QUIJOTE SIGLO XXI - (www.elquijotesiglo21.es.tl)  

 
 

   
  EL QUIJOTE AÑO 2012
  Nacionales
 






27 de Septiembre de 2012
Publicado en Revista Cabildo N°98
Mes de Septiembre de 2012-3era.Epoca
NACIONALES
Miguel DE LORENZO
Derechos Casi Humanos


AUNQUE la realidad índica que se trataría de una búsqueda incierta, igual —nos dicen algunos— sería posible, por lo menos teóricamente posible, encontrar en alguno de los K, conductas o actitudes propias de los hombres comunes. Por qué no pensar, insisten los antropólogos más audaces, que habrá por ahí, semioculto en los sumideros, un ser benévolo y justo, o una persona misericordiosa y afable que, por obra y gracia de la mayor contradicción posea alguno de esos dones y al mismo tiempo se diga K.
Andábamos entrampados en esas cuestiones, cuando llegó en auxilio nuestro, Aníbal, el exégeta del espanto K, quién en la radio admitió que ''ellos (los K) no eran hombres comunes". Ahora bien, la tremebunda confesión ratifica alguna de nuestras peores sospechas. Porque, si no son hombres comunes, ¿qué son?
Repasamos y rastreamos en el pasado en busca de respuestas a esa cuestión absurda y en esa búsqueda tuvimos que llegar lejos, tanto como para toparnos con el viejo Ovidio. Porque es él quien cuenta acerca del minotauro, que en cierto modo es lo que más se aproxima a un K. Dice la mitología que el minotauro fue engendrado como consecuencia de una venganza atroz. Se trataría nada menos que del hijo de una reina y un toro blanco, un ser brutal, violento y despiadado, mitad hombre y cabeza de bestia, que además se alimenta de carne humana.
No sería exagerado pensar que estos tipos que se dicen anormales sean, de alguna manera, los descendientes de aquel minotauro.
Viéndolos actuar sería peliagudo diferenciarlos del mítico monstruo, porque lo que hacen los K no es menos atroz, que aquellas "hazañas" que relataba Ovidio.
Tanto avanzaron, tan suya han hecho la infamia, que ya no se molestan en esconderla. Por el contrario, profesan un cinismo ostentoso, de modo tal que los mismos que destruyeron las instituciones, hablan de la buena salud de la república; los que mienten a destajo y engañan y falsifican todo, esos, a la vez, hablan de verdad y memoria; los que saqueando y robando al país acumulan fortunas, hablan de honestidad y de redistribución...
Si hasta en aquel dato, levemente monstruoso, de alimentarse de carne humana, se revelan malignas coincidencias. Si no fuera así, cómo se entendería la venganza despiadada contra tantos militares que enferman y mueren en las cárceles sin asistencia médica. Es inocultable, allá van los K en busca de la libra de carne, la misma libra que exigía el Mercader de Venecia a su deudor Antonio. En esa línea, el mercader Shylock confesaba "El odio porque es cristiano, pero mucho más todavía, porque presta dinero gratis y hace así descender la tasa de la usura en Venecia".
Es clara la simetría con los argumentos que usaron los K en Santa Cruz para instrumentar su odio y enriquecerse, exactamente como el judío de la obra de Shakespeare. Los años del sur pasaron; esos argumentos, temo que no.
Shakespeare retrata a Shylock como un "un diablo cruel" que se niega a la clemencia; clemencia que a lo largo del drama, le piden de mil maneras distintas y a todas rechaza. Entonces el gran inglés señala con acierto que: "el poder terrestre se aproxima, tanto como es posible, al poder de Dios, cuando la clemencia atempera la justicia".
Volviendo a la mitología, cuentan que el monstruo, que despreciaba la misericordia, se hizo cada día mas perverso y más incontrolable, hasta que llegó a Creta el joven Teseo que penetró en el laberinto donde vivía el minotauro y lo mató con su espada.
Me aseguran que la espada del bravo Teseo, no se ha movido de la lejana Creta, y hasta es mejor que así sea, porque el juez Torre lo metería preso por atentar contra los derechos casi humanos de los minotauros.
De cualquier manera ,en este caso, la solución, si es que con ayuda de Dios la encontramos, dependerá de nosotros, y poco tendría que ver con la espada, o con la prudencia. Si nos guiamos por aquella enigmática frase que Tolkien pone en boca de Gandalf: "La prudencia aconsejaría reforzar las defensas y esperar el ataque. Yo no aconsejo la prudencia. Dije que la victoria no podía ser conquistada por las armas. Confío aún en la victoria, ya no en las armas". •


3 de Agosto de 2012

Revista Cabildo N° 97
Mes de Julio 2012- 3era.Epoca

La Argentina Actual Vista Dentro de Cien Años
Por: Flavio Infante


Si en los decretos de la Providencia estuviese el acordarle suficiente plazo aún al mundo (supongamos, unos cien años) como para que algún estudioso de nuestro pasado intentara en aquella sazón reflejar sucintamente lo ocurrido en la Argentina a grupas del cambio de milenio (estertores del siglo veinte e inicios del veintiuno, con pareja perspectiva temporal a la que hoy tendríamos para referirnos, v.g., a la promulgación de la Ley Sáenz Peña), creemos que sus palabras podrían ser más o menos como las que siguen.
Conste que, saturados de los datos de la fantástica degradación a que está sujeta la cosa pública, cegados por los detalles —a cual más escabroso— que nos impiden mirar en globo y recapitular, no seríamos nunca capaces de una síntesis como la que aquí trascribimos. Sínteis que, con ser tal, no asegura una asepsia, digamos, a lo José Luis Romero, sino que trasuda calificaciones y hasta bromas, tanto como para que la historiografía cuente con el adobo de un buen chupín o el amable picor de la grapa bebida junto al fuego.

La rápida desintegración de la sociedad argentina, obrada a un ritmo lo bastante vertiginoso como para azorar incluso a los escrutadores de los procesos fermentativos en sus más violentas fases, tal como los exhibe el laboratorio, parece comentar aquel célebre verso de Esquilo: "cuando el hombre corre desatentado a su destino, hasta el cielo se le junta y lo ayuda a despeñarse".
Hablamos de un movimiento inexorable, como de crisis en crisis,en el que dos o tres generaciones sucesivas parecen haber sentido algo así como la fascinación de su propia ruina, y hacia ella corrieron anhelantes. Caída en picada, confluencia descendente —como en embudo o tolva— de múltiples prevaricaciones, de culpas no reparadas, gravitantes todas hacia idéntico y fatal término.
Lo de Menem, después de la infame gestión de Alfonsín, fue la entronización festiva de un inmoral, de uno capaz de llevar hasta la exasperación las peores disposiciones étnicas que le incumben.
En efecto, a ese fasto irresponsable, a ese despotismo con pompa típico de los países de la medialuna, sus contemporáneos no tardaron en motejarlo como a "emirato", "califato", y otras denominaciones semejantes con nota de bálsamo y huríes.
Con él la sociedad argentina, tocada de un nihilismo que la iría a parasitar hasta el desangre, le concedió las riendas del Estado a un mero sinvergüenza, a uno de esos hombres que han revesado el orden jerárquico de sus facultades, poniendo a la inteligencia, devenida astucia, al servicio de los apetitos inferiores.
Hasta aquí ya hubiera bastado para que el "pueblo soberano" rectificase aprisa sus veleidosas opciones. Pero, con ser el nuevo ungido por las masas una personalidad de muy otro cuño que su predecesor (tan desfachatado el uno como timorato el otro, en pendular vaivén de estilos), su acción de gobierno o, por mejor decir, su inacción, llevaron a su término previsible la dilapidación que aquél comenzara.
La calcárea quietud de De la Rúa ante el desmadre creciente (crisis económica, corrupción galopante, frivolidad y nepotismo descarados en la función pública) acabó por irritar a una ciudadanía que no se distinguía precisamente por su aversión a la injusticia. No, no cabían dudas: lo de "Chupete" no era ataraxia, aplomo y pulso firme ante el inminente naufragio. Lo suyo era imbecilidad sin más. Corrido por las mareas humanas enardecidas ante la confiscación de sus ahorros, De la Rúa cumplió apenas la mitad de su mandato, comprobando a su peculiar manera (que había sido la de María Estela M. de Perón) aquello de que "de los laberintos sólo se sale por arriba".
Usando de licencia léxica, diremos que su período prescindencial fue completado por Duhalde, de cuyo gobierno sé recordarán muy pocas cosas. Una: el haber profundizado la estrenua obra de prostitución del electorado, armándose de patotas de adeptos, bandas de ocio¬sos y delincuentes que, a fuer de peronistas ingénitos, estarán en adelante siempre listos para ofrecerse como soporte numérico al mejor postor. Al fin de cuentas, éstos y los candidatos a los cargos públicos se necesitaban mutuamente. Otra: el haber promovido a un sucesor a quien candidamente supuso lo bastante dócil como para garantizarle un mandato encubierto, el ejercicio real del poder en las sombras.
Y acá viene lo notable. Porque de la Argentina de aquellos años no podrá negarse la estrecha conformidad con el declive espiritual de todo Occidente—declive como en espiral— iniciado en los lejanos años del nominalismo y culminante en la revolución moderna, cuyo desenvolvimiento conoce varios sucesivos hitos.
La negación de las propias raíces cristianas y la embestida contra el orden natural eran más o menos simultáneas a una y otra orla del Atlántico, tanto en la Constitución de la Unión Europea como en los contenidos de nuestra escuela laica y obligatoria. Lo que testimonia, junto con una pluralidad de concausas, la eficacia del programa deletéreo aplicado aquí y allá por los ingenieros orbitales de conciencias. Pero en nuestro caso interviene un agravante que imprime un mayor dramatismo al derrumbe.
Kirchner fue, como Menem, un sujeto inescrupuloso atento a su solo provecho. Y pese a lo que con sus bravatas hubiese querido hacer creer, fue, tal como Menem, un agente eficaz de las políticas de trasiego dé nuestros recursos pergeñadas en despachos transoceánicos: hasta aquí, ninguna distinción sustancial.

Si el riojano había dejado deslizarse al país pendiente abajo en todo cuanto no tocara directamente a las órdenes dimanadas de afuera, esto fue por propia incuria o inadvertencia, o bien por obediencia servil a programas que él no establecía: demasiado ocupado estaba en garantizarse un regio pasar y en agradar al amo.
La novedad de Kirchner consistió en aplicar un demoníaco apetito de destrucción a las instituciones de la patria, a todo aquello en lo que reconoció la brasa todavía humeante de la vieja Argentina. Hizo mucho más de lo que se le pedía, porque de nosotros se bastaban con la minería, la pesca, los cereales y los intereses de la impagable deuda, y —después de la imperdonable osadía de Malvinas— con el desarme: él concedió todo esto, y por gratuita añadidura les abrió a sus compatriotas el abismo de par en par.
Si odió a los hombres de campo, no fue por la ambición de riquezas de tanto estanciero: él también padeció esa ambición, ¡y cómo!
Los odió como el macilento y larval burgués odia el testimonio de la vida aj raso, de la huella que el sol y el viento y las heladas imprimen en la piel y en el temple.
Los odió porque, aunque transformados a instancias de un cambio en la producción y en la demanda de bienes, los hombres de la tierra son, desde el tiempo de las vaquerías, nuestro agente social primario, y esto sí que ha permanecido invariable en un país que goza del bien de la extensión.

Si odió a los militares, no fue por los muchos que, de entre ellos, depusieron toda honra y acometividad: esto es, ciertamente, detestable. Los odió como el apoltronado y cobarde burgués odia al que es capaz de ofrendar su vida por un bien que lo trasciende.
Si odió a la Iglesia, no lo hizo por el aseglaramiento del clero ni por la nauseabunda tibieza de los bautizados. La odió certeramente en su santidad, con ese instinto infalible (especie de hierognosia sin objeto) que los endemoniados tienen para reconocer el bien y calibrar la persecución.

Él y los suyos (y su esposa luego viuda, que heredó el cargo) odiaron cordialmente a la Argentina, y la odiaron en su tradición y en su historia, y al odiar ,a las tres instituciones fundamentales de la nación (Campo, Fuerzas Armadas, Iglesia) odiaron al hombre, según la tripartición clásica de los caracteres tal como Platón la toma de Hesíodo, y éste de los fenicios, y tal como la describen incluso los textos clásicos de la India, reconociendo un estamento de trabajadores manuales, uno de guerreros y uno de sabios como derivados de una disímil constitución de las personas, según el mito arcaico que equiparaba a esos tres caracteres sociales con el hierro, el bronce y el oro respectivamente.

Sus proclamas suscitaron la inmediata adhesión de todos cuantos eran de su misma ralea, convictos de que era llegada la hora de asumir la revancha contra todo resto de buen sentido y de acaparar el mando que su natural les negaba. Los ideólogos del caos contaban, para el éxito de sus maquinaciones, con la cretinización del bajo vulgo y con el opiáceo del escepticismo en las clases medias, al menos en sus jóvenes generaciones, artificialmente cegadas para no distinguir ya la frontera entre el bien y el mal. Llamados como por irresistible imantación, o bien al modo como se pegan los bichos en el radiador, allí estaban los degenerados en tropel, los buenos-para-nada, los ladrones, los mercenarios; allí campeaban la envidia del plebeyo, la necedad de los iletrados que se tenían por intelectuales, el rencor de los inferiores, la cetrina desesperanza de unos, la impostura y la falsía de otros: toda la fealdad moral conjunta, toda ruindad dispuesta para el primor de un miniaturista que quisiera retratar la vida en las soterráneas estancias de los reprobos.
Contrafigura de aquella medida que el Señor promete, "mensuram bonam, et confertam, et coagitatam, et supereffluentem", allí se compactaron hasta rebalsar, al modo de los granos de sal en un salero, los Judas, los Heredes, Pilatos, Barrabases y Caifases. Ni fue obra de azar que se eligiera el nombre de aquel efímero presidente Cámpora, el mismo que otrora había concedido amplia v amnistía a criminales, para honrar a la agrupación juvenil asociada a un gobierno que regaló garantías jurídicas a los malandras y llenó la vía pública de hampones desbocados. Los excesos de los jóvenes de "La Cámpora", portentos de perversión y asco, hacen tener a Pompeya y Herculano como a cenobios, y ambientan los episodios que Boccaccio narra en su "Decamerón" en el vecindario de Qümram. Fíjese que todo un símbolo del cieno en que yacía la nación fue el caso, inédito hasta entonces en las crónicas del oprobio, de aquel joven viceministro de comercio exterior que, representando al país en un plenario internacional en Montevideo, fue hallado muerto en su habitación de hotel, víctima de sus prácticas de onanismo con aditamentos suicidas. Según los entendidos, "para mejor gozar".El término de este período tenebroso, el más degradante de la his¬toria platense, estuvo dado —como ya era recurrente— por la crisis económica. Hacía varios años que el balance comercial argentino era deficitario, y que el gobierno de la fatua viuda de Kirchner se obstinaba en sorber las reservas fiscales para sufragar sus caprichos y ganarse, con emplastos cada vez más ineficientes, el favor de las turbas.
Picados de un secreto furor suicida cuando él alud de consecuencias de sus desaciertos se veía venir, decididos a precipitar el fin estrepitoso "para todos" (está claro que el suicida es un homicida, más aún: un genocida, según calificación que los Kirchner gustaban de atribuir con la mayor generosidad), la rapacidad para con el tesoro fiscal dio al traste con aquellas prudenciales máximas del tono de "cuando hay saca y nunca pon, presto se acaba el bolsón". Años de dilapidación sin brida, la bancarrota fue de pronto cruda y común, y ahí el descontento se dio a conocer con su peor facha.
La división que el gobierno se había preocupado maliciosamente en fomentar, en un pueblo ya de suyo asaz dividido, le dio a los espantosos sucesos de aquellos días una nota más sanguínea y más sangrienta. Partisanos del más vario pelaje salieron a masacrarse a la luz del sol, y perecieron muchos hombres buenos, alcanzados por el garfio. Debe aseverarse, pese al horror que causa el referir los hechos entonces ocurridos, que una tal purificación era necesaria con vistas a la apremiante regeneración.
Y aquí calla nuestro historiador venturo, sea por que se quedó sin tinta, sea porque le arrancaron las últimas páginas al texto. Nuestra curiosidad queda insatisfecha, pero no así nuestra esperanza fspes contra spem), virtud que en nuestro trance sólo los cristianos pueden guardar, y que de cierto no quedará defraudada. Sabemos, a la postre, que toda la teodicea se resume en aquel versículo bíblico que manda alabar a Dios "porque sus juicios son verdaderos y justos". •

 

