obra que tuvimos el gusto de presentar el viernes 15 de junio del 2012, en el Centro General Belgrano de la ciudad de La Plata.
Por razones de espacio, acá sólo intentaremos resumir los fragmentos principales de la parte general de dicha presentación, referidos a la suerte del Nacionalismo Argentino, que precedieron a la exposición de los temas especiales del libro mismo (asunto que abordareos en otra ocasión). Aclaramos, obviamente, que la visión que trazamos de ese Movimiento Político-Cultural, nos pertenece en exclusividad y no compromete a la revista donde se reproduce.
En ese proemio puntualizamos una decena de asuntos, a saber:
1°. La Argentina vive en su crisis nacional más profunda. Es un país envuelto en su propia crisis. Algo que no sucede, vgr., en Holanda o Suecia. Ni tan siquiera en Chile o Uruguay. Eso se advierte con la ausencia de continuidad gubernamental. Cada gobierno, al asumir, anuncia que va a partir de cero, y pone todo —la Constitución, las instituciones, la educación, la prensa, la economía, etc.— en controversia. ¿Por qué?
2°. Porque este es un país fracturado y asediado. Fracturado internamente por imposiciones ideológicas negadoras de su pasado legítimo. Asediado, por las fuerzas imperialistas foráneas. Aún en Iberoamérica, que, en general, padece de esos males, su caso es excepcional. Tal vez Bolivia, entre los vecinos, se asemeje. Sin embargo, el nuestro es más llamativo porque la Argentina no debiera sufrir una crisis tan prolongada, desde que se trata de una gran nación, el octavo espacio geopolítico del mundo. Una tierra que inclina a sentir con su poeta mayor "el indoblegable orgullo de ser argentino" (Leopoldo Lugones). ¿Cómo se crea esta situación paradojal?
3°. Es imposible entender el estado de la Argentina sin recurrir al conocimiento histórico. Sin reflexionar sobre las consecuencias de la batalla de Pavón, de setiembre de 1861. Cuando los "vencedores" repudiaron todo su pasado real: su tiempo fundacional hispánico y su período criollo independiente. Y reinventaron sus efemérides; obra de los historiadores Mitre y López, y que adoctrinaron dogmáticamente en el liberalismo (afrancesado en lo cultural, anglofilo en lo político y económico y yancófilo en lo jurídico constitucional), ideólogos como Alberdi y Sarmiento. Sin remontarse hacia atrás, hasta desatar aquel nudo pretérito, no hay posible solución presente. Porque tal dato fue la premisa mayor, de la que se siguieron las menores y sus consecuencias modernas. ¿Cuáles?
4°. La etapa contemporánea de la crisis. Ante el fracaso de la "Causa Reparadora Radical", se abrió, en 1930, el proceso de cuestionamiento completo. Debe tenerse presente que a partir de ahí, la exacción imperial británica se tornó exorbitante, y que a ella, en "el festín de fieras" que se convirtió la nación (Julio Irazusta), se acoplaron con su ímpetu conocido los demócratas del "Gran País del Norte",
Entre las tesis propuestas para salir de ese lodazal hubo dos que no obtuvieron éxito político, pero que aventajaron de lejos a las balbuceantes teorías de la subsistente partidocracia liberal (conservadora, peronista, militar, radical, desarrollista, etc.); la cual, para pervivir en su ruina, tuvo que apoyarse cada vez más en sus soportes anglo-yanquis.
Esas soluciones contestatarias se dieron a izquierda y derecha del sistema.
Hacia la izquierda, se avistó el campo amplio del marxismo-leninismo, potenciado por la Tercera Internacional y el ascendente Imperio Soviético.
De consiguiente, a la fractura histórica introducida por el Liberalismo, en adelante se añadiría el asedio comunista.
Luego, quien no quisiera sucumbir a ambas asechanzas imperialistas, la anglosajona y la soviética, tendría, quieras que no, que combatir en dos frentes. Difícil, pero buen combate.