15 de Junio de 2012


Publicado en Revista Cabildo N°96
Mes de Junio 2012- 3era.Época
NACIONALES
  Miguel DE LORENZO
"No Lamentos
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OTRA vez el tiempo en que se aleja el verde, se acortan los días y sentimos que se angosta un poco más la esperanza. Un otoño tenue como casi siempre, pero sombrío como pocos, contamina al país y es difícil ensanchar la mirada cuando la patria tradicional, la única, se oscurece en un torbellino de mentiras y de infamias. En medio de esos apuros la corriente fácilmente arrastra hacia el abandono o la desesperanza.
Pero ¿será inevitable este oscuro destino? ¿No quedarán ocultos por ahí, un poco de leña y algún tizón encendido, empecinados en reavivar la sofocada pasión de la patria? Sabemos que del Estado se apoderaron los K, pero de alguna manera también los no K. Los que se dieron cuenta que ser —no K— es, entre otras cosas, un negocio de aquéllos.
Ahí están los radicales. Una y otra vez equivocaron el camino, como guiados por una brújula desquiciada que los llevaba hacia repetidos naufragios. Hace poco recordaron con un acto multipartidario en el Congreso a los miembros del tribunal que juzgó a las Juntas, es decir, conmemoraron una de las mayores aberraciones jurídicas de las que fue capaz la política criolla. Incorregibles —diría Borges— como sus socios los peronistas, ropaje que le cabe a ellos punto por punto, o más bien, desastre por desastre.
Por su parte los K merecen algo aparte. Ya no se trata de destruir por destruir —como sintetizaba Bioy Casares— la gestión de los radicales. En realidad, a los K no se los pueden comparar con nadie, están un paso más allá de lo deleznable, en cierto modo son de otro orden.
Los K, que han envilecido el alma del país, creen furiosamente que el remedio para los males de la patria —que, de acuerdo a su relato, llevan doscientos años— consiste en saquearla, incendiarla y fragmentarla en mil pedazos. Pero lo evidente es que los K y los radicales, los socialistas etc, se unen a la hora de votar, esto es a la hora de darle aspecto legal a las trampas y aberraciones de las que fueron capaces, porque "allegados, son iguales".
"Después de la guerra, ¿qué habrá quedado de lo que amé?", se preguntaba Saint-Exupéry. Qué quedará de nuestra patria cuando acabe el espanto K, nos preguntamos parafraseando al francés.
Si fuese posible imaginar la respuesta, hablaríamos de un territorio desolado parecido a un paisaje lunar, con sus cráteres amenazantes, y las llanuras secas y ásperas. ¿Qué quedará, entonces, después de nueve años de esta pesadilla que no cesa? Es fácil conjeturar que la pregunta da por sentado que hay que esperar a que acabe la tempestad. Y aún antes de eso también nos está diciendo sobre el no entrometerse en el camino K.
Acerca de la licitud de esta actitud cada uno en su corazón encontrará una respuesta con las razones que justifiquen la postura adoptada.
Si para salir del atolladero tratásemos de guiarnos por algunos hechos de la historia, podríamos repasar por ejemplo qué pensaba Pío XII alrededor de 1942. En ese momento, dos años antes de la muerte de Saint-Exupéry, la situación casi no podía ser peor; se trataba de la guerra mundial y también de una de las mayores crisis de la historia contemporánea, por eso el Papa habla sin eufemismos para definir el momento: "la espantosa catástrofe del presente desquiciamiento".
En medio de esa inmensa crisis, el Papa nos acerca una primera respuesta a nuestro interrogante. Él no se queda quieto y pide a los cristianos otro tanto: "No lamentos, acción es la consigna de la hora; no lamentos de lo que es o de lo fue, sino reconstrucción de lo que surgirá o debe surgir para bien de la sociedad. Animados de un espíritu de cruzados..."
Más de cien años antes, pero ahora en nuestra patria naciente, Manuel Belgrano, cuyas pesadumbres no eran de ninguna manera inferiores a las nuestras, le escribe a muchos de sus paisanos —entre ellos, al gobernador de Salta— contándole sus preocupaciones: "¿Qué he de hacer cuando todo se me pone en contra? Y la desunión se propaga de modo increíble". A Belgrano, con recursos más que miserables para cumplir la misión encomendada, lo acobarda menos la pobreza que la desunión: "Dios nos dé unión, y con ella todo lo resistiremos, trabaje por ella y ayúdeme haciendo lo que pueda y no pueda, que así creo venceremos el torrente de males que gravita sobre nosotros".
No queremos más ser espectadores, ni relatores de la destrucción. Hemos caído demasiado. Una patria desolada necesita hombres para la reconstrucción, con estilo de cruzados, que nada los detenga, pero fundamentalmente, unidos, según el fervoroso decir de Belgrano, "Dios nos dé unión " •


18 de Mayo de 2012

Publicado en Revista Cabildo N°95
Mes de Abril de 2012
NACIONALES
Antonio CAPONNETTO
El Aborto de Aguinis


El martes 20 de marzo, desde las páginas de "La Nación", el conocido trapisondista que responde al nombre de Marcos Aguinis salió a defender el reciente fallo abortero de la Corte Suprema, mediante un suelto al que tituló "El aliento de vida"; pero que por mejor nombre debió llamarse "Asnología", e integrar el inquietante repertorio de burradas insignes que bajo tal nombre ha recopilado José Antonio García Ramos. Varios roznidos aporta el autor a la causa homicida de la Corte, sorprendiendo el primero por su craso determinismo y fatalismo atroz. En efecto —escribe el rucho— si la niña de quince años eximida de toda culpa por eliminar a su bebé no lo hubiera hecho, "esa madre no sería una madre normal y feliz, ese niño no sería una persona equilibrada".
Cómo ha llegado Aguinis a profetizar ineluctables e irrevocables desdichas, es un secreto que albergará su diván. Cómo se le restituye la felicidad y la normalidad a una mujer que ha matado a un hijo inocente, tampoco se explica. De cuño espartano, en cambio, es su opción por una persona asesinada antes que desequilibrada o enferma. Tal vez ronde próxima la D.A.I.A. con su medidor infalible de deslices discriminatorios, para sentenciar si el jumento ha incurrido en tan fatales conductas.
Pero esta fiesta de Crimen Para Todos, que acaba de organizar la gavilla de Lorenzetti —fiel al modelo nacional y popular— ha resultado empañada una vez más, según Aguinis, por "el dogma de la más importante vertiente del cristianismo, que es la Iglesia Católica", la cual insiste en condenar tan inocuas prácticas restituidoras de la felicidad y la normalidad a las mujeres.
No obstante, y para que nadie lo suponga preñado de animadversión hacia la Iglesia, nuestro garañón confiesa sus simpatías por la misma desde los tiempos en que tomaba "vino del Rhin" en un restaurante de Friburgo, atendido por "monjas simpáticas y al que concurrían muchos sacerdotes". Por boca de ellos se enteró "sobre los preparativos del Concilio Ecuménico II" [sic], y también por ellos asistió invitado "a ceremonias ecuménicas con protestantes, griegos ortodoxos y judíos, cosa imposible de imaginar en la Argentina de entonces".
Así, místicamente, entre los brebajes y las comilonas en el Albertus Burse, rodeado de pretes conciliares y de rituales sincretistas, Aguinis descubrió sus ternezas por la Iglesia Católica, la cual —"libre ya de las sanguinarias cruzadas y la delirante Inquisición"— se dedica a "acciones positivas" como la "defensa de la libertad de conciencia, respeto a cultos diversos, intensa acción solidaria con los desposeídos, continuos llamados a la paz, prudente lucha contra los agravios a la democracia". Una especie de pintoresca ONG, sin la molesta y anticuada preocupación por saber si su Cabeza es Cristo y si Cristo es Dios, "una secta disidente israelita servida por un personal italiano", como ironizó impíamente Jorge Luis Borges.
Y tanto simpatiza con esta "iglesia católica" el afamado pollino, que río trepida en aconsejarla bien: que cese de sostener la diferencia
entre varones y mujeres, la ilicitud de los medios anticonceptivos y la negativa a que las féminas puedan "acceder al obispado". Pero sobre todo, que termine de condenar y de reprobar el aborto, porque "ya no es aceptable que se atente contra la libertad de abortar un hijo no querido con el argumento de que se asesina una vida inocente".
Nadie ose pensar que Aguinis está queriendo desnaturalizar y pervertir a la Esposa del Señor. Tampoco roce alguno su pensamiento con la conjetura maligna de que el celebrante de las gestas del marrano está befando una vez más el rostro santo de la Barca. No; nada de eso. Tales reconvenciones sostenidas con admonitorio gesto tienen lugar, sencillamente, porque lo contrario le "genera [a la Iglesia] una deserción de fieles", y no es cuestión de perder la clientela. Bastante escrupuloso estuvo ya el paisano Judas, que devolvió los denarios y encima se ahorcó. Si al fin de cuentas todo lo que habían hecho él y sus empleadores hebreos era prefigurar el fallo de la Corte y matar a la víctima.
La agudeza del rucio no parece dispuesta a detenerse, en ésta su nota impar. Habiendo desechado que cuando se aborta se asesina la vida de un inocente (¿de qué será culpable?), acota para una antología del cinismo: "Si la madre y el médico son asesinos por terminar con un. embarazo no querido, ¿quién es el asesino de los abortos espontáneos? ¿Dios? ¿Por qué esa «vida inocente» en el vientre materno no es protegida por el Señor Omnipotente? ¿Tocamos el absurdo?"
No es propiamente el absurdo lo que está tocando Aguinis con esta farsa argumentativa, sino algo más trágico que se llama blasfemia.
Porque va de suyo que en una muerte naturalmente ocurrida — sea a la edad de la vida que sobrevenga— no hay asesinato alguno, y que un aborto espontáneamente advenido no tiene responsables culposos, sino padres dolientes que jamás podrán olvidar el desgarrón de esa vida trunca. Sabemos empíricamente de qué estamos hablando. Explicarle a tamaño burro por qué el "Señor Omnipotente" nos dona y nos quita la vida o los bienes cuando su justa providencia lo dispone; por qué no abandona a ninguno de sus hijos, mucho menos cuando los llama a su seno, es algo que escapa a sus merecimientos intelectuales y morales. Si el zopenco supiera que Job no es un sustantivo inglés sino el nombre de un personaje veterotestamentario, algo podría colegir al respecto.
Quedaba por alcanzar la cima mayor de la estulticia y de la burdísima ignorancia, y Aguinis conquistó el anhelado trofeo. Sumando a sus muchos títulos —como el de arrebatador de la gloria de Edipo, injuriador de San Cirilo de Alejandría, inventor del Prondec, invertidor de la Cruz o pavo real— decidió convertirse en exégeta bíblico, y nos regala esta perla interpretativa a la que no arribaron siquiera las testas de Spinoza o Teodoreto: "El primer hombre se llamó Adán [...]. La versión más difundida es que fue modelado con tierra por las escultóricas manos del Creador. Lo hizo completo, con visceras y pestañas, con labios y uñas. Era un feto grande. Una «vida inocente», como se dice en la actualidad. Pero no tenía vida. No la tenía y no la tendría si Dios no le insuflaba su espíritu, que vendría a ser el oxígeno que le permitiría respirar. Sin oxígeno (que en la antigüedad no se conocía y se llamó aliento o soplo o espíritu) no habría existido el primer hombre. Los sucesivos nacimientos siguieron ese modelo: una previa configuración, que adquiría vida autónoma al inhalar el oxígeno [...]. Formó Dios al hombre (Adán) del polvo del suelo (adama) e, insuflando en sus narices aliento vital, quedó constituido el hombre como ser vivo [...]. Dios insufló «en sus narices el aliento vital y quedó constituido el hombre como ser vivo» Se refiere a las narices, no al embrión. Se refiere al aliento vital, que no puede ser sino el oxígeno. Recién entonces se constituye el hombre como ser vivo, según marcan las Escrituras. No cuando era un simple embrión ".
Una primera y relevante consecuencia se sigue de la hermenéutica aguiniana. Y es que en lo sucesivo, las diferentes y valiosas agrupaciones Pro Vida deberán constituirse en defensoras a ultranza de narices, puesto que por tamaño órgano, está visto, penetra la vida. ¡Cesen los genetistas y neonatólogos sus arduos exámenes científicos sobre la vida y el desarrollo del nasciturus! Es la hora de las pituitarias, el glorioso y postergado turno de los otorrinolaringólogos. Dios hizo vivir a los nasos, no a los embriones; y adelantado fue Quevedo que supo decir aquello de "érase un hombre a una nariz pegado".
Una segunda consecuencia de la erudita exposición del onagro es el obligado cambio de rumbo que deberán hacer de ahora en más los teólogos de todas las escuelas y corrientes. Al fin sabemos que Dios es un enfermero eficiente, un adelantado de Cari W, Scheele —el descubridor del oxígeno— que con su inmenso tubo a cuestas iba desparramando vida de napia en napia y de trompa en hocico. Por suerte, y con el paso de los siglos, llegaría Cristina Kirchner para abreviar el nombre de tan saívífico elemento, llamándolo "cero", a secas. Según el neobiblista Aguinis, antes de que el "feto grande" hecho de barro recibiera su primera bocanada de oxígeno, fuera del vientre materno, no tenía ni tiene vida. Ergo, si la Corte decide achurarlo panza ad intra, aplaudamos el hecho.
Al fin un corolario tercero se desprende del análisis del levita cordobés, y está llamado a revolucionar el universo de la antropología. "Los sucesivos nacímzeníos" —le hemos leído— "siguieron ese modelo [el de Adán]: una previa configuración, que adquiría vida autónoma al inhalar el oxígeno". ¡Tantos debates semánticos estériles agitándose en el terreno de la metafísica, de la medicina, de la bioética, y Marcos Aguinis tenía resuelto el dilema valiéndose de un tropo informático! ¿Qué es el hombre?, se preguntaba Hamlet. ¿Qué es el hombre?, nos preguntamos todos. He aquí la respuesta final y unívoca: una configuración, a la que recién se puede tener por viva cuando inhala un poco de oxígeno autónomarñente. Como el Windows XP si no lo agarra el virus troyano. La nobel periodización aguiniana no abriga dudas: antes de la oxigenación nasal asistida por un extraño demiurgo neumonólogo, no hay vida; después sí, aunque su duración dependerá de la cantidad de delincuentes que dejen en libertad los mismos jueces garantistas de la Corte Suprema.
Ironías al margen, es demasiado grave que este sujeto indocto y fatuo tenga un espacio público desde el que desgranar el error, la mentira, la confusión y la ignorancia. Y que una vez más, no haya obispo dispuesto a salvar la ofensa que le ha propinado a la Iglesia y a reponer el orden alterado. Demasiado grave, incluso, que se justifique el asesinato de las criaturas por nacer con una retorcida y estúpida interpretación bíblica.
Se cuentan por decenas los textos escriturísticos en los que la vida del embrión es considera sagrada e intangible; como querida y premiada por Dios es considerada la tarea de los padres de engendrar un hilo. Embrión, hijo o fruto de las entrañas maternas, no nariz oxigenada por una deidad que nos saca de la hipoxia.
A la vista está el Salmo 138, 13, cantándole al Señor: "Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre'' El libro de Jeremías, en el que Dios dice al profeta: "antes de formarte en el seno ma¬terno te conocí" (Jeremías, 1, 5); los pasajes del Génesis en los cuales el Altísimo ordena engendrar y parir; y hasta los mellizos de Rebeca que combatían dentro de su vientre (Génesis, 25, 21-22). Cuando el Señor castiga a María con la lepra, Aarón dirige esta súplica: "no sea ella como un aborto, que al salir del seno de su madre tiene ya medio consumida la carne" (Números, 12. 11). Sin olvidarnos el explícito y conocido pasaje del Libro del Éxodo (21, 12), en el que se dispone el castigo recio e inflexible para quienes trabados en riña dieren un golpe a una mujer encinta, de modo que aborte". ¿Se humillaba el Apóstol San Pablo cuando se llamaba a sí mismo "aborto" (I Corintios, 15, , o se estaba ponderando, anticipándose al fallo de Lorenzetti y sus secuaces? Cuando la misma y terrible metáfora es utilizada por San Ignacio de Antioquía, ¿debe entenderse que la rotulación escriturística de alguien como un abortivo es un encomio, o el más agraviante de los epítetos que uno pueda cargar sobre sus hombros para expresar su nadidad?
A la vista de estos escogidos pasajes —que no son los únicos, pues también el Salterio abomina de quienes andan derramando la sangre inocente de sus hijos— es cuanto menos una canallada salvaje valerse de la Biblia para justificar y aplaudir el fallo crapuloso de la Corte Suprema. Cuanto menos, decimos. Cuanto más cabe otro nombre, pero las meretrices no tienen la culpa de todas las filiaciones que le brotan, maguer sus sanitarias prevenciones.

Aguinis dice pertenecer a una camándula de intelectuales opugnadores del Gobierno.. V Cristina se dedica más que a gobernar, a criticar cada artículo de los medios que presume son opositores. Aguinis aprueba el aborto. Cristina ha dicho que no lo promueve ni lo busca. ¿No era una buena ocasión para que la presidenta reuniera a sus aplaudidores lacayunos, con alguna de las excusas que lo hace habitualmente, y dijera en público, con la noteja de Aguinis en la mano, que "La Nación miente", y que su autor incluso destila "un tufillo racista", al predeterminar quiénes tienen que morir para no vivir padeciendo desequilibrios o traumas?
Ocurre que el antioficialismo de los innúmeros Aguinis es un escandaloso bluff. Son sirvientes del Régimen, esbirros de la democracia, agentes del sistema cuya perversión prohijan, potencian, usufructúan y medran. Cuando hay que matar inocentes —sus cuerpos o sus almas— están codo a codo con quienes dicen diferir o confrontar.
Y ocurre que la oposición al aborto de Cristina es un fraude inicuo. No sólo porque no ha protestado contra el fallo de la Corte — que contiene a algunos de sus amigos, como un sodomita prostibulario y una atea invertida— sino porque, desde hace años, tiene desplegadas y ordenadas a sus infernales huestes para impulsar el derecho al aborto en el ámbito legislativo. Tales los casos, entre otros, de María Elena Chieno, Silvia Risko, María del Carmen Bianchi, Gloria Bidegain, Mará Brawer, y un sinfín de esperpentos.
"Es un tema para el debate tranquilo, no para los anatemas", concluye Aguinis su culposo dislate Y reclama "un consenso [...] que mantenga a la religión —y a la Iglesia Católica en especial— en una postura acorde con las necesidades de la actualidad".
Las necesidades de la actualidad de Aguinis están sobradamente cubiertas con sus recursos múltiples de betsellerista fenicio y de Epulón sin atriciones. Que se entregue nomás al consenso de sandeces rentadas. con tantos otros de su mísera laya. Pero la primera necesidad de la actualidad de los niños por nacer es la de ser alumbrados, recibidos, criados y educados cristianamente Sean el fruto de una violación no rrenda o del más amoroso acto conyugal. Si lo primero, porque un mal no se remedia con otro mal. Si lo segundo, por razones obvias.
En pos de esos niños por nacer cruzamos hoy espadas. Contra la Corte, el Gobierno, la intelligentzia judía o la "inacción lacerante de la Jerarquía Católica. •


12 de Mayo de 2012
 ESCRITO POR NICOLÁS KASANZEW PARA NACIONAL Y CATÓLICO


A 30 años de la Gesta de Malvinas, lamentablemente, poco ha cambiado para sus heroicos protagonistas. Se los sigue persiguiendo y ocultando. Hace unos días, en calidad de fino presente para el aniversario, el gobierno K ha vuelto a arrestar al contraalmirante Carlos Busser, quien comandara el brillante “Operativo Rosario”, que nos devolvió el archipiélago aquel glorioso 2 de abril. Y hace un par de semanas el mismo gobierno prohibió que se presentara en las instalaciones del Ejército el libro de un subteniente de Malvinas, dedicado al accionar de su regimiento en la guerra.
La desmalvinización sigue rampante, a pesar del cacareo pseudo-malvinero de las autoridades, mero intento este de echar una cortina de humo sobre la terrible crisis económica ad portas.
Una desmalvinización que fue comenzada por el propio gobierno del Proceso militar y que a su vez nace de un hecho anterior a la rendición del general Menéndez: la traición perpetrada en plena guerra.
En la década del 40 el escritor y periodista Raúl Scalabrini Ortíz denunció que “la diplomacia británica es el resorte oculto de nuestra historia”. ¿Funcionó ese resorte también durante el transcurso mismo de la guerra de Malvinas? Funcionó, solo que a través de Washington.
Las distintas vertientes en que el generalato y el almirantazgo del Proceso sabotearon el esfuerzo bélico argentino durante la contienda, no se agotaron en su falta de deseo de llevar a cabo una guerra en serio y de jugarse en ella el todo por el todo. El almirante Jorge Anaya me relató (no sólo a mi; también por ejemplo al poeta y escritor Juan Luis Gallardo) que, en cuanto comenzaron las hostilidades, el Servicio de Inteligencia Naval infiltró micrófonos en la oficina del residente de la CIA en Buenos Aires, quien se había convertido asimismo en el residente de los servicios británicos en nuestro país. Por esa oficina durante el curso de la guerra pasó toda una amplia gama de militares, políticos y sindicalistas que estaban a favor de una derrota argentina y aspiraban a que esta aconteciera lo más rápida posible. Y así lo expresaban con frases del tipo: “¿Porqué están demorando tanto? ¿Qué esperan para sacarlos de Malvinas de una buena vez?”, y otras del mismo tenor.
Anaya incluyó las desgrabaciones de esas expresiones en su libro de memorias, que fue puesto bajo siete llaves en algún lugar seguro. El almirante me dijo que la publicación de ese material hubiera sido demasiado explosiva y deletérea para el país y por eso la postergaba para tiempos más apropiados.
Sus deudos consideran que esos tiempos aún no han llegado.
Las expresiones consignadas más arriba configuran lisa y llanamente el delito de traición a la patria, tal como lo estipula el Código Penal Argentino. Título IX - Delitos contra la seguridad de la Nación. Capítulo I - Traición.
Art. 214.- Será reprimido con reclusión o prisión de diez a veinticinco años o reclusión o prisión perpetua y en uno u otro caso, inhabilitación absoluta perpetua, siempre que el hecho no se halle comprendido en otra disposición de este Código, todo argentino o toda persona que deba obediencia a la Nación por razón de su empleo o función pública, que tomare las armas contra ésta, se uniere a sus enemigos o les prestare cualquier ayuda o socorro. (Nota: texto conforme ley Nº 23.077)
Art. 215.- Será reprimido con reclusión o prisión perpetua, el que cometiere el delito previsto en el artículo precedente, en los casos siguientes:
1º Si ejecutare un hecho dirigido a someter total o parcialmente la Nación al dominio extranjero o a menoscabar su independencia o integridad;
2º Si indujere o decidiere a una potencia extranjera a hacer la guerra contra la República. (Nota: texto conforme ley Nº 23.077).
Muy probablemente en las desgrabaciones incluidas en las memorias de Anaya aparezcan los nombres de varios de los generales del Proceso que - apadrinados por Washington - conspiraron en plena guerra para tumbar a Galtieri.
El libro de Arthur Gavshon y Desmond Rice “El hundimiento del Belgrano”, (Emecé Editores, 1984), incluye en tal sentido párrafos asaz sugerentes:
“El general Walters no permaneció ocioso durante las dos visitas de Haig. En la primera (9-11 de abril) pasó bastante tiempo con los principales jefes de cuerpo de Ejército; pudo entonces enterarse que apenas dos de los doce generales de división tenían noticia de la invasión antes de que se produjera [...] “La última aparición de Walters en la Argentina resultó decisiva para Galtieri. El 10 de junio, entrevistó a los generales que más criticaban al presidente para recomendarles que lo derrocaran (pp. 87-88). “[...] El general Vaquero convocó a una reunión (el 1 de mayo, después de los bombardeos) en el edificio del Estado Mayor Conjunto. Allí estaba Galtieri con Lami Dozo. Los informes difieren en cuanto a si asistió también Anaya. Vaquero resumió así las recomendaciones de las dos reuniones anteriores: ´No queremos guerra abierta… Ha declarado en la Cámara de los Comunes el representante laborista Tam Dalyell que el 1 de mayo de 1982 la inteligencia de los EE.UU. había penetrado todos los niveles de los comandos militares argentinos. Todo cuanto sucedió en la reunión de los generales de ese día debe haberse sabido de inmediato en Washington, que a su vez mantenía informadas a las autoridades británicas” (p.111)
Y en una nota al párrafo precedente, al final del libro, p. 261, se constata: “Un ejemplo impresionante de los alcances de la penetración norteamericana es la presencia del destacamento de la CIA en Buenos Aires en el mismo edificio del Estado Mayor Conjunto. Durante la crisis del Atlántico Sur, la CIA podía controlar los pasos y deliberaciones de los altos mandos no solamente por medio de su privilegiado acceso a funcionarios importantes sino además por mecanismos electrónicos.”
Al enemigo lo teníamos en casa. ¿Cuántas cabezas hubiera cortado Don Juan Manuel de Rosas? Es que suelen ser mucho más peligrosos los cipayos, que sus amos...
Que hubo traición en plena guerra, lo vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, en la edición extra de la revista “Noticias” del 26-3-92, donde tergiversaron todo lo que dije en el reportaje, menos esta frase: “Los grandes traidores son los generales argentinos, que conspiraron junto con los ingleses para la derrota argentina”. (Aunque en realidad, yo había dicho: “generales y almirantes”).
Quienes amagaron con iniciar una guerra y nunca pensaron que el pueblo los obligaría a pelearla, se vieron en una situación harto difícil. No podían rendirse desde el vamos, porque corrían el riesgo de ser colgados por cobardes, pero tampoco les daba el cuero para pelear en serio.
Entonces dejaron que la guarnición Malvinas cayera por falta de conducción. Libraron a los combatientes a la buena de Dios. La rapidez del colapso del 14 de junio “dejó atónito a todo el mundo” - escribieron en ¨La guerra de invierno¨ los periodistas ingleses Patrick Bishop (Observer) y John Witherow (The Times) – sobre todo porque Puerto Argentino estaba cubierto de armas sin utilizar: “Claramente los argentinos tenían lo suficiente para luchar durante varios meses más”. ¿Realmente, los mandos ingleses se sorprendieron de la súbita rendición? Los citados periodistas revelan que el servicio de radioescucha británico interceptó un mensaje a Buenos Aires, avisando a Galtieri que era inevitable perder, que se preparara para la derrota... es decir, para la rendición, enviado desde Puerto Argentino ¡17 días antes!
Como me dijera en 1984 el autor del libro “La guerra austral”, Manfred Schonfeld, “el servicio de inteligencia británico trabajó con elementos infiltrados en el gobierno de nuestro país”.
Más un día llegará, inexorablemente, en que los traidores tendrán que rendir cuentas ante la Historia.
NICOLÁS KASANZEW


16 de Abril de 2012
La reproducción de viejos números de la revista Cabildo que realizo en elquijote2010, mientras se aguardan sus nuevas apariciónes, son realizadas para el logro de  restaurar una educación y formación de los verdaderos valores nacionales. Los artículos allí exhibidos desparraman verdades destinadas al fin de evitar la sumisión inexplicable de una nación que alguna vez fue cristiana.   


Publicado en Revista Cabildo N° 64
Mes de Marzo de 2007
Editorial
KIRCHNER, EL FUGITIVO
Nacíonales
por J.E.O.A.P.
AL RESCATE DE LA VERDAD

"Hubo treinta mil desaparecidos por pensar diferente"
Néstor Kirchner" La Nación", 12 de marzo de 2004)
El secuestro lo hacíamos porque no encontrábamos otra forma para resolver el financiamiento, pero éramos conscientes del dolor que producíamos" (...) "Los que se tienen que arrepentir son los que cometieron tenorismo de Estado" Gorriarán Merlo ("Noticias", 13 de marzo de 2004)
Confusión

Es impresionante comprobar cómo se puede alterar la memoria del inmediato pasado, más allá incluso de las explicables tendencias de quienes lo describen. Tal vez esto se deba no solamente al peso de las ideologías, sino acaso a la influencia de multitud de medios que facilitan la difusión de opiniones que oscurecen la visión histórica, muchas veces servidas de modernas técnicas capaces de apabullar a la verdad.
Aparte de la reflexión científica que interesa a los historiógrafos, el hecho es que los testigos de lo ocurrido —por ejemplo aquí, en la década del setenta— están corriendo el riesgo de desconfiar de sus propias neuronas. La gravedad del problema aconseja pues, apelar a los requisitos del historiador que enseña la misma etimología del término. Conforme a Barcia, en efecto, la palabra historia deriva de histór, el testigo, el que sabe una cosa porque la ve; de donde viene la significación de sabio que tiene el griego "histór".
Sin pretender, por cierto, quedar incluido en la última calificación, uno que ha visto lo que ocurrió en aquellos años con plenitud de criterio y espíritu despierto, no puede menos que sobresaltarse cuando un ministro impone su versión histórica sobre hechos que no presenció; o que ocurrieron cuando —a lo sumo— era un niño.
Del sobresalto al imperativo de buscar el equilibrio, a favor sobre todo de las jóvenes generaciones, hay un breve trecho que procuran salvar estas líneas, aunque sea incipientemente.
Primero fuimos testigos de muchas cosas que acaso fueron preparando el advenimiento de los tremendos años. Por ejemplo, en pleno régimen militar (pero el anterior al que fue llamado "Proceso") entrábamos a la Facultad para dar nuestras modestas lecciones de Ética Social, al tiempo que nos abríamos paso entre la multitud de cartelones maoístas que ocupaban la recepción.
Debo recordar que por entonces amplios sectores del alumnado venían imbuidos de ideas marxistas — sin duda por las influencias del medio y las lecturas desordenadas— pero lejos estaban del feroz espíritu violento que se despertaría más adelante. Más aún, recuerdo el acompañamiento de los muchachos, atentos y dedicados a la investigación con mutua simpatía, pese a que alguna vez un popular matutino nos regalara con máxima sorna el mote "aristotélico tomista".
Eso sí, pese al ambiente deletéreo que se iba formando, nunca asistimos a violencias represivas.
¿Cómo pudo afirmar entonces el ministro Daniel Filmus, que en educación se trabajaría para "la construcción de la memoria colectiva", para concluir—refiriéndose a los procesos históricos y políticos como los de la época memorada precedentemente— que terminaron instaurando el llamado "terrorismo de Estado"? (cfr. "La Nación", del 12 de noviembre de 2006, pág.19).
Después, sí, se precipitó el terrorismo, pero no con estragos producidos por el Estado ni por "la violencia de izquierda y de derecha", como desliza un error del reciente fascículo 99 editado por "La Nación", "El fin de un ciclo histórico". A no ser que por "derecha" se entienda todo aquello que sirva para explicar y justificar el ataque terrorista que asoló a la Argentina. Lo realmente ocurrido fue una lucha librada por las fuerzas de seguridad de la República —bien o mal conducidas, la calificación no pertenece a esta nota— contra la agresión que intentaba asaltar el poder con fuerte apoyo foráneo.
Eran bandas subversivas, de ideología marxista en las que militó también gente joven, tristemente engañada. Pero ellas no represento taban ninguna porción ponderable del pueblo argentino (menos del uno por ciento).
Se hace imposible olvidar el pánico que por ese entonces envolvía a toda la gente, ansiosa de que se restableciera la seguridad pública, quebrada en cualquier momento por la voladura de edificios y medios de transporte o por la matanza a mansalva de hombres indefensos, mujeres o niños. Como dan una idea los asesinatos de los sindicalistas Timoteo Vandor, Alonso y José Ignacio Rucci, de los profesores Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri (este último, delante de toda su familia); y de empresarios como Oberdán Sallustro.
Y las torturas prolongadas durante meses hasta la horrible muerte de los coroneles Argentino del Valle Larrabure e Ibarzábal; las extorsiones y los secuestros en "Cárceles del Pueblo"; los innumerables atentados contra militares y policías, en servicio o fuera de él; las emboscadas; las bombas en cualquier parte o las ráfagas de metralletas en plena calle.
Todo teñido de una crueldad especial, sin duda también dirigida al amedrentamiento de la población. Más los "ajusticiamientos" de individuos de las propias filas, ejecutados en castigo de deslices por orden de los cabecillas.
Dos ejemplos insospechables
En aquella sesión del 4 de septiembre de 1975, el por ese entonces senador radical Fernando de la Rúa manifestaba sobre estas cosas lo siguiente: "...también han fallecido, quiero remarcarlo, dos víctimas completamente ajenas a cualquier circunstancia pública... perdieron la vida como consecuencia de la explosión de una bomba asesina".
Y en aquel mismo ámbito, el 10 de marzo de 1976, el senador Eduardo César Angeloz expresaba nerviosamente: "Los hechos ocurridos ayer en Córdoba se han venido repitiendo... Debo confesar
que en el día de hoy he golpeado las puertas: la del señor Ministro del Interior; la de la Policía Federal; la de algunos hombres del Ejército... desde esta banca aparezco impotente para proteger la vida de los habitantes de Córdoba..."
A contrapelo de lo sucedido, lo único que se inculca por múltiples medios es que los militares no hicieron otra cosa que cometer toda clase de tropelías. Y que la sociedad apretujada por el miedo a "la tiranía" castrense, solamente esperaba su liberación... De tal modo —como en las ya sobrepasadas predicciones orwellianas— van modificando sin pausa las comprobaciones históricas.
Finalmente, la hipérbole y la metáfora han conseguido plasmar la paradoja de que el terrorismo no fuera causa sino víctima del terror, consagrándose una desfiguración de la historia, cuyas consecuencias éticas y políticas son fácilmente previsibles.
A esta altura —o bajura— posiblemente la salida del caos desatado fuera que se baje el telón, en homenaje a la tranquilidad. O mejor, que se suba para todos, separando la leyenda ideológica en rescate de la verdad. •