5°. Hacia la derecha, se generó el Nacionalismo. Éste nació para defender todos los intereses argentinos amenazados desde afuera y adentro. Por lo mismo, fue correlativo del Renacimiento Cristiano (Congreso Eucarístico Nacional de 1934), del Hispanismo (cuya esencia igualitaria conjugó Ramiro Maeztu en Buenos Aires, junto a los jóvenes de "La Nueva República"), del Revisionismo Histórico (con el Instituto Juan Manuel de Rosas, y las obras de V. Sierra, J. M. Rosa, M. Calvez, F. Ibarguren, A. Ezcurra Medrano, R. Font Ezcurra, C. Steffens Soler, R. Marfany, el P. G. Furlong y tantos más), con el Antiimperialismo (a partir de los trabajos de los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, Raúl Scalabrini Ortiz, Juan Pablo Oliver, y Adolfo Silenzi de Stagni, entre otros), con la Literatura de excelencia raigal (con Manuel Galvez, Hugo Wast, Leopoldo Marechal, Francisco L. Bernárdez, Juan Alfonso Carrizo), con la restauración Tomista con la obra de los Cursos de Cultura Católica, y la prédica de los Padres J. Meinvielle, L. Castellani, O. Derisi, J. R. Sepich, y laicos como Nimio de Anquín, César Pico, Jordán Bruno Genta y Tomás Casares), con los grandes ensayos de la ciencia política (de Ignacio B. Anzoátegui, Ramón Dolí, Ernesto Palacio, S. W.
Medrano, J. M. de Estrada, R. Laferrére, H. Llambías, M. Etchecopar, J.C. Goyeneche, R. Martínez Espinoza, C.A. Disandro), con la economía no monetarista (con Walter Beveraggi Allende), con sovietólogos como Alberto Falcionelli, con la pintura (de J. Ballester Peña y Juan Antonio Spotorno) y la difusión de ese pensamiento por órganos de prensa desde "Criterio" a "Presencia".
Durante tres décadas continuó su ascenso hasta dar en su cénit popular con la aparición de ese gran semanario que fue "Azul y Blanco" 1956, dirigido por Marcelo Sánchez Sorondo), que llegó a tirar cien mil ejemplares semanales. La Generación de 1930/50: ¡una maravilla, casi única en Iberoamérica en el siglo veinte! Pléyade que libró y ganó la batalla cultural en todos los órdenes.
6°. Al promediar el siglo XX, otros tomamos la posta. Fue una Generación que podríamos denominar de Carlos Sacheri, porque él era el mejor de todos nosotros, y por eso fue asesinado por la guerrilla marxista (como lo fuera también don Jordán Bruno Genta). Élite que se expresó en diversos órganos (como "Cabildo", "Ulises", "Patria Argentina" y otros).
No nos faltaron filósofos de talla, como Alberto Caturelli, el Padre Alfredo Sáenz, Guido Soaje Ramos, Rubén Calderón Bouchet, Félix Adolfo Lamas, Mario Sacchi, Abelardo Pithod, Emilio Komar, Federico Mihura Seeber, Mario Caponnetto.
O juristas y filósofos del Derecho como Héctor Hernández, Guillermo Borda, Bernardino Montejano Jorge J. Llambías.
O historiadores como E. O. Acevedo, J. C. Bohdziewicz, E. Zuleta Álvarez, P. S. Martínez, M. G. Saravi, H. Petrocelli, J. M. Ramallo, Elena Bonura o Antonio Caponnetto.
O poetas como Jorge Vocos Lescano, Juan O. Ponferrada, Osvaldo H. Dondo.
O escritores, literatos y periodistas, como Ricardo Paz, Roque Raúl Aragón, Patricio Randle. Aníbal D'Angelo Rodríguez, Víctor Eduardo Ordóñez, Rafael Breide Obeid, Jorge Ferro, Juan Luis Gallardo o Ricardo Curutchet.
O economistas, sociólogos, juristas y geógrafos como Marcelo Ramón Lascano. Bargalló Cirio, M. Fuschini Mejía, Roberto Brie, E. Mac Donagh, Federico Daus).
O quienes emprendieron empresas políticas, como aquí en La Plata, nuestros queridos amigos Horacio Aragón y Octavio Agustín Sequeíros.
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O, en otro plano, quienes consiguieron fundar órdenes religiosas, que contradiciendo al muladar local, se proyectaron al mundo. Amén de otros sacerdotes de esclarecida doctrina, como los dominicos Alberto García Vieyra, Mario Petit de Murat, Domingo Renaudiere de Paulis, Domingo Basso. Y no seguimos citando para no cometer injusticias. Si hemos enumerado a algunos es para acreditar la subsistencia del impulso que nació en 1930.
Lo seguro es que con decoro pudimos mantener en alto el testimonio recibido. Máxime si se tiene presente que enfrentamos nuevos enormes desafíos, como los ocasionados por los desacreditados gobiernos militares, la crisis mundial del catolicismo, la derrota de Malvinas, la difusión universal del Comunismo y de su pujante versión americana.
7°. La guerra reuolucíonaria constituyó el nuevo y notable factor adversario. Realmente avasallante; porque sojuzgó mediante infiltración a todos los partidos, dominó la prensa, las universidades, el cine, y el teatro, y se enseñoreó de la televisión y la literatura.