6 de Abril de 2012
“El ataque a la familia está planificado”
Reportaje a Antonio Caponetto
Sección: Informe
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En este momento la Argentina está dando el tristísimo espectáculo de políticas de estado disolventes. La promoción que se hace de la ley de salud reproductiva, que no es sólo una promoción sino una aplicación compulsiva; o la legalización a veces encubierta, a veces explícita del aborto; son atentados contra la familia.
Por Marcelo Lorenzo
mlorenzo@nuevodiarioeldia.com.ar
- Se habla de que la familia está en crisis. Me refiero a la imagen de familia heredada de la tradición judeo-cristiana. Pero es muy fuerte el pensamiento que ve esto apenas como un salto en el desarrollo evolutivo de la sociedad. La pregunta es: ¿puede la humanidad prescindir de la familia tradicional?
Caponnetto:- De ninguna manera, puesto que la humanidad es un efecto, un corolario de la agrupación de familias. Pero hay un problema mayor: esto es una crisis planificada y programada. La familia viene siendo atacada sistemáticamente en su esencia, en su naturaleza, en su finalidad, en el concepto de autoridad y en la noción del amor, en que se funda. Entonces, atacado de un modo programado y planificado este conjunto de pilares, la familia se disocia, atomiza y pulveriza. De esta manera la sociedad, que depende de la familia, sufrirá efectos negativos. La familia -siempre se ha dicho y se ha dicho bien- es la célula de la sociedad. León XIII daba una definición un poco más perfilada: es el ‘semillero’ de la república, decía. Tomando incluso los términos de un texto ciceroniano clásico. Entonces, si la familia es la célula social básica, como siempre se ha repetido, luego todo aquello que la disgregue significa un mal enorme e irrecuperable para la sociedad. Por tanto, lejos de ser este un proceso en el desarrollo evolutivo, este es un proceso en el movimiento de la revolución mundial anticristiana, que no quiere dejar nada en pie, empezando por la familia. Hay que entender que los ataques de los que hablo, no son menores. Son ataques mayúsculos. Atacar, por ejemplo, el concepto de finalidad, la procreación generosa y fecunda, el mutuo perfeccionamiento de los esposos; atacar el concepto del amor y proponer un sensualismo incluso contra natura; todo esto forma parte de este desdichado proceso. Entonces yo lo que sugiero es que frente a la crisis, hay que tener hecho un buen diagnóstico. Y el buen diagnóstico es aquel que ve las causas hondas y profundas; y que remiten a este compendio de ataques maliciosos.
- ¿A quién o a qué factores de poder les puede interesar la disolución de la familia y con qué propósito?
- Todos los enemigos del orden natural y todos los enemigos del orden sobrenatural. Todos los enemigos de las sociedades cristianas. Todos ellos están empeñados desde hace mucho tiempo en la disolución de la familia. Pensemos, por ejemplo, que uno de los postulados de la masonería es la corrupción de la mujer, en la medida que se sabe que la corrupción de ella, tiene consecuencias penosas para la decencia y el decoro de la sociedad. Hay una serie de ideologías perversas que son responsables de esta destrucción planificada. El liberalismo, la masonería, el marxismo, el anarquismo o las corrientes neopaganas son todas posiciones ideológicas que coadyuvan a la destrucción de la familia.
Un enemigo con muchas caras
- Es decir que más allá de la discrepancia que puedan tener entre sí en algunos puntos -como es el caso del liberalismo y el marxismo- los une el ataque a la familia. ¿Es así?
- La revolución tiene varios brazos y varios rostros, pero es una sola. Salvador Borrego, el gran pensador mexicano, en su libro Soy la Revolución habla en primera persona, como si él fuera la revolución, y dice precisamente esto: tengo varios rostros, tengo varios nombres, tengo varias caras, pero soy una sola y mi propósito es descristianizar a la sociedad, mi propósito es destronar a Jesucristo. Es decir, todas las ideologías que mencioné convergen en este punto. En realidad lo que ellos odian es el conjunto de las filiaciones humanas. El hombre tiene una filiación carnal, que es la familia o el hogar; tiene una filiación histórica, que es la patria; y tiene una filiación sobrenatural, que es Dios. Entonces, son estas tres filiaciones las que a ellos les molestan. De ahí que no haya que engañarse. Detrás de estos ataques, no sólo no hay una sintomatología de una evolución de la sociedad, sino que lo que hay es una manifestación cada vez más insolente y más inaudita de la revolución mundial anticristiana.
- ¿En qué políticas a nivel nacional ve reflejado este plan deliberado contra la familia, montado a escala global, del que usted habla?
- En este momento la Argentina está dando el tristísimo espectáculo de políticas de estado disolventes. La promoción que se hace de la ley de salud reproductiva, que no es sólo una promoción sino una aplicación compulsiva; o la legalización a veces encubierta, a veces explícita del aborto; son atentados contra la familia. Y este conjunto de medidas que recibe el feo nombre de ‘educación sexual’ también lo son. Porque en realidad no hay tal educación, sino un reduccionismo genital, hormonal, que hace del sexo un saqueo. La política de estado en la materia consiste en decirle a los jóvenes que pueden copular plurioficialmente, pueden copular contranatura, pueden copular como mejor quieran. Y esto siempre y cuando usen el condón que le reparte el señor Ginés (González García, a cargo de la secretaría de Salud de la Nación), que se hace rodear por otros tantos condones; ha salido fotografiado de ese modo, un caso único en la historia argentina. Un hombre que se vanagloria de su condición de condón. De manera tal que esta política de estado es contraria a una concepción cristiana de la familia.
Con este Estado, no
- ¿La educación sexual, en su opinión, debe quedar en la esfera de la familia o la debe impartir el estado?
- Estoy de acuerdo en que la educación sexual quede en el seno de la familia, siempre y cuando nos pongamos de acuerdo acerca de eso. La educación sexual está naturalmente inserta en un contexto. Es el contexto de la educación de la virtud de la templanza, con todas sus virtudes conexas y derivadas, principalmente la hermosísima y olvidada virtud de la castidad. Entonces, si la familia asume ese deber que le corresponde, ese derecho por cierto que tiene, de educar sexualmente a sus hijos, debe saber que para no equivocarse tiene que impartirla en el contexto de la educación de las virtudes. Si el estado fuese normal -y no este corrupto, gangsteril y montoneril que padecemos- podría subsidiar en este tema. El principio de subsidiaridad rige, de manera tal que en principio, per se, no es perverso que el estado quiera participar. Lo que es perverso y clama al cielo es que este estado -intrínsecamente ruinoso y presidido por un delincuente subversivo, rodeado de adláteres de su misma laya y catadura- lo que clama al cielo, digo, es que semejante estado quiera hacerse cargo de la educación sexual de nuestros hijos.
- Hay quienes objetan que si el sistema educativo no enseña lo necesario, aquello para lo que fue creado -como leer y escribir- entonces mal puede educar en materia sexual…
- Es que no sólo han barrido con la concepción metafísica. Han destruido la misma herradura física de la educación. Por eso el Padre Leonardo Castellani decía que la educación argentina no puede reformarse por el simple hecho de que no tiene forma. Es decir, a la educación le han despojado el alma, la forma. No se puede confiar en absoluto en estos personeros de la ruina ideológica que nos desgobiernan. Sería una demencia confiar en esta gentuza, que verdaderamente son personajes salidos de la página del Rinocerente de Ionesco, es decir personajes bestiales, animales, que blasonan de su condición zoológica. Son seres inferiores realmente.
- De acuerdo a su diagnóstico, si la cultura y el estado conspiran contra la familia ¿qué debe hacer entonces ésta?
- La actitud es la que pide el Evangelio: construir casas sobre rocas. Si uno hace eso, pueden golpear los vientos, dan con ímpetu contra la casa, cae la lluvia, los ríos salen de cauce, pero la casa no es destruida porque está edificada sobre roca. ¿Cómo se edifica una casa sobre roca? La casa es Jesucristo. Y por tanto la casa debe ser cristocéntrica. El hogar debe convertirse en la iglesia doméstica, como decían los Padres de la Iglesia. Debe ser la unión ante Dios, de uno con una para siempre, para la procreación generosa y fecunda, para el mutuo perfeccionamiento y para la crianza cristiana de los hijos (…)
Ambigüedades eclesiásticas
- La Iglesia Católica aparece como la única institución en Occidente que aún defiende el concepto tradicional de la familia…
Caponnetto:- Yo soy crítico de la actitud de algunos de nuestros pastores. Actitudes que juzgo pusilánimes y en algunos casos poco ortodoxas. Sin ir más lejos en el diario Perfil del domingo pasado Monseñor (Justo) Laguna, habló a favor de la despenalización del aborto. Y consideró que era un mal para la Iglesia que gobernara Benedicto XVI porque sigue los pasos de Juan Pablo II; con la diferencia -dice monseñor Laguna- de que este Papa es mucho más inteligente. Así se refiere a su pastor universal. Y hasta el día de hoy no conocemos ninguna sanción canónica contra Laguna, pese a que ha dado una verdadera cátedra pública de sacrilegio. Abundan los monseñores ‘Lacustres’. Es decir, yo en principio soy crítico. No obstante, debo reconocer con orgullo, con satisfacción, que en materia de lo que Roma ha llamado ‘cultura de la vida’, la Iglesia se ha mantenido firme, siempre igual a sí misma. Ha defendido el orden natural y el orden sobrenatural. En este sentido, hay que reivindicar el magisterio eclesiástico.

 

31 de marzo de 2012
Mirando pasar los hechos
MEMORIA DISPAR
Y MARTIROLOGIO IMPAR


BAJA
El 24 de Marzo el diario “La Nación S.A” dio de baja a dos niños mártires en la sección Culto Católico. Hasta hace poco, aparecía allí la reseña biográfica de San Simeón de Trento y San Guillermo de Norwich, consignando con pocas palabras una estremecedora crónica en el marco de conocidas circunstancias históricas. Por ejemplo decía la nota del 24 de Marzo de 1998, ahora a la vista: “Simeón era un niño de tres (3) años de edad y Guillermo, de doce años. Ambos fueron muertos por judíos fanáticos en Semana Santa. Simeón en Trento en 1475, y Guillermo de Norwich (Inglaterra) 300 años antes, en 1144”.
Es notable que según lo dicho esta referencia se ha borrado, coincidiendo con graves imputaciones propinadas desde las más altas esferas contra el periódico. Involucrándolo en actitudes antisemitas y filonazis a raíz de una crónica reciente, que mencionaba la ascendencia del nuevo viceministro de Economía.
ALTA
Resulta muy llamativo, que al contrario de la supresión de estos mártires cristianos, unos días antes —el 11 de Marzo— apareció en el mismo rotativo el martirologio de varios soldados judíos, afirmándose que fueron torturados moralmente por militares argentinos en la Guerra de las Malvinas. Un aporte del periodista Hernán Dobry en vísperas del 30° aniversario de la Reconquista de las Islas. Panegírico a su vez de aquellas víctimas, no exento de descripciones muy asquerosas en términos irreproducibles, aunque transcriptos literalmente. Todo capaz de desacreditar el empeño argentino y justificar la recuperación británica del archipiélago, enalteciéndola como una acción benéfica en resguardo de los Derechos Humanos.
COLOFÓN
Es muy llamativa también la desigual memoria histórica de rigurosa vigencia, en confirmación del Pensamiento Único imperante. Según se observa por ejemplo, cotejando estas cosas con lo ocurrido a aquel digno Obispo, execrado en todas partes y aquí expulsado del país. Finalmente condenado en cualquier lugar de Europa por “incitación al odio racial”; al no haber compartido la memoria dogmática de las Cámaras de Gas. En tanto, como se ve, son borrados de la memoria social, sin condignas repercusiones, los horribles crímenes contra dos niños cristianos martirizados por fanáticos hace siglos.



16 de
Marzo de 2012
Publicado en Revista Cabildo N°94
Mes de Marzo 2012-3era.Época
DESCRISTIANIZACION
Flavio INFANTE
Prácticas Paganizantes

Estando a los signos, podría aplicarse a la reviviscencia del paganismo aquello a que el Apocalipsis alude en relación a esa bestia, una de cuyas siete cabezas, herida de muerte, iba a ser increíblemente curada. Porque en todas las latitudes en las que el cristianismo prendió, hiriendo de muerte a la "reducción" naturalista del misterio (que en eso consiste el paganismo), allí mismo se observa, como corona y culmen de la apostasía en curso, un reverdecimiento de prácticas paganizantes, especialmente bajo la modalidad de un paganismo "reflejo" y aun autárquico, autoengendrado, sin el recurso explícito a unas tradiciones ancestrales que le sirvieran de fundamento. Es natural que así sea: el puente hacia tales tradiciones —en lo que éstas tienen de erróneo o refractario a la Verdad— quedó trunco a instancias de la Cruz. Imposible resultaría acá evocar los designios de un genio protervo como Juliano el Apóstata, atento a convocar a un vario concejo de filósofos para revigorizar por el eclecticismo el viejo culto romano, entonces languideciente a expensas de la cristianización del imperio.
Para nosotros, el paganismo no es cosa de ayer ni brasa humeante, sino asunto de muy lejana e irremontable ancestralidad. No hay atavismo ni anamnesis colectivos, por osados que sean, capaces de desandar el camino de cien generaciones: se lo desanda apenas a instancias de la arqueología, o de la historia de las religiones antiguas (es decir: de la ciencia, cuyo hábito es el menos colectivo que pudiera concebirse).
A veces son las tradiciones ajenas las saqueadas, como en los pestilentes orientalismos a que tanto burgués recurre en su precipitada deserción de la vida eterna. O en el nuevo culto de la Pachamama, practicado en el décimo piso, a resguardo de la irritante palpabilidad del humus. Pero no pocas otras veces, complicado el expediente por la dinámica de la publicidad y los negocios, se moldean los ídolos y las acciones cultuales ex nihilo, como en un tris. Y a las masas, con el embudo, se les dan noveles paganismos a ingerir.
Ocurrió en Rosario, en lo más bochornoso del año, apenas traspuesto el umbral del nuevo año civil y la profanidad acababa de digerir los excesos de sus antonomásticas "Fiestas". Qanosos de perpetuar la alegría de tan cíclicas circunstancias, una coyunda de empresarios y funcionarios públicos organizaron —ya por segundo año consecutivo— una así llamada "Caravana de los deseos" a lo largo de la costa del Paraná. Zurciendo gestos y motivos entrevistos y robados de muy otras procesiones, seiscientas embarcaciones por agua y una muchedumbre de a pie por las avenidas costeras se lanzaron a pedir "por la paz mundial", "por la salud y los negocios" y otras entelequias, sin que constara a quién se le piden tales cosas.
No queremos cuestionar la proverbial constatación de que "por la plata baila el mono", y de que el común denominador de estos bastardos ensayos es el afán pecuniario, pero hay algo más que recono cer en todo esto, y es ese fomento deliberado de una especie de "religión de la naturaleza y de las fuerzas elementales" de parte de quienes cuentan con los medios para difundirla.
Podría hacerse una reseña abundantísima: promoción turística de vigilias al pie de una montaña, a los fines de muñirse de "energía"; funciones iniciáticas bajo la sombra de algún árbol reputado como sagrado; culto de las piedras y los huesos, etc. Por muy inocuas que puedan resultar tales propuestas a los incautos, concurren todas calladamente en esa orbital conjura contra el cristianismo a que alude el Salmo segundo: "¿por qué se amotinan las naciones / y los pueblos traman un fracaso?/Los reyes de la tierra se levantan / y los príncipes a una conspiran/contra el Señor y contra su Ungido".
Lo dijo inmejorablemente Gustave Thibon en relación a la pretensión moderna de recuperar los "ritmos de la buena vida cósmica": "después de que el cristianismo dio al hombre un nuevo ideal y un nueuo centro, es cierto que los instintos que no pudieron adaptarse a las exigencias de esta revolución espiritual perdieron la posibilidad de satisfacerse con la inocencia, naturalidad y consentimiento del ser total propios del hombre antiguo". De allí que "las pretensiones autárquicas de los valores vitales desembocan fatalmente en la falsificación de los valores vitales" y que, atisbada de cerca la vida de los enemigos del espíritu, resulte que "el motor íntimo de su rebelión no es la vida tomada en su animal simplicidad, sino el espíritu, un espíritu vergonzante y disfrazado que se busca a sí mismo a través de la carne y los sentidos".
Tales las cosas, y reconocidos estos fideísmos neopaganos como una coartada contra Cristo (paralela, no ya en el plano de la frontalidad y el desembozo, a la marcha creciente de la persecución, la blasfemia pública y rentada, los juicios más biliosos contra la Iglesia), horroriza constatar la introducción de ese espíritu en el Lugar Santo. Así ocurrió en el caso de la reciente sustitución de la pila bautismal de la mismísima Capilla Sixtina, que representaba el bautismo del Señor en el Jordán, por un engendro arboriforme tomado de la mitología asiría, sin la menor alusión al misterio de la regeneración por el agua. Una obra de orfebrería, que no de arte sacro, digna de celebrar el éxtasis ascensional de la vegetación, la pujante frondosidad de las especies, pero en modo alguno la ablución que libra al hombre del pecado hereditario.
Estamos en aquella plena "discontinuidad estilística" que las Conferencias Episcopales fomentan expresamente para decorar el culto y la liturgia. Hemos alcanzado, mal que nos pese, ese saltus in aliud desde el que se insta a una relamida "nueva evangelización", que acaso requiera incluso un nuevo Evangelio: el de la exuberancia vital de la naturaleza y el hastío de la gracia. Con todo, nos consuela saber que, bien distantes de la distancia aséptica que tantos profesionales de la clerecía adoptan frente al misterio de los Novísimos, los cristianos de estas postrimerías, a la vista de tanto caos, no podemos dejar de mentar la Parusía de Nuestro Señor porque, a imitación de aquellos que no podían enmudecer acerca de "lo que habían visto y oído" (Hechos, 4, 20), nosotros no podemos callar lo que presentimos y palpitamos. •


5 de Marzo de 2012
PARA RECORDAR NOTAS DE UNA REVISTA ARGENTINA



Publicado en Revista Cabildo N° 63
Mes de Marzo de 2007-3era.Época
por Antonio CAPONNETTO
A 25 años del 2 de Abril
MI HOMENAJE PERSONAL AL SUBTENIENTE ÓSCAR SILVA


A principios de marzo del cornente, Marcelo Grecco, que dirige esforzadamente la publicación digital "El Caballero de nuestra Señora", me pidió con su habituall generosidad que le escribiera una nota a propósito de los 25 años del 2 de abril, próximos a cumplirse. Le remití esta carta que me parece oportuno dar a conocer.
Querido Marcelo:
Me pides que te escriba algo sobre Malvinas, para "El Caballero de Nuestra Señora", con motivo de los 25 años del inolvidable 2 de abril.
Si me lo permites, te escribiré algo que nunca he contado en público por temor a que se confunda con vanagloria.
¿Primicia de "El Caballero..."? Nada de eso. A nosotros, las únicas primicias que nos tienen que importar son las de la salvación que, como ha recordado Benedicto XVI en su Homilía sobre la Natividad de la Virgen del 2005, nos llegan gracias a los méritos de María Santísima.
Ocurrió lo siguiente: Hacia fines del 2004, en una de las visitas habituales a la librería Santiago Apóstol, me llamó la atención un libro entonces reciente: "Malvinas: la última guerra romántica". Su autor, un veterano de la contienda, el Teniente de Infantería Comando Dámaso Guillermo Soraires.
Adquirí la obra, publicada por Ediciones Camino del Bajo, y al llegar a la página 77, lo que empecé a leer me causó sorpresa, emoción, gratitud y un llanto contenido que todavía me asalta en cada releída.
Cuenta Soraires que el Teniente Frecha encontró el cuerpo sin vida del glorioso Subteniente Oscar Silva, caído en combate. En la chaquetilla de su uniforme de batalla había "una poesía que recordaba muy bien", titulada "Maestro de Combatientes".
Soraires agrega entonces, antes de proseguir con el relato, una evocación en prosa de unos versos míos que incluí en el prólogo que me pidiera para su libro el entrañable amigo Miguel Ángel Ferreyra Liendo.
La parte evocada en prosa es aquella que dice en el original: "Que no me ofrezcan lo que nunca tuve / por compensar lo que nos han quitado, /el honor de decir: donde yo estuve / flamea un estandarte soberano".
Acota al fin Soraires, que el Teniente Frecha llevaba consigo aquel poema postrero del Subteniente Silva, y al que el caído había titulado "Maestro de Combatientes". Pero que él juzgó lícito hacerle un cambio, y así se lo comunicó a "un Oficial de Marina" a quien le narraba la muerte heroica de Silva.
El cambio se debía, según el Teniente Frecha, a que "ya no flamea el estandarte [en Malvinas], sino que hay que arrebatar el estandarte".
Transcriptos los largos y vibrantes versos del Subteniente Osear Silva —"composición actualizada" por el cambio de Frecha— "el Oficial de Marina manifestó su intriga por el título original del poema que los había motivado: Maestro de Combatientes. Frecha le responde que el subteniente Silva había abrevado para su formación en el Centro [de Estudios] Nuestra Señora de la Merced, donde había conocido al maestro de combatientes, un profesor de historia e investigador, que le decía que se podía perder una guerra poniendo a resguardo el honor de los protagonistas. Teniendo en cuenta esa premisa, además de renunciamiento y sacrificio, el profesor de historia le pedía a su discípulo que ante la contingencia de una guerra, al combatiente le era debido decir: «no me ofrezcan lo que nunca tuve por compensar lo que nos han quitado». Para poder decir, donde yo combatí sigue flameando un estandarte soberano'.
He de vencer el natural pudor, y Dios no permita que sea pecando contra la humildad, para decir que ese "profesor de historia e investigador" que daba clases en el Centro de Estudios Nuestra Señora de la Merced, era yo. Quien repase la colección de Cabildo correspondiente a los años que giran alrededor de 1980, verá la sucesión de avisos convocando a los Cursos que entonces tuve a mi cargo. Precisamente, fueron los años en que el Subteniente Osear Silva llegó desde su San Juan natal a Buenos Aires para incorporarse al Colegio Militar de la Nación.
Desde que leí esas páginas de Soraires no pocos sentimientos se me cruzaron al galope. Miento si no digo que el primero fue el legítimo orgullo, el manso y hondo consuelo de la recompensa espiritual, y el sobrecogimiento absoluto —un verdadero temor y temblor— ante la comprobación de que de los frutos de mi tarea docente se estaba dando testimonio. Pero inmediatamente mi memoria buscó entre esos muchos rostros de tantos alumnos antiguos, la cara del Subteniente Silva, su voz, su porte, su sencillez y su talante. La memoria quería volver por sus fueros para rendirle homenaje.
Un año antes de la aparición del libro providencial de Soraires, yo le había prologado a Alberto Mansilla su valioso ensayo "Argentina tiene héroes", uno de cuyos capítulos traza precisamente la biografía y la muerte en combate del legendario Subteniente Silva.
De modo que no me era ajena su figura, ni su trayectoria, ni su sacrificio paradigmático. Pero me era ajena la incomunicable conmoción de considerar que aquél, a quien conocí como alumno, conocía ahora como biografiado, que aquél, en suma, a quien traté como joven soldado, reconocía tras los años y la guerra justa, como héroe de la nacionalidad.
Y sobre todo, me era ajena la paradójica unión del gozo y del dolor, del honor y de la herida, de la satisfacción y de la pena, de saber que mi alumno —gallardamente muerto— había tenido la magnanimidad de dedicarme su poema. Pedí Misas por su alma, y fue lo mejor que supe pedir para él. Todo reconocimiento hacia su gesto me resulta insuficiente. No supe ni sabré nunca cómo agradecerle su discipulado, ratificado con la sangre, y la verdad es que, no habiendo derramado la mía en el Sur, no me siento merecedor de su gesto. Ni de ser calificado con el título de su poema.
El Subteniente Silva cayó bravamente en Tumbledown, como integrante de la Compañía Nácar, defendiendo palmo a palmo el suelo patrio ante la embestida invasora. Una ráfaga de fuego lo alcanzó en la cintura, la noche del 13 de junio, mientras se multiplicaba en órdenes y en brazos para que todos sus subordinados pelearan sin rendirse. Es probable que su último pensamiento estuviera centrado en "la primera verdad que es el Verbo", según dejó escrito en su poema. Bienaventurado él, y los que con él, arrebataron el Cielo por asalto.
El Centro de Estudios Nuestra Señora de la Merced era una noble y resuelta iniciativa de Juan Carlos Monedero. Funcionaba en un modesto local rentado en la zona céntrica de Buenos Aires, a costa de austeridades compartidas, y no debo disimular la precariedad y la escasez de medios con la que nos movíamos. Tampoco la sencillez de aquellas clases mías, sin la pericia que suelen traer los años de carrera docente.
Sin embargo, la gracia de Dios, que desde el pesebre sabe hacer brotar lo grande de lo pequeño y la flor del lodazal, hizo el milagro de que en ese ámbito de estrecheces y de fervores nacionalistas católicos, y a pesar de mis limitaciones, se contribuyera a la formación de un héroe.
Quienes aún hoy nos dedicamos al magisterio, y estamos tentados a veces de maldecir nuestra suerte, de desesperar de la ausencia de frutos, de protestar por la indiferencia de quienes son nuestros alumnos, debemos pensar seriamente si detrás de esos jóvenes que se nos ponen en el camino, no hay un. Subteniente Silva aguardando la noche de la próxima Reconquista. •
Buenos Aires, Cuaresma del 2007.



27 de Febrero de 2012
Recordando artículos de una Revista celosamente argentina.



Publicado en Revista Cabildo N°62
Mes de Febrero de 2008-3era.Época
Cultura De la Vida
RAZONES CONTRA LA EUTANASIA
Por Edgardo Moreno

En el debate sobre la, eutanasia —que quiere instalarse de prepo desde este gobierno defensor a ultranza de la cultura de la muerte— se enfrenten dos posturas antitéticas. Desde una concepción inmanentista se sostiene que el hombre posee una capacidad de autodeterminación absoluta, fuera de toda dependencia, y que. por ende, llene el derecho a poner fin a su vida cuando ésta sufre un grave deterioro. En el polo opuesto, desde un enfoque trascendentalisla, que no es otro que el católico se entiende que la vida es un don recibido que debe ser administrado conforme al plan del Creador, y que por lo tanlo no podemos disponer libremente de ella.
Los partidarios de la eutanasia sostienen que, dados cuatro requisitos, se puede justificar su legalización. Estos son el consentimiento del paciente, la incurabilidad del enfermo, el dolor insufrible, y el móvil compasivo (suprimir ese dolor).
En primer lugar el consentimiento carece de eficacia para transformar en licita la transgresión, pues el derecho a la vida es un derecho personalísimo y por ende indelegable, inderogable e irrenunciable. Lo mismo pasa con la esclavitud, el Estado no puede permitir que alguien renuncie a su libertad y se venda como esclavo Además el consentlmienlo de un paciente en una situación asi, afectado psicológicamente, no puede reputarse como válido, sino viciado en su voluntad. Muchas veces el enfermo puede ser inducida a pedir la eutanasia por el ambiente que lo rodea y que Lo hace sentirse como una carga inútil para su familia.
Con respecto a la incurabilidad, hay que preguntarse qué certeza tenemos de ella y quién está en condiciones de declararla. Al margen de que pueden producirse un diagnóstico equivocado, hay muchas enfermedades que son incurables con un tratamiento, pero que no lo son con otro, y sobre todo existen muchas enfermedades que hasta ayer no tenían cura, camo ser la sífilis. La rabia, la tuberculosis o la díabetes pero que hoy la tienen.
El otro elemento para justificar la eutanasia se relaciona siempre con los sufrímientos insoportables. Pues bien, gracias a los avaces de la ciencia médica, hoy se los puede mitigar y hasta suprimir con las terapias antidotorosas Por otro lado, aunque es necesario luchar contra la enfermedad y el dolor, sin embargo ellos son inevitables y tienen un sentido. Como lo atirmó el psiquiatra Víctor Franhl. "eí hombre no destruye por sufrir, el hombre se destsuye por su/rir sin ningún sentido.
Nadie puede sostener que la ausencia del dolor sea una condición para que una vida valga la pena ser vivida. La realidad del sufrimiento es algo que larde o temprano todos experimentamos y nos hace tornar conciencia de nuestra fragilidad. Lo que debemos hacer es enfrentarla con valentía y descubrir su finalidad.
Con respecto al móvil compasivo de quien practica la eutanasia éste resulta dificll de comprobar y verificar, pues puede encubrir motivos no altruistas, como ser e( deseo de obtener una herencia, el de deshacerse de una carga molesta, evitar incurrir en mayores erogaciones, etc, y en el caso del medico, puede haber también un deseo de desentenderse de la responsabilidad profesional, tener camas libres, realizar experimentos, reducir los gastos sanítarios optimizando la relación costo-beneficio, etc.
Una Ley de eutanasia podra generar desconfíanza hacia los profesionales de la salud al entenderse que su aplicación no seria indiferente para la economía de una institución sanitaria. Se destruiria así la relación médico-paciente, dando lugar a situaciones de desconfianza generalizada, sobre Todo para cierta clase de personas que podrían pensar "Si me legaran a diagnosticar una enfermedad incurable, ¿no qurrán ahorrarse un tratamíento muy costoso? "El noble oficio de los médicos es salvar las vida? o calmar los sufrimientos, cuando más que ello no se puede hacer; pero jamás consistirá en poner termino a la existencía.
Por otro lado no tenemos que confundir a la eutanasia con la obstinación o el encarnizamiento médico. Este ultimo ocurre cuando a un paciente con una enfermedad mortal irreversible se le siguen ocasionando sufrimientos inútiles mediante tratamientos excepcionales, desproporcionddoh e ineficaces.
Cuando se dan todos estos supuestos, la moral cristiana admite que se renuncie a dicho tratamiento, sin que por ello estemos ante un caso de eutanasia. En definitiva, asi como el derecho a una vida digna se opone a su inútil prolongación artificial, el derecho a morir dignamente también se opone a adelantar la muerte con el pretexto de suprimir el dolor. •



20 de Febrero de 2012


El motivo de colocar numeros anteriores de la Revista Cabildo, en  espacios de elquijote2010, obedece a que hacen mas de 40 años comparto los principios del Nacionalismo Católico, fundamentando mi participación en que desde ahí se sostienen los únicos dogmas admisibles para todo accionar político. Cuando aquella doctrina social que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana lo promulgara siguiendo su creador, el Cristo Rey de Reyes, fijaba el camino para el hombre sobre la tierra. Decía el maestro y martir Jordan B. Genta "RECORDAR ES UN DEBER, OLVIDAR ES UNA CULPA..." lo que presumo cumplir desde aquí. De ser posible cada semana renovaré el número con su correspondiente imagen de tapa y Editorial. Sugiero la lectura de estos artículos, que para muchos a su emisión han sido de significativo provecho.   



Publicado en Revista Cabildo N°61
Mes de Diciembre de 2006-3era.-Época

por Mónica del Rio
Un proyecto de impíos, maleducados y apatridas

Por 57 votos a favor y 3 en contra (de los senadores Liliana Negre, Delia Pinchetti y Ricardo Bussi) el Senado le dio media sanción al proyecto de Ley Nacional de Educación. Se suprimió la votación en particular (de cada artículo) porque al término del debate general los kirchneristas anticiparon que no iban a aceptar ninguna modificación. La iniciaíiva garantiza, entre otras cosas, impartir conocimientos para una "sexualidad responsable" fomentar "condiciones de igualdad que respeten las diferencias entre las personas sin admitir discriminación de género ni de ningún otro tipo"; promover "la valoración de la multicúlturalidad" preservar y fortalecer las pautas culturales, lengua y cosmovisión de los pueblos indígenas y construir "la memoria colectiva sobre los procesos históricos y políticos que quebraron el orden constitucional". Vale decir, es una herramienta clave para destruir la identidad cultural, ideologizar la educación y adoctrinar con la visión marxista de la historia.
El Debate
Amanda Isidori (UCR, Río Negro), presidenta de la comisión de Educación, afirmó que el proyecto "es bueno porque contiene aspectos esenciales y que "fija taxativamente la responsabilidad estatal". Agregó que promueve la concientización de los derechos humanos y resaltó la creación del Instituto Nacional de Formación Docente.
Silvia Gallego (FPV, La Pampa), manifestó que será una ley con legitimidad porque surgió "de la necesidad que ha planteado la sociedad en su conjunto de generar .una nueva ley y una estrategia de participación". Gerardo Morales (UCR, Jujuy): pidió que se agregue en el art. 8 que "la educación de gestión estatal es laica". Si bien falta reformar otras cosas, dijo el legislador, sería "la forma de ir marcando el camino de la separación entre Iglesia y Estado".
Liliana Fellner (FpV, Jujuy): defendió el reconocimiento de la equidad de las culturas aborígenes. "La diversidad es una fortaleza y uno de los pilares del desarrollo sustentable. Es una muy buena ley, fortalece la identidad argentina y "Latinoamericana".
Delia Pinchetti de Sierra Morales (FR, Tucumán): autora de un dictamen en minoría, afirmó que el debate legislativo se transformó en un referéndum y que la consulta previa tiene "dudosa consistencia". "Nadie supo explicarme — aseguró la senadora— cómo lograron procesar tan rápido las respuestas recogidas. En Tucumán las escuelas debatieron los documentos de trabajo el 23 de octubre y el 16 de noviembre el Ejecutivo envió el proyecto". "Los padres de los colegios católicos de Tucumán cuestionaron el proceso". "Las diferencias que tenemos con este proyecto no son menores por eso presentamos un proyecto diferente".
Entre esas diferencias Pinchetti mencionó: la exclusión de la dimensión religiosa, que no se mencione en primer término a los padres como agentes naturales y primarios de la educación, y que no se respete la autonomía de las provincias.
Liliana Negre (Frente Justicialista, San Luis): autora de otro proyecto en minoría, mencionó a la educación como el motor del desarrollo integral de la persona que abarca dimensiones biológicas, estéticas, intelectuales, religiosas.
-Señaló que los padres no tendrán posibilidad en la práctica de elegir la educación de sus hijos, entre otras cosas, porque los docentes no podrán capacitarse conforme a su cosmovisión.
Centró su oposición en cuatro objeciones al proyecto: desconoce los derechos de los padres, no atribuye al Estado el rol subsidiario que le compete, no administra los recursos económicos para la educación en base a la justicia distributiva y excluye la dimensión religiosa.
Hilda "Chiche" González de Duhalde (Frente Justicialista, Bs. As.): adelantó su voto positivo para un "proyecto impecable".
Celso Jaque (FpV, Mendoza): destacó el valor "estratégico y político" de la ley y anticipó su voto positivo.
Ricardo Gómez Diez (PRS; Salta): afirmó que la suerte de esta ley dependerá de su implementación. Aseguró que la educación argentina ha ido perdiendo calidad, que no se premia el esfuerzo y que se confunde educación con asistencialismo.
Vilma Ibarra (FpV, Capital Federal): respondió agresivamente el discurso de la senadora Pinchetti. "la senadora por Tucumán dudó del debate social de la ley, para conocer el proceso basta entrar en la web del Ministerio. Esta es una ley con debate social y parlamentario". "La senadora por Tucumán es representante del genocida Bussi y tal vez le molestó que el artículo 70 no permite que a nuestros hijos los eduquen genocidas y que el inciso c del artículo 92 garantice la construcción de la memoria colectiva". "Estamos orgullosos del Estado laico y de la educación laica. No quiero financiar la educación privada".
Cuando Ibarra acabó,- Pinchetti le aclaró que como todo senador representa a una provincia, no a una persona, y que es docente por lo que "no balconea en el tema".
Le leyó además todos los recortes del diario "La Gaceta" que recogen las quejas de los distintos actores sociales por la falta de tiempo para el debate y le ofreció copia de los mismos.
Rubén Giustiniani (PS, Sta. Fe): dijo que "a la educación se la puede ver desde la ventana del mercado o desde la democracia" y aseguró que "esta ley retoma algunas ideas centrales: la educación como un derecho". "La ley 1420 es la ley de la educación común, laica, gratuita y obligatoria, por eso duró cien años". "La anterior Ley Federal de Educación, no tuvo el respaldo del consenso". "Volvemos a la educación popular y democrática".
Ernesto Sanz (UCR, Mendoza) manifestó que sancionan una ley de amplísimo consenso, trabajada a lo largo y ancho del país, y que al lado de cada ley de educación hay un modelo de país que la ley recoge "En esta ley reaparece el estado como constructor del desarrolla de las sociedades": ~el principa objetivo; de esta ley es desarrollar ciudadanos, cualquiera sea su profesión y construir una socie dad democrática, pluralista y equitativa"; "la ley es un ejemph de pluralidad y participación' cerró el jefe de la bancada radical.
Miguel Ángel Pichetto (FpV, Rí Negro): "Lo importante de esta sesión es que el Senado asumió que la educación es una política de estado". "Una ley tiene que esto inserta en una política, los productos de laboratorio no cambia la historia". "Kirchner tiene un rumbo y esta ley tiene antecedentes que son decisiones del Gobierno Nacional". El jefe de la bancada oficialista enfatizó que "uno ley tiene sentido cuando está inserto en un proyecto de país". •
(Cfr. "NOTIVIDA", Año V n° 409, 6 de diciembre de 2006


 


13 de Febrero de 2012

CONSIDERO UNA OBLIGACION, AUNQUE NO SUFICIENTE PARA OPONERNOS A LA PESADA CARGA CON QUE HOY SE VE EMBESTIDA LA NACION, ESTA REPRODUCCION EN MI MODESTO QUIJOTE DE NUMEROS ANTERIORES DE LA REVISTA CABILDO, PERO ES UNA SATISFACCION HACER RECORDAR O CONOCER CUALQUIERA DE LOS TEMAS QUE OPORTUNAMENTE HAN SIDO TRATADOS. ES TAMBIEN ALARMANTE LA MANERA EN QUE PUDIMOS HABER EVITADO TANTOS DAÑOS RECIBIDOS CON LA SIMPLE APLICACION DEL SENTIDO COMUN. RECUPERAR NUESTRA PATRIA ES OBLIGACION DE TODO ARGENTINO. PROPONGAMOSNO A HACERLO.