Al respecto, debe recordarse que preexistió una etapa stalinista. del PC, guiado sin tapujos desde la Unión Soviética, y que sus críticos neo-marxistas llaman "burocrático", porque se habría contentado con ser la tolerada izquierda del régimen oligárquico.
Más allá de su influjo real en la Argentina, lo cierto es que hasta 1991, cuando se arrió la bandera roja de la hoz y el martillo del frente del Politburó en Moscú, el Imperio Soviético hizo temblar al mundo occidental. Hoy las personas menores de veintiún años no tienen idea de la zozobra que produjo aquel denominado "Nuevo Islam" de la Casa Rusia, con sus poderosos armamentos convencionales y atómicos; sus Gulag y su KGB.
8°. Lo que sucede es que la etapa siguiente, la de la guerrilla castro-guevarista, por su proximidad americana, sus disfraces populistas, sus acciones armadas espectaculares, su explotación de la utopía, y sus apoyos mediáticos burgueses, tuvo una recepción mayor en las juventudes universitarias que la del período stalinista. De esa suerte, Montoneros, dice Gillespie, se convirtió en la guerrilla mayor del mundo; pero tanto esa OPM (organización político-militar) como su par del ERP-PRT, fueron manejados estratégica y operacionalmente desde La Habana. El Departamento América, dependiente del Comité Central del Partido Comunista Cubano, causó estragos en Iberoamérica, aunque sólo lograra imponerse en Nicaragua, y por un corto lapso.
Lo real es que en la Argentina, desde 1964 (Salta, EGP) hasta 1989 (La Tablada, TPP), el revolucionarismo armado mantuvo en vilo al país.
9°. Y aún ahora, desaparecida la U.R.S.S., venida a menos Cuba, sus remanentes trasvestidos continúan dando batalla. El comunismo hizo de la necesidad virtud; por eso, el sandinismo nicaragüense habló de una hegemonía al modo gramsciano, antes que de monopolio stalinista.
Así, en la Argentina del último tiempo, dejó las armas porque ganó las elecciones (enmascarado de peronismo), y desde el poder absoluto, en nombre del "progreso", arrasó a todos los focos de resistencia que halló a su paso, especialmente los bioéticos naturales y familiares. Para ser consecuente con su internacionalismo medular, se apegó a las órdenes del dueño del petróleo del lago Maracaibo, quien lo proveyó de dólares en forma clandestina. De esa manera, dio con la meta de los jóvenes idealistas: tener el corazón a la izquierda y la billetera a la derecha. Millonarios comunistas, como la pareja reinante. El neo-montonerismo no ha instalado una cultura diversa, pero sí ha deshecho la civilización anterior del país, batiendo records mundiales en las cuatro íes (indefensión, inmoralidad, inseguridad e inflación). Con sus mitos redoblantes ha poblado el aire austral de un smog irrespirable, gobernando (o desgobernando) una nación donde, en la frase antológica de Antonio Caponnetto, "Los jueces administran burdeles".
10°. En ese panorama desolador, los antiguos nacionalistas parecían otros tantos desaparecidos. Como si la trituradora kirchnerista nos hubiera molido a nosotros también. No es que hubiéramos bajado los brazos, desde que nuestra causa es "ínasequíble el desaliento" (José Antonio). Ni que hubiéramos caído en el error; puesto que siempre nos hemos apegado a la Verdad, trascendente y temporal (neciamente se nos ha acusado de querer "ser dueños de la Verdad"; cuando sólo aspiramos a que la Verdad se adueñe de nosotros). Nada de eso. Pero la situación semejaba a un extenso desierto de indiferencia y corrupción, erial donde no podrían germinar nuestros mensajes.
Pues, no es así. La Resistencia Cultural, que se inició hacia 1930, sigue viva é intacta aquí. Una prueba al canto la constituye el libro "Los secretos de La Tablada", que vamos a presentar.
Quien lo lea, con la atención que merece esta empinada obra del joven autor, verá que no está muerto quien pelea. Trabajo serio, metódico, claro, reflexivo, con una investigación en las fuentes, merece inscribirse, sin desdoro, en nuestra diáfana tradición intelectual. En la línea de los excelentes libros de Guillermo Rojas "Años de Terror y de Pólvora", 2001 y "30.000 desaparecidos", 2003, y los documentados artículos de Adolfo Muschietti Molina. Y, entonces, concluida su edificante lectura, recuperado el optimismo sobre nuestra suerte cultural, Ud., lector, podrá repetir con nosotros: ¡Larga vida a la causa nacional! •

 
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