 



Publicado en Revista Cabildo N°60
Mes de Noviembre de 2006-3era-Época
Iglesia e identidad nacional
DEBERES QUE NO SE CUMPLEN
Por Edmundo Gelonch Villarino

Hubo tiempos (fue el 20 de febrero de 1959) —"felices, cuando Dios quería"— en que la asamblea del Episcopado Argentino, haciendo suyas las expresiones de un artículo de "Combate", debido a la pluma de Jordán B. Genta, hablaba muy claro de cosas que hoy no se dicen, porque serían "políticamente incorrectas" y ningún Obispo puede pecar de eso. Decían así: "La Iglesia de Cristo ha presidido todas las fundaciones de la patria misma. Ella está presente —vigilante y actuante—en todos los hechos trascendentes y decisivos de nuestra historia. Católico es el origen, la raíz y la esencia del ser argentino. Quiere decir que atentar contra lo católico es conspirar contra la Patria. Más todavía, la disminución de la fe en el pueblo argentino comporta a la vez una disminución de su patriotismo. De ahí que la defensa de la Fe Católica y la restauración de la Patria en Cristo sea la forma más pura y plena de servir a la Patria. La impiedad masónica, por el contrario, es causa de indiferencia, desprecio y deslealtad hacia la Patria" (cfr. la "Declaración del Episcopado Argentino sobre la Masonería", de la fecha mencionada arriba).
Me temo que vivan pocos católicos argentinos que recuerden esos principios. Me dijo un sacerdote: "¡Ese lenguaje no se habla más desde el Concilio!", y me lo decía como quien señala errores, con tono de reprobación.
Nos educaron cuando los Obispos exaltaban la virtud del Patriotismo que es parte de la Piedad (o sea que no ser patriota es ser impío); cuando atendían a lo esencial, a lo permanente de la Patria, y no lo confundían tontamente con una forma de gobierno, accidental y mudable amén de inmoral, ni tampoco con una "constitución" no constitutiva, ya que, según el art. 30, puede ser modificada en todas y en cada una de sus partes, sin que la Patria cambie.
Era cuando los Obispos atendían a los Derechos Humanos de los argentinos, de los cuales uno que sostiene a muchos, es el derecho humano a tener Patria soberana, identificada, como la personalidad de un hombre, en los rasgos definitorios de la propia historia, en lo que se preserva luchando contra las amenazas esenciales. Cuando había clérigos dedicados a identificar científicamente y a recuperar los rasgos o notas de la esencia nacional, como lo hacían Monseñor Pablo Cabrera, o los Padres Furlong, Rótjjer, Grenon, Dreidemie o Cayetano Bruno, entre tantos maestros de la fe y la nacionalidad que nos tocaron. Cuando el Nacionalismo era el telón de fondo de cualesquiera preocupaciones cívicas y se formulaban sus principios con citas del Magisterio Pontificio, y se enfrentaban los ataques del odio materialista, fuera masónico o fuera comunista... Lógicamente, esa meditación robustecía la inteligencia que no podía confundir realidades sustantivas como Patria y Bien Común, con vacilaciones, claudicaciones y malos pasos como la Constitución y la democracia partido-crética.
Cierto que hubo clérigos acomodaticios que, por oportunismo político, salían a querer justificar unas instituciones y constituciones "democráticas" injustas y corruptoras, contrarias a la Doctrina Social de la Iglesia, a pesar del juicio lapidario que merecieran a Esquiú desde su Sermón "de la Constitución" (Laetamur de gloria vestra, 9 de julio de 1853) y en toda su obra restante. Pero nunca se atrevieron a candidatearse para "defender a las instituciones", aunque en toda la historia los hubo diputados y constituyentes, pero lo eran para defender a la Santa Religión Católica Apostólica Romana, como decían los estatutos y constituciones nacionales antes de 1853.
El 11 de octubre, Benedicto XVI, en la audiencia general, cuando caracterizaba a San Simón, "el Zelote", diciendo que "si no pertenecía al movimiento nacionalista de los zelotas, al menos se distinguiera por un celo ardiente por la identidad judía y, consiguientemente, por Dios, por su pueblo y por la Ley divina", mostró cómo, en aquel Colegio de los Apóstoles, el patriotismo no era incompatible con la religión. Al recibir al nuevo Embajador de Eslovenia, el pasado 16 de septiembre, Su Santidad reivindicó: 1°) El derecho de una Nación a su identidad católica definida por la Historia. 2a) El derecho de la Nación a que el Estado y sus Autoridades, enmarquen la acción de gobierno en la interpretación de la cultura que identifica históricamente a la Nación. 3°) El derecho de las nuevas generaciones a ser educadas en la tradición esencial de su Patria. 4°) La contribución de la Iglesia cumpliendo deberes para que se respeten esos derechos. Pero sigamos el pensamiento del Papa a través de sus expresiones textuales.
1) La identidad católica de la Nación
Esto confirma cómo las tradiciones católicas, que desde siempre han caracterizado al pueblo esloveno, "constituyen un tesoro valioso del que se puede tomar para expresar la identidad más profunda y verdadera de esa noble tierra". "El cristianismo y la identidad nacional están íntimamente relacionados".
Cierto es que, para decir eso, se apoya en testigos como San Victorino y San Maximiano, y el Beato Obispo Antón Martín Slomsek. Argentina no tiene más que un santo oficialmente reconocido y, desde hace décadas, pueden verse algunos Prelados que, por ser extranjeros de origen y nacionalidad, o por simple ignorancia, no saben identificar la cultura tradicional, que era una expresión de la religiosidad de tres siglos de evangelización y consolidación nacional (siglos XVI, XVII, XVIII y hasta gran parte del XIX), tres siglos argentinos, por lo menos, antes de la Constitución.
Y tampoco saben ver que el Evangelio estaba profundamente inculturizado en nuestra Historia, en las costumbres, los saludos, los bailes, las payadas, la toponimia, de modo que ni las persecuciones sangrientas, ni los gobiernos constitucionales, consiguieron corromperlas, hasta que, tras la Segunda Guerra, la desnacionalización anticatólica se apoderó de las masas de esclavos votantes. Toda esta destrucción había sido predicha y advertida, en multitud de obras, por católicos como Castellani, Genta, Meinvielle, Elíseo Melchiori, los Ezcurra, y tantos más, excluidos del "catolicismo oficial" por ser "políticamente incorrectos". Pocos Obispos quedarían al Papa, si quisiese ponerlos por testigos de la identidad católica de Argentina. Aunque los Prelados de alma extranjera sean muy santos, lo que no pongo en duda; tal como puédese afirmar del Cardenal Newman, que no es la más representativa imagen del gaucho argentino, sin menoscabar su ortodoxia.
2) El Estado y la Identidad católica
Sin confundir las responsabilidades de la Iglesia y el Estado, señala a los gobernantes aquello que más que un interés de la Iglesia, es interés de la Nación, cuando recomienda indirectamente, dando por supuesto que "sus representantes^ a nivel político sabrán interpretar sus tradiciones, su sensibilidad y su cultura. En efecto, el pueblo esloveno tiene el derecho de consolidar y poner de manifiesto el alma cristiana que ha plasmado su identidad".
Lo que no sabemos es por qué el pueblo esloveno tiene ese derecho, y el pueblo argentino no lo tiene, ya que se le pretende ahogar en un aluvión pluralista artificial e importado, hasta el extremo de que, en vez de reconocer esa identidad nacional a la que, dice el Papa, "el pueblo tiene derecho", se lo invita a inventar otra, como si no fuésemos nación desde hace casi cinco siglos, cuando se le hace rezar "queremos ser Nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común...", como si tales abstracciones, —que están bien, pero se proponen desencarnadas de la Historia y de la realidad tradicional de lo argentino—, como si tales rasgos que no identifican a nadie, fueran exclusividades que nos distinguen y que sólo los argentinos poseemos y nos han de identificar, reservadas a nosotros entre todos los otros pueblos de la tierra que, como no son argentinos, ¿no las poseerían? Francamente, parece que no se supiera qué ha sido y es ser argentino, como si fuera algo que recién ahora hay que inventar. Lo cual, más allá de la intención de sus Autores, podría interpretarse como si el pasado debiera ser destruido en el ara de un modernismo dialéctico o nihilista.
3) El derecho de lajuventud a participar en la identidad de su Patria
Prosigue Su Santidad, proponiendo al nuevo Embajador el derecho de los jóvenes a ser educados en las tradiciones patrias: "...a esas nuevas generaciones se les debe ayudar a llegar al conocimiento concreto y específico de los fundamentos culturales, éticos y religiosos sobre los que la nación ha sido edificada a lo largo de los siglos". Derecho que coincide con el mismísimo interés nacional, comprometido por los educadores ajenos a las seculares tradiciones históricas, porque: "sería una estrategia verdaderamente miope no favorecer la apertura de los jóvenes al conocimiento de las raíces históricas de las que fluye la savia necesaria para asegurar a la nación nuevas estaciones fecundas en frutos". Y, . tal como lo veían aquellos viejos Obispos que predicaban el patriotismo como un deber de católicos, enseña el Papa: "En ese sentido, se debe afrontar la cuestión de su instrucción también con respecto a los valores religiosos compartidos por la mayoría de la población, si se quiere evitar el peligro de la pérdida progresiva de los rasgos más específicos de la fisonomía nacional", "tal como ha sucedido con los ex-argentinos", podría haber terminado el Papa, si estuviera informado y quisiera citarnos como material didáctico.
4) La contribución de la Iglesia local

Por la relación acorde entre la Iglesia y el Estado, puede esperarse una participación institucional en esta recuperación de la identidad histórica en las almas de los educandos: "...también es ésta la experiencia de los demás pueblos del continente..., que, conscientes de la importancia del cristianismo para su identidad social y de la valiosa contribución que en este sentido puede dar la Iglesia, no se han sustraído al deber de asegurar, también en el campo legislativo, que el rico patrimonio ético y religioso siga dando abundantes frutos a las generaciones jóvenes".
¡Pobres jóvenes argentinos, si la Iglesia local, en vez de seguir la directriz católica y nacional del Papa, se vuelve hacia un pluralismo importado y descristianizado, mientras los legisladores buscan, sí, encontrar las enterradas y casi invisibles raíces católicas de la Patria, pero para arrancarlas y sustituirlas por el festival de costumbres gay-lesbianas! El problema práctico, si es que se decidiera secundar las iniciativas papales, sería: ¿dónde encontrar docentes con alma argentina y católica, después de cuatro décadas de rechazo y de persecución?
No sólo hay que hacer lo que dice el Santo Padre: hay que hacerlo urgentemente, antes que se extingan los últimos argentinos, sobrevivientes en este exilio e inmersos en la marea colonialista. De la cual marea, extranjera y sin tradiciones católicas, tampoco se salvarán los clérigos, por lo que se ve. •

6 DE FEBRERO DE 2012: RELEYENDO NÚMEROS ANTERIORES DE "CABILDO",  COMPRUEBO A DIARIO LO QUE TRANSFORMÓ LAMENTABLEMENTE NUESTRA PATRIA, E INVITO A ENTERARSE CON ELLO DE LA DIABÓLICA TAREA DE QUE HEMOS SIDO "UN OBJETIVO PREDILECTO". SUGIRIENDO A LA VEZ PERMANENTEMENTE A ELEVAR NUESTRAS ORACIONES LUCHANDO POR LA RESTAURACIÓN DE LOS AUTÉNTICOS VALORES NACIONALES.



NACIONALES
De pluma ajena

OTRA MENTIRA
DE LA CO.NA.DE.P.

SEÑALIZADO EN INTERNET COMO ESTANISLAO ORESTE VAELLO
http://uploads.blogia.com/blogs/l/lo/los/lostraidores/upload/20080810024910-orestes-estanislao-vaello.jpg

Dedaró en
la CONADEP  en 1984, y sus detalles  desnudaron   el funcionamiento interno de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Argentino. Estanislao Oreste Vaello también dio precisiones sobre el secuestro y la desaparición de los miembros de la familia Bettini y el asesinato de Laura Carlotto.
Militar retirado del Ejército. Vaello involucró en su testimonio original a muchos pesos pesados de la estructura represiva de la dictadura. Pero este miércoles, 22 años después, cuando le tocó ratificar en el Juicio por la Verdad ese testimonio, declaró que la Comisión Nacional de Desaparición de Personas le había ofrecido ayuda económica para su familia a cambio de que reconociera como propios relatos ya escritos.
"No, esa no es mi firma. Ni lo que yo declaré", dijo, y cortó como con cuchillo el aire de la Sala I de los Tribunales Federales de La Plata. "¿Pero, cómo? ¿Quiere decir que esto no lo dijo usted?'. lo interrogaron tos jueces Alberto Duran. Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo. "No. Me pagaron para que reconociera que eso era mío", apuntó.
A medida que avanzaba con su relato, su testimonio desorientaba cada vez más a los presentes en el auditorio. Vaello contó que sólo estuvo un año en el Ejército y que luego, hasta 1979, se la pasó entrando y saliendo de la cárcel. ¿A qué se dedicaba usted en esa época? "Era ladrón y estafador", indicó.
El militar retirado añadió que desde 1979 hasta 1986 estuvo preso en forma continua. Y que luego recuperó la libertad. Robos calificados, robos de automotores, cheques sin fondos, privación ilegítima de la libertad, esas cosas", afirmó sobre los delitos que había cometido. Vaello aseguró que siempre estuvo en prisiones militares, por su condición de uniformado retirado. Pero su relato, además de asombroso, fue muy contradictorio. Le negó a Duran conocer a un hombre de apellido Valdez.
http://www.elmensajerodiario.com.ar/fotografias/5103_hebe.jpg
El 3 de diciembre de 2004, en una conferencia de prensa, con ocasión de la 24a Marcha de la Resistencia, la misma Bonafíni reconoció: "El «Nunca Más» fue la mentira más grande de los radicales". Hechos como los que denuncian esta nota parecen darle la razón.
Estanislao Oreste Vaello, autodefinido como "ladrón y estafador".
Prototipo del testigo ideal para las necesidades de la CONADEP.
Más tarde, le volvieron a hacer la misma pregunta, y admitió conocer a ese mismo hombre. Valdez era un oficial de inteligencia.
Ante la CONADEP, declaró conocer a Arias Duval, del Batallón de Inteligencia 601. Es más, dio detalles sobre órdenes escritas de ese oficial para exterminar personas. Pero el miércoles negó haberlo conocido. El testimonio se cortó por un cuarto intermedio dispuesto por el Tribunal.
A su regreso, era visible que Vaello estaba muy nervioso. Tanto, que Duran intervino. '¿Usted está nervioso? ¿A usted lo han amenazado?", preguntó el magistrado. "No, aquí dentro no. Pero recibí un llamado en una oficina de una ONG de Paraguay (donde vive)", confesó.
Duran le contó después a "Hoy" que le extrañó "mucho la declaración de este hombre. Todo indicaba que iba a declarar toda la verdad que había contado a la CONADEP y terminó por darse vuelta. Pero una vez terminada la audiencia reconoció que estaba muy nervioso y me pidió que lo citara nuevamente".
Algunos comentaron fuera de la audiencia que era posible que se hubiera sentido "amenazado". Chicha Mariani, por su parte, dijo que siempre le pareció que Vaello era un mentiroso y que tenía internas con otros militares. •
Mariano Confaloníerí (Tomado del Diario "Hoy", de La Plata. 23 de septiembre de 2006)



30 de Enero de 2012
ARTICULO DEL N°57 Y TAPA
NOTAS ANTERIORES, DE PERMANENTE VIGENCIA.


Publicado en Revista Cabildo N°57
Mes de Julio de 2006-3era.Época
Educativas
por Antonio CAPONNETTO
Peligroso instrumento de la tiranía
LA LEY DE EDUCACIÓN NACIONAL

 

El juego del debate
Se ha dado a conocer públicamente, a través de los funcionarios correspondientes y de los medios habituales, la decisión del Gobierno de promulgar una Ley de Educación Nacional. Es una iniciativa ya resuelta que tendrá, como el resto de las medidas oficialistas, el sello inconfundible de su perverso ideologismo.
Por si la aclaración se impusiera, nos anticipamos a declarar que hemos sido particularmente críticos de la Ley Federal de Educación, publicando contra ella hacia el año 1994, un opúsculo al que titulamos significativamente: "Treinta razones por las cuales no se puede defender La Ley Federal de Educación como si fuera un gran logro". Fue aquella una de nuestras tantas disidencias en soledad contra la voz de la corriente, incluyendo la voz de los pastores, casi unánimemente volcada a reconocer los supuestos méritos de aquel engendro menemista;
Y ya extremando los escrúpulos previsores, ni qué decir tiene que nada movió nunca nuestra defensa de la Ley 1420. Unas y otras expresiones legales, al igual que la que ahora se presenta, no son sino manifestaciones repudiables de la misma política educativa que destronó a Jesucristo de la enseñanza.
Pero ciñámosnos al documento base de la nueva ley, rubricado por Daniel Filmus, previa firma del mismo Kirchner, y secundado por otros tantos horteras del autodenominado Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.
Su difusión ha sido abundante —pues se pretende que la ciudadanía lo debata y hasta que se avenga a responder un cuestionario que le sirve de estrambote— y puede leér-selo íntegro en el sitio www.educar. Su título: "Documento para el debate. Ley de Educación Nacional. Hacia una educación de calidad para una sociedad más justa".
La previsible pieza no es más que una síntesis tosca de cuanto ya ha dado y puede dar el Régimen en materia educacional; esto es, una mixtura informe de todos los sofismas modernos, desde el constructivismo hasta el historicismo, pasando por el relativismo ético, el naturalismo y el sincretismo; aderezado el desdeñable conjunto por una desembozada cósmovisión materialista e inmanentista, que no quiere ocultar su servicio a la Revolución Marxista.
No se trata de un escrito académico ni de porte científico, ni guarda siquiera la externa fisonomía del idioma castellano. Antes bien, remeda ese tipo de "sonido sin sintaxis, sin "el más leve toque de la gracia", del que hablara Pemán a propósito de cierta literatura roja. Manifiesto de la contranatura pedagógica deberíamos llamarlo, ante cuyo solo estilo brota decir con Don Quijote: "quien quiera gobernar ínsulas, que empiece por saber gramática".
Nada justificaría, entonces, una referencia a este malhadado texto, si no fuera porque se exhibe como el fundamento capital de la nueva Ley, alrededor del cual quedan obligados a opinar los particulares o las instituciones educativas. Y si no fuera por la lamentable docilidad con la que, en torno a él y teniéndolo por lícito, las instituciones sedicentemente católicas se han dejado convocar al convite dialoguista, en lugar de impugnarlo de cuajo, desenmascarando de este modo la fea catadura intelectual y moral de sus fautores. Y denunciando asimismo la sórdida maniobra que este falso debate encubre.
Hieren la fe y la inteligencia las aportaciones católicas oficiales a este ficticio cuanto ilegítimo e inconducente debate. Hieren el honor y el decoro las declaraciones ambiguas, escurridizas, chabacanas, de tono futbolístico y ningún porte intelectual. Lastima el más elemental sentido de la hombría el comprobar una vez más, en los Obispos, la falta de coraje para llamar a los bautizados fieles a la batalla contra esta gavilla erpiano-montonera, que se enseñorea vilmente sobre la educación de nuestros hijos y compatriotas.
Porque esto es lo primero que debe saberse. Tras la parodia de la participación, del diálogo amplio y abierto, del libre juego del consenso y de la pluralidad de las opiniones —entretenimiento nefasto con el que encandila a los cultores de la democracia, haciéndoles creer que son tomados en cuenta— la tiranía kirchnerista ya tiene decidida su política educativa, y no ha de variarla por mucho que se le demuestre su malignidad. Como no varió la de-signación de los miembros de la Suprema Corte una vez que el debate convocado al respecto probó el talante abortista de los candidatos, o su explícita militancia atea. Como no varía la política sanitaria en curso, aunque las opiniones más calificadas demuestren su lamentable inserción en la cultura de la muerte, dirigida desde los más altos centros del Imperialismo Internacional del Dinero. Porque es característica fatal de las tiranías, junto a la ruindad del tirano, su completo desapego por el cuidado del bien común.
El monopolio estatal
Todo lo sustantivo, necesario y esencial de una política educativa, queda omitido, si no expresamente traicionado y desnaturalizado en este proyecto de ley. El concepto de naturaleza humana, la recta especificación de los fines educativos, la definición de la escuela, la misión del maestro, el sentido de la justicia, la noción de identidad nacional o la valoración de la libertad humana.
Contrariamente, ninguna de las consignas contraculturales queda afuera; con el agravante de que el Estado se asigna todas las facultades a su alcance para controlar monopólicamente el éxito de su plan insurreccional.
Tal el papel que cumplen los llamados NAP, Núcleos de Aprendizajes Prioritarios, cuyo enunciado y orientación no sólo determina la autoridad estatal, sino que establece un sistema de evaluación bianual (2, 1) de los mismos, para asegurarse que el alumnado no haya escapado a la uniformidad ideológica programada desde el Gobierno.
Los NAP son "un piso común para todos", "un nivel básico de homogeneidad nacional" (2, 1), los ejes de una "educación universal obligatoria" (10, 2), pudiendo el Estado para garantizarlos, (amén de "instalar evaluaciones bianuales", como quedó dicho) apelar a su "capacidad de intervenir con políticas que garanticen la igualdad de los resultados educativos" (10, 3). Este intervencionismo estatal llega al extremo de reservarse "el Consejo Federal de Cultura y Educación" la "posibilidad de declarar situaciones de «emergencia educativa», que permitan ejecutar acciones de apoyo rápidas", y obliguen «i "proponer las acciones y las modalidades de ejecución que estima urgentes y necesarias" (10, 3).
Un ejemplo permitirá comprender mejor la hondura del mal que aquí se enuncia. Uno de los NAP es "el reconocimiento de las principales características de las relaciones familiares y de parentesco" (cfr. Consejo Federal de Cultura y Educación, Núcleos de Aprendizajes Prioritarios, Ciencias Sociales, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 200.6, pág.20).
Pero el documento base, no sólo especifica en dos oportunidades la vigencia de la teoría del género (capítulos 1 y 2, 1), sino que desde los niveles iniciales de la instrucción exige que se inculque esta siniestra premisa: "'no hay un único tipo de familia, ni una que sea la mejor o la que todos deben tener, sino que hay muchísimos tipos de familia. No importa cómo sea o la forma que tenga: todas son familias" (cfr. Consejo Federal de Cultura y Educación, "Familias con la escuela. Juntos para mejorar la educación", EGB Primaria, Primer Ciclo, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, pág. 19).
De modo que si el cuerpo docente de un colegio presenta como normal y deseable el modelo natural y cristiano de familia, sostenido en la unión ante Dios de uno con una y para siempre, el Estado puede declarar "zona de emergencia" a dicho establecimiento educativo, e intervenir para inculcar la noción de género, la licitud de las uniones contra natura o la de las adopciones filiales por parejas de depravados, o la del concubinato entre un "papá" y su mascota o una "mamá" y su fetiche favorito.
Las evaluaciones bianuales determinarán después si los alumnos han incorporado o no este importante aspecto de los NAP. El despotismo del pensamiento único queda así plenamente asegurado.
La destrucción nacional
No es sólo una ley educativa lo que se propone el Gobierno, sino y mediante la misma, él hecho mayúsculo de "poner en discusión el modelo de país para las próximas décadas" (Introducción).
Ese modelo no es el que brota de nuestros orígenes históricos, ni de nuestra tradición espiritual y cultural, ni de nuestro patrimonio heredado desde los días del Descubri-miento, sino el que imponen los poderes dominantes: el de "la sociedad del conocimiento, la ciencia y la tecnología"; el de la sociedad "que valore el pluralismo, la diferencia y la diversidad cultural, sin dar lugar a ningún tipo de discriminación por etnia, religión, origen o género"; el de la sociedad dócilmente ordenada a "ese nuevo modo de organización caracterizado por una fuerte tendencia a la globalización cultural", con sus "procesos de globalización, de construcción de identidades supranacionales".
Es patéticamente cierto, en consecuencia, lo que declara la Introducción de este documento base, que "la ley debe convertirse en un plan de acción efectivo, en una herramienta fundamental para la transformación del país". Ya no se trataría de la Argentina sino de un país con un rotundo rechazo por su acervo hispanocatólico, pero con una identidad explícitamente caracterizada como latinoamericanista e indigenista. Tanto que, en adelante, habrá que "promover la plena participación de las lenguas y de las culturas indígenas en el proceso de enseñanza y aprendizaje", para "que todos nuestros niños y jóvenes conozcan y valoren en profundidad el papel que desempeñaron los pueblos originarios de éstas tierras en nuestra historia y el que desempeñan en la actualidad".
A lo que algún orate en materia lingüistica agregó sin ruborizarse que "están probadas las ventajas pedagógicas de la utilización de las lenguas aborígenes como recursos de aprendizaje y de enseñanza en todas las áreas del curriculum y particularmente en lo referente al aprendizaje del español" (2,, 5).
En consonancia con este modelo de país castrista, chavista o euomoralista, funcional a la estrategia gramsciana y satélite de la aldea global propuesta por el Nuevo Orden Internacional, la escuela deberá "recuperar lo mejor de la tradición y el espíritu de la Ley 1420" (cap. 1); esto es, el laicismo integral de neto cuño masónico.
Pero con el agregado que impone ahora la exacerbada cosmovisión mercantilista, materialista y relativista; lo que supone hacer de ella un espacio "con textos, manuales, computadoras, laboratorios para la enseñanza de las ciencias" (2, 1), "acceso a Internet y televisión educativa", "y teléfonos" (7), ya que "la gran función de la escuela será enseñar el oficio de aprender" (4).
Entonces, "es necesario que la escuela también asuma que aprender es un trabajo" (cap. 1), y se pueda cumplir cómodamente el gran objetivo anunciado de "educar para la productividad y el crecimiento".
¿Se diferencia en algo este postulado del ideal marxista del homo faber? ¿Se diferencia en algo del laicismo reduccionista liberal?
Es la misma trampa, la misma pringue, idéntica impostura. Verdad, Bien, Belleza, Virtud, Contemplación, Sabiduría, Dios, son realidades absolutamente ajenas a esta concepción de la escuela.
Informática, Cibernética, Productividad, Rentabilidad, Praxis, Ateísmo, son sus caracteres dominantes.
La falsa formación integral
No vale la pena demorar mucho más el análisis, pues lo que urge es la impugnación del proyecto y la reacción firmísima frente al enfermizo despotismo que pretende imponerlo.
Digamos simplemente qué, se tome el aspecto que se tomare en esta documentación oficial, lo que aparece y abunda es una diversidad de idénticos o peores extravíos que los ya han sido señalados a modo de. ejemplos. El fin de la educación es "la democracia", centrada en el dogma del "respeto irrestricto por los derechos humanos" (cap. 1); el alumno es "un sujeto de derechos"; el "cambio y la renovación permanente" son los nortes sagrados; la "identidad" es algo que se construye a gusto, a la carta; "la educación inicial es un derecho de ¡os niños, no de los padres" (1, 3); "la escuela no puede renunciar a mantener un diálogo con la televisión y a trabajar con sus contenidos realmente existentes" (9, 1), y "la sociedad de la información" nos acogerá entonces, gozosa y triunfante.
Con razón recordaba Benedicto XVI, en su primer viaje pontificio a Colonia, el 20 de agosto de 2005, que "la absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza".
Por eso, por el fondo de la int r ínseca perversión ideológica que inspira y sostiene esta iniciativa, nadie debe engañarse cuando se hace una fugaz referencia concesiva a la "formación integral" (2, 3).
Se sostiene textualmente que "la calidad educativa debe abarcar la integralidad del sujeto. Desde este punto de vista, es necesario que la formación básica y universal brinde las oportunidades educativas que fortalezcan todas las dimensiones de la personalidad: cultural, social, estética, ética y religiosa".
Mas el error no es solamente el de reducir la religión a una dimensión de la personalidad, en paridad con "la dimensión sanitaria, nutricional, etc.", sino el priorizar expresamente en esa formación integral —concebida como capas yuxtapuestas de dimensiones— "al desarrollo físico y a la práctica deportiva, dirigidos a promover mayores niveles de salud, y al desarrollo de hábitos de juego limpio, el cuidado de uno mismo y el tra-bajo en equipo" (2, 3).
Es evidente que en la jeraquía de valores que conforman esta supuesta formación integral, la prioridad o "la particular atención", como se afirma, la tienen los valores sanita-ristas e higiénicos, lógico corolario de una forma mentís naturalista y crasamente materialista.
"La educación es la base de una sociedad más justa", se repite con insistencia en este proyecto de ley. Es absolutamente al revés. Dios es justo (I San Juan, 3, 7), y rechazada su Autoridad y su Magisterio ninguna justicia humana será posible, ni en educación ni en ámbito alguno.
No serán Filmus y sus secuaces —salidos todos ellos de las alcantarillas ateas y apatridas de la Flacso— los que habrán de trazarnos el camino para una educación nacional.
Sólo el respeto por el Orden Natural y el amor al Orden Sobrenatural harán posible el milagro de restituirle a la patria el decoro educativo necesario.
Sólo la Pedagogía del Verbo, el Magisterio inabolible e invicto de Jesucristo, que no nos llama al debate con los truhanes sino a la lucha por la victoria de Su Reino •




26 de Enero de 2012
La mentira de los desaparecidos


Comen­tando los Man­da­mien­tos, Santo Tomás llega al octavo y nos explica que se puede men­tir de tres modos diver­sos: acu­sando fal­sa­mente, acu­diendo a tes­ti­gos men­ti­ro­sos y sen­ten­ciando injus­ta­mente mediante jue­ces inequi­ta­ti­vos. Mien­ten los detrac­to­res que arre­ba­tan el buen nom­bre, los que los escu­chan com­pla­cien­te­mente, los adu­la­do­res y mur­mu­ra­do­res que se hacen eco de los embus­tes pro­pa­gán­do­los por doquier, item susu­rra­to­res, agrega el Aqui­nate, que es decir tam­bién los chis­mo­sos, a quie­nes mal­dice la Escri­tura por­que “tur­ban a muchos que viven en paz” (Eccli 28,15).
Abun­dando en cien­cia y en pru­den­cia, el Santo Doc­tor con­si­dera cua­tro moti­vos por los cua­les ha de ser repro­bada toda patraña. Por­que nos ase­meja al demo­nio –men­ti­roso y padre de la mentira-, por­que trae la per­di­ción para el alma, por­que des­pres­ti­gia la fama y la honra, y por­que hace impo­si­ble la vida social, ya que si los hom­bres no se dicen la ver­dad recí­pro­ca­mente, la con­cor­dia entre ellos des­a­pa­rece, y con ella la causa for­mal del orden comunitario.
Valga el introito para inte­li­gir y eva­luar el tema cen­tral que aquí pre­sen­ta­mos. Por­que la lla­mada cues­tión de los des­a­pa­re­ci­dos no es sino una redonda y escan­da­losa impos­tura, a la que se le apli­can todas y cada una de las ati­na­das obser­va­cio­nes de Santo Tomás.
Men­tira Cuantitativa
Empieza por ser un fraude la cifra, puesto en evi­den­cia con arit­mé­tica pre­ci­sión, ya no en sesu­dos estu­dios crí­ti­cos ela­bo­ra­dos por quie­nes tie­nen legí­timo inte­rés en refu­tar la fábula, sino por los mis­mos auto­res de la misma. Los auto­ti­tu­la­dos orga­nis­mos defen­so­res de los dere­chos huma­nos, desde la ver­ná­cula Cona­dep hasta el euro­peo Far­hen­heit, pasando por la des­co­me­dida Amnesty, jamás han cal­cu­lado ese número sino otro que –en las más abul­ta­das de las con­je­tu­ras– no llega a su ter­cera parte. Y auto­res como Richard Gilles­pie, que no pue­den ser acu­sa­dos de par­cia­li­dad favo­ra­ble a las Fuer­zas Arma­das, edi­tan libre­mente sus con­clu­sio­nes al res­pecto, sin sobre­pa­sar el vein­ti­cinco por ciento del mítico guarismo.
No cal­culó 30 mil la actual Secre­ta­ría de Dere­chos Huma­nos, ni la Emba­jada de los Esta­dos Uni­dos, ni la Asam­blea Per­ma­nente por los Dere­chos Huma­nos, ni el Estado de Israel, cuando el 24 de sep­tiem­bre de 2003 reco­no­ció que los 2000 judíos des­a­pa­re­ci­dos con­for­man el 12% del total. Dato que reve­la­ría, por un lado, que el total es enton­ces de 16.700, y por otro, que tam­bién en nues­tro país fun­cionó el clá­sico mari­daje entre el judaísmo y el marxismo.
Hay otro cálculo, a cuya cruda vera­ci­dad asi­mismo se le huye. Y es aquel, según el cual, cada indem­ni­za­ción esta­tal por des­a­pa­re­cido pudo alcan­zar la cifra de 244.000 dóla­res, repar­ti­dos entre deu­dos, abo­ga­dos y agru­pa­cio­nes dere­cho huma­nis­tas. Como suce­dió en el caso del Sr. Hage­lin, en tiem­pos de De la Rua, siendo bene­fi­ciado aquél con la suma de 702 mil dóla­res, gra­cio­sa­mente repar­ti­dos con el abo­gado Aníbal Iba­rra. Es el nego­cio del holo­causto, como lo lla­mara para análogo caso el israe­lita Nor­man Fin­kels­tein en su libro homónimo.
Ima­gi­na­mos la obje­ción supues­ta­mente huma­ni­ta­ria y nos apres­ta­mos a res­pon­derla. Por­que lo que aquí queda demos­trado al cer­ti­fi­carse la men­da­ci­dad de los dígi­tos, no es que treinta mil vidas val­gan más que una, o que nueve mil homi­ci­dios sean menos gra­ves que sus suce­si­vos múl­ti­plos, sino que el mar­xismo miente a sabien­das, miente deli­be­rada, per­ti­naz e impu­ne­mente, no sólo por­que conoce el papel que juega el engaño en la gue­rra cul­tu­ral, sino por­que se tiene bien apren­dida la estra­te­gia de la impo­si­ción ideo­ló­gica. Manio­bra envol­vente esta última, que nece­sita –para com­ple­tar su enredo dia­léc­tico y reduc­cio­nista– aque­lla mal­sana magia de la cifra de la que habla Sauvy, en vir­tud de la cual una vez sacra­li­zada una algo­rit­mia, la vene­ran sin hesi­tar los devo­tos del culto a la nume­ro­lo­gía, en clá­sica expre­sión de Soro­kin. Tan útil resulta a las izquier­das este cuan­ti­ta­tivo embuste, que el actual pre­si­dente Kir­ch­ner lo ins­ti­tu­cio­na­lizó for­mal y públi­ca­mente, diri­giendo la pala­bra ante la mis­mí­sima ONU ape­nas asu­mido su man­dato. Lo había hecho con ante­rio­ri­dad ya varias veces, pero la enti­dad del recinto que escu­chaba su ceceoso ale­gato, le con­fiere a la indigna trufa del pri­mer man­da­ta­rio el carác­ter de una nueva his­to­ria ofi­cial, huera de toda vera­ci­dad, como su ante­ce­sora libe­ral del siglo diecinueve.
No se ha medido aun sufi­cien­te­mente la gra­ve­dad de aque­llas decla­ra­cio­nes del juez Alfredo Hum­berto Meade –hechas públi­cas el 15 de noviem­bre de 2002– según las cua­les, y sor­pren­dido vivo cuando el libelo Nunca Más lo apun­taba como des­a­pa­re­cido, reco­no­ció pim­pante el opro­bioso fraude, pues era su modo de home­na­jear a los caí­dos, según dijo. Des­en­mas­ca­rado que­daba el repug­nante truco del mar­xismo, por enésima vez. A la vista de todos se ense­ño­reaba la fala­cia, sabién­dose posi­ti­va­mente que el caso del usía felón era uno entre cen­te­na­res, o qui­zás entre miles. Fue vana la evi­den­cia para una socie­dad envi­le­cida que se nutre de sofis­mas, y mucho más para los mul­ti­me­diá­ti­cos artí­fi­ces de la tra­moya. La cifra quedó intacta y ganó fuerza. Podrá negarse la tri­ni­dad de Dios, el tri­ple seis de la Bes­tia, la obvia decena del Decá­logo u otros sagra­dos núme­ros. Quien nie­gue el invento de los treinta mil des­a­pa­re­ci­dos, sea anatema.
–II–
Men­tira cualitativa
Fuera de su faz cuan­ti­ta­tiva, la cues­tión con­tiene otra estafa, ya no sobre el volu­men de los des­a­pa­re­ci­dos sino sobre la natu­ra­leza de los mismos.
No se dirá de ellos nada que defina su con­di­ción de vic­ti­ma­rios; nada que señale su mili­tan­cia terro­rista, su inser­ción en la ofen­siva gue­rri­llera, sus acti­vi­da­des sub­ver­si­vas, sus enro­la­mien­tos cra­pu­lo­sos en un apa­rato comu­nista inter­na­cio­nal. Antes bien, los eufe­mis­mos están a la orden del día y se mul­ti­pli­can con la ima­gi­na­ción de los pro­pa­gan­dis­tas de la izquierda. Sea la sen­ti­men­tal y ple­beya deno­mi­na­ción de chi­cos, la cien­tí­fica cali­fi­ca­ción de uto­pis­tas o la téc­nica seña­li­za­ción de disi­den­tes, van y vie­nen las elip­sis idio­má­ti­cas, al solo objeto de esca­mo­tear lo que debe­ría ser el punto ver­te­bral de dilu­ci­da­ción: si los que resul­ta­ron des­a­pa­re­ci­dos eran cul­pa­bles o no de inte­grar un ejér­cito irre­gu­lar de par­ti­sa­nos alza­dos con­tra la Nación. Si come­tían o no sus actos depre­da­do­res con el apoyo logís­tico e ideo­ló­gico de por los menos dos Esta­dos Terro­ris­tas, el Cubano y el Soviético.
Tam­bién aquí hemos de anti­ci­par­nos a una obje­ción pre­vi­si­ble, y alza­mos la voz fir­me­mente para recor­dar que lo que dire­mos lo diji­mos mien­tras ocu­rrían los hechos. Reos o inocen­tes no hay crea­tu­ras que merez­can el des­tino de des­a­pa­re­ci­dos; si lo último por razo­nes mani­fies­tas, si lo pri­mero por­que es legí­timo el recurso a la pena de muerte, públi­ca­mente eje­cu­tada y res­pon­sa­ble­mente deci­dida. Pero los sub­ter­fu­gios con que se adul­tera la iden­ti­dad de los des­a­pa­re­ci­dos, no son para defen­der a los inocen­tes sino para reivin­di­car a los cul­pa­bles. No para llo­rar a los ino­cuos sino para excul­par a los criminales.
Como en seme­jante mate­ria –como en todo– es lógico que el sen­tido común reclama un lugar aun­que se lo expulse inten­cio­na­da­mente, no han fal­tado reco­no­ci­dos terro­ris­tas que se han negado a los dis­fra­ces semán­ti­cos. Desde Página 12, el 17 de marzo de 1991, nada menos que Fier­me­nich reco­no­ció sen­ten­cioso: “habrá alguno que otro des­a­pa­re­cido que no tenía nada que ver, pero la inmensa mayo­ría eran mili­tan­tes, [eran] hom­bres capa­ces de ele­gir su vida”, y de hacer lo que hicie­ron “con con­cien­cia, con pasión”. “No hay dere­cho” –redon­dea el sica­rio– “a trans­for­mar en una estu­pi­dez todo eso”. La estu­pi­dez, tra­duz­cá­moslo, es que­rer hacer­nos creer que murie­ron por error, dam­ni­fi­ca­dos por la intrín­seca cruel­dad cas­trense. La estu­pi­dez, insis­ta­mos, es obli­gar­nos a dedu­cir que de la inmo­ra­li­dad del pro­ce­di­miento por el que alguien es for­zado a des­a­pa­re­cer, se sigue la incul­pa­bi­li­dad del mismo o lo que es peor, su nece­sa­ria glorificación.
Ni fue­ron treinta mil, ni fue­ron nece­sa­ria­mente inocen­tes. Dos ver­da­des que es nece­sa­rio repe­tir hasta escan­da­li­zar; dos men­ti­ras –las que nie­guen estos aser­tos– que es nece­sa­rio desenmascarar.
–III–
Men­tira moral
Queda una ter­cer ámbito de aná­li­sis de esta deli­cada cues­tión, ya no cuán­tico ni con­cep­tual sino moral.
Cre­ye­ron muchos al prin­ci­pio, que quie­nes recla­ma­ban los cuer­pos de sus parien­tes, lo hacían asis­ti­dos del com­pren­si­ble dolor, con­tri­tos ante el drama, con­tes­tes en que la gue­rra –por feroz que resulte– no puede ava­sa­llar el dere­cho natu­ral de ente­rrar a los muer­tos. La com­pa­ra­ción con la helé­nica Antí­gona se impo­nía casi espon­tá­nea­mente, y allí estaba la obra de Mare­chal –Antí­gona Vélez– para recor­dar­nos que la tra­ge­dia de Sófo­cles, apli­cada a la patria argen­tina, recla­maba una cruz para los caí­dos de un lado y del otro, con­forme a nues­tras mejo­res tradiciones.
Pronto se supo –y quien no quiera saberlo hoy es un cóm­plice del mito rojo– que no era el res­cate de cuer­pos entra­ña­bles ni la erec­ción de sepul­cros con cru­ces, los móvi­les de aque­llas fero­ces recla­man­tes. No era la voz de la heroína sofo­cleana que, en pleno paga­nismo, le impe­traba evan­gé­li­ca­mente al tirano Creonte, “no nací para com­par­tir el odio sino el amor”. Era exac­ta­mente lo con­tra­rio. Era el grito soez de un odio des­tem­plado y ren­co­roso, la mani­pu­la­ción del luto, inter­na­cio­nal­mente finan­ciado, el impia­doso uso de cadá­ve­res que se arro­ja­ban al ros­tro del enemigo como si fue­ran balas, la expre­sión inequí­voca y explí­cita de que aque­llas furias sólo que­rían con­ti­nuar desatando la insu­rrec­ción mar­xista. De cien mane­ras diver­sas, a cuál más cha­ba­cana y gruesa, lo ha dicho la señora Bona­fini en los últi­mos cinco lus­tros; y ha ido tan lejos en su mons­truosa ver­bo­rra­gia vin­di­ca­tiva, que no pocos de sus admi­ra­do­res cre­ye­ron opor­tuno tomar alguna dis­tan­cia pública. Excepto quien funge hoy de pre­si­dente, que se ha decla­rado su hijo.
Madres, Abue­las, Hijos, y un sin­fín de gru­pos soli­da­ris­tas afi­nes, res­pon­den a una estra­te­gia per­fec­ta­mente dise­ñada de ins­tru­men­ta­ción de la sen­si­bi­li­dad colec­tiva, cuyos sub­si­dios sucu­len­tos han sido y son pro­por­cio­na­dos por fun­da­cio­nes capi­ta­lis­tas, amén del apoyo reci­bido por el mis­mí­simo Depar­ta­mento de Estado de los Esta­dos Uni­dos, tal como lo reco­no­ció –entre otros– Julio San­tu­cho, en su libro Los últi­mos gue­va­ris­tas. La cues­tión de los des­a­pa­re­ci­dos enton­ces –así como la esgri­men quie­nes se arro­gan su entera repre­sen­ta­ti­vi­dad– está en las antí­po­das de encar­nar el pre­va­le­ci­miento del dere­cho natu­ral. Con­tra­rio sensu, reivin­dica para sí una juris­pru­den­cia cuyo norte no es la jus­ti­cia sino la ven­ganza, no la ecua­ni­mi­dad sino el encono, el revan­chismo y el des­quite inmi­se­ri­cor­dioso. Es la suya la ley de la peor clase de ira­cun­dos: la de quie­nes no se apla­can ni per­do­nan ni olvi­dan, y viven som­bría­mente mas­ti­cando su rabia, sus mal­di­cio­nes y sus agra­vios, gozando con la des­truc­ción de sus opo­nen­tes. Con razón San Pablo les decía a los Efe­sios “si se enojan no pequen”, por­que no es lo mismo la santa ira que la cólera movida por los demonios.
–IV–
La impos­ter­ga­ble verdad
Men­tira cuan­ti­ta­tiva, con­cep­tual y moral ésta de los desaparecidos.
Men­tira –y vuél­vase a las pala­bras de Santo Tomás con que empe­za­mos– que cuenta para su afian­za­miento con fal­sos acu­sa­do­res y jue­ces fac­cio­sos, con arre­ba­ta­do­res pro­fe­sio­na­les del buen nom­bre y chis­mo­sos de todo jaez, con pro­fe­sio­na­les del ardid ines­cru­pu­loso sol­ven­ta­dos por Fun­da­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas y otras cola­te­ra­les de la Revo­lu­ción Per­ma­nente. Tal vez se entienda ahora –desde esta pers­pec­tiva teo­ló­gica que nos ofrece el Doc­tor Angé­lico– por­qué la socie­dad argen­tina vive en ten­sión y en dis­cor­dia. Difí­cil­mente se pueda vivir de otro modo cuando se le niega su lugar pre­emi­nente a la vir­tud de la veracidad.
Ante tal estado de cosas es nece­sa­rio salir al ruedo para lla­mar a los hechos y a las per­so­nas por sus nom­bres. De un modo nada com­pla­ciente, tanto para fus­ti­gar a los res­pon­sa­bles de las desa­pa­ri­cio­nes como para los enca­na­lle­ci­dos embus­te­ros que han hecho de ellas un dogma de fe. Defen­diendo lo defen­di­ble –la gue­rra justa librada por las Fuer­zas Arma­das con­tra el mar­xismo– y con­de­nando lo que la con­cien­cia cris­tiana no puede sino repro­bar. Abun­dando en deta­lles his­tó­ri­cos que la amne­sia inten­cio­nal pro­vo­cada por las izquier­das, hace hoy impo­si­bles de recordar.
Deta­lles, por ejem­plo, como los que emer­gen de la juris­pru­den­cia uti­li­zada habi­tual­mente para cali­fi­car a los mili­ta­res de auto­res de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad. Tanto de los plie­gos res­pec­ti­vos de la Amnesty como los de la Corte Penal Inter­na­cio­nal, surge la pro­banza de que la tipi­fi­ca­ción de un cri­men de lesa huma­ni­dad, requiere la jun­tura de requi­si­tos per­fec­ta­mente apli­ca­bles a las accio­nes de la gue­rri­lla, inclu­yendo el que sos­tiene que tales homi­ci­dios, para ser rotu­la­dos como tales, “tie­nen que haberse come­tido de con­for­mi­dad con la polí­tica de un Estado o de una orga­ni­za­ción”. Más de un Estado Comu­nista apoyó y diri­gió las ope­ra­cio­nes mar­xis­tas. Más de una orga­ni­za­ción nativa, ame­ri­cana e inter­na­cio­nal res­paldó sus ope­ra­cio­nes béli­cas y políticas.
–V–
Por siem­pre
Pero mien­tras gobier­nan los Mon­to­ne­ros, y los remo­za­dos e impu­nes sub­ver­si­vos ocu­pan las calles, los foros, las pla­zas, los estra­tos ofi­cia­les y los ofi­cio­sos; mien­tras los mass­me­dia se rego­dean con su módico Nürem­berg local y casero, hay otros que ya no pue­den hacerse pre­sen­tes y cuyo recuerdo qui­sie­ran borrar por decreto de la memo­ria patria. Son los ilus­tres caí­dos en la gue­rra justa con­tra el Mar­xismo Inter­na­cio­nal. Los gue­rre­ros caba­les que se batie­ron en el monte y en la selva o en los labe­rin­tos urba­nos donde se escon­dían y ace­cha­ban los ase­si­nos terro­ris­tas. Los com­ba­tien­tes reales, los que tuvie­ron la suerte de enfren­tarse con uni­forme y ban­dera des­ple­gada, o aque­llos otros que hubie­ron de hacerlo –como en toda gue­rra no con­ven­cio­nal– yendo y viniendo cual un ejér­cito de som­bras. Por­que sólo el cóm­plice o el necio puede creer que al terro­rista aga­za­pado, camu­flado y mime­ti­zado con la pobla­ción nor­mal, se lo debe atra­par con la chapa iden­ti­fi­ca­to­ria a la vista y pre­vio aviso de allanamiento.
Los que caye­ron a campo abierto, o pateando esas gua­ri­das inmun­das desde las que se pla­neaba y eje­cu­taba a dia­rio el asalto con­tra la Nación. Los que tuvie­ron que luchar no única­mente con­tra los gue­rri­lle­ros, sino con­tra la sole­dad del mando cuando los más altos res­pon­sa­bles no estam­pa­ban sus fir­mas al pie de sus órde­nes o sen­ten­cias, ni pro­ce­dían como era ética­mente exi­gi­ble. Los que se enfren­ta­ron, junto con las balas enemi­gas, con la peque­ñez de los ami­gos, las defec­cio­nes de las cúpu­las cas­tren­ses, las deser­cio­nes de los flo­jos, las inmo­ra­li­da­des de los «pro­pia tropa», las angus­tias de los subal­ter­nos, las demen­cias de los opor­tu­nis­tas, y pese a todo, salie­ron lim­pios y rec­tos sin renun­ciar ala Fe en la causa por la que se com­ba­tía. Los sol­da­dos sor­pren­di­dos en la vigi­lia o en el sueño, en la puerta aba­tida a empe­llo­nes de una «cár­cel del pue­blo» o en la con­duc­ción de una patru­lla en Tucu­mán, «arma al brazo y en lo alto las estre­llas». Los que cada noche se des­pe­dían de sus hoga­res sin saber si regre­sa­rían al alba, mien­tras dor­mían ampa­ra­dos por la segu­ri­dad que les daba tales ope­ra­ti­vos, muchos, muchí­si­mos de los mise­ra­bles que ahora levan­tan el dedo acu­sa­dor. Los que sobre­vi­vie­ron –heri­dos, muti­la­dos, pre­sos, nunca como antes– y que han sido ensu­cia­dos por la pas­qui­ne­ría ama­ri­lla, sin dere­cho a réplica, y deben expli­carle ahora a sus hijos y nie­tos quié­nes han sido real­mente los ver­du­gos de la argentinidad.
Todos ellos y tanto más, han muerto y han peleado por la autén­tica gran­deza argen­tina. No die­ron sus vidas, como dicen algu­nos que así creen home­na­jear­los o poder lla­marse “ami­gos y fami­lia­res”, para que ahora «dis­fru­te­mos de esta paz, de esta liber­tad, de esta demo­cra­cia». Ofende sus recuer­dos el sólo pro­nun­ciar tama­ños dis­pa­ra­tes. Caye­ron y pelea­ron por lo Eterno y lo Per­ma­nente. Caye­ron y pelea­ron por la Cruz y la Ban­dera Azul y Blanca. Caye­ron y pelea­ron por Dios y por la Patria. Por eso– y que tomen nota los cri­mi­na­les de gue­rra que hoy gobier­nan– su lucha no ha con­cluido. Alguna vez vol­verá la ver­dad por sus fue­ros con­cul­ca­dos. Alguna vez, el Dios de los Ejér­ci­tos, hará caer sobre esta tie­rra cau­tiva y man­ci­llada, la ben­di­ción de su santa y jus­ti­ciera ira. Enton­ces, será la vic­to­ria pen­diente. Una vic­to­ria exacta, lím­pida, rotunda y clara. Por siempre.
Autor: Dr.Antonio Caponnetto

23 de Enero de 2012

Publicado en Revista Cabildo N°88
Mes de Abril de 2011-3era-Época
NACIONALES
Miguel DE LORENZO
Basteiro y otras evacuaciones
http://www.ahorainfo.com.ar/wp-content/uploads/2008/09/ariel-basteiro400_201207.jpg
En general suele ser tan difícil definir como entender a un socialista. Cómo hacer para acertar con lo esencial de una doctrina antiprincipios. Por dónde buscarle lo propio y distinto, aquello que lo haga ser enteramente tal cosa y no otra. Parece cierto que al socialismo no hay que buscarle esencias, que no las tiene, tampoco estilo que continuamente ha rechazado, podríamos afirmar que socialismo es como el sobrante de alguna calamitosa idea.
Socialistas son los que se esfuerzan más en el relato que en el ejercicio del honor, los de la parafernalia antirreligiosa y los librepensadores de la vulgaridad; y son también los que hacen de la decencia su estandarte, decencia y estandarte difíciles de hallar.
En nuestros recuerdos juveniles el socialismo local estaba representado por aquella figura estrafalaria de poncho, chambergo, inmensos bigotes y gestos como de emperador en el exilio (y que murió confesado, diría Castellani); reemplazada después por la de aquel otro profesor, más bien deplorable y un poco masón, que supo trabajar para los militares y un rato más tarde — siempre fiel a los principios— se convirtió en su verdugo.
Y hasta ahí llegaba nuestra Wikipedia socialista, cuando desde los sótanos enmohecidos donde se ocultan apareció un tal Ariel Basteiro que con el socialismo a cuestas, pertrechos (...y quizás, con alguna moneda), se pasó al Frente para la Victoria y de ahí (como corresponde a un luchador social) a un directorio, en este caso el de Aerolínea; Argentinas. Él fue uno de los que descubrieron el polímero capaz de unir dos pedazos de nada (socialismo y kirchenerismo), pedazos que juntos forman un compuesto de olor desagradable, consistencia casi infame y tan tóxico como para envenenar una ciudad y hasta un país.
Más tarde, curioseando un poco sobre el personaje nos encontramos delante de una historia absurda: se trataba de un socialista despreciado ¡hasta por los socialistas!
En efecto, así decía un dirigente de ese partido, a raíz del desalojo violento de un local del socialismo: "Ariel Basteíro, la verdad, es una persona muy pequeña. Yo lo vi a él y a las seis personas que estaban a su lado mientras tiraban a la calle el colchón y la ropa del hombre de setenta y ocho años que vivía adentro y cuidaba el lugar. En algún momento, decía defender Aerolíneas Argentinas; en otro momento decía ser socialista. En definitiva, ahora muestra la cara de lo que es, un patotero más, un tipo que no tiene el menor empacho de tirar un viejo a la calle".
De esa manera entre agachadas y traiciones transcurrían los días de Basteiro, junto a su nuevo patrón K. Se dedicaba a promover el aborto, la desestabilización en Ecuador, el mundial de basquet, el campeonato de ajedrez, etc., etc., hasta que de repente el patrón se murió y el destiño hizo de él un siervo sin cadenas. La situación sin duda preocupante para un esclavo de ley, fue la que en cierto modo lo obligó a sobreactuar en busca de un nuevo amo/ama.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cuál podría ser el hecho suficientemente obsceno como para llamar la atención del kirchenerismo, donde todo es obsceno? De repente, el tipo encontró en el Congreso, una imagen de la Virgen de Lujan y dijo ¡acá está! Ya todos sabemos que para un socialista renegado, uno que se precie —y como en este caso, que se desprecie— no puede haber situación más turbulenta que toparse con la Virgen. Algo le decía por lo bajo que si pedía que retiraran esa imagen de la Patrona de la Argentina, se convertiría en estrella del socialismo K, y se mandó...
Claro está que la historia de la patria colgada desde el inicio del manto de María no existe para Basteiro. ¿Qué valor tiene para un socialista que Juan de Garay al fundar por segunda vez la ciudad conservó para el puerto el nombre de Santa María de los Buenos Aires, y que Santa Fe y Córdoba y Salta y Santiago y Mendoza y San Juan y Jujuy y La Rioja fueron puestas bajo su amparo en las actas fundacionales?
Esa imagen de María, de la Madre de Cristo y Madre nuestra y Patrona de la Argentina; de la Virgen que presidió todos los grandes acontecimientos de la patria, la que marchó con los ejércitos y a la que invocaron y proclamaron Generala y enviaron sus sables y bastones de mando después de las batallas, desde San Martín y Belgrano y Guemes y Lamadrid y Pueyrredón hasta nuestros queridos soldados de Malvinas, del mismo modo que multitud de civiles y militares que con su vida forjaron la Argentina; esa imagen cargada de la historia esencial de la patria; esa imagen que desde Lujan nos cobija bajo su manto, y a la que van en peregrinación más de un millón de personas todos los años; esa imagen, única e imprescindible y tan nuestra, es nada menos la que ese alcahuete de burdel quiere retirar y reubicar, junto a cualquier otra cosa que ande suelta por el congreso, en "un espació multirreligioso"', como si tal equiparación fuera posible y aceptable.
Estos son los reales destructores de la nación, porque nada destruye más dramáticamente a un pueblo que vaciarlo del sentido trascendente de la vida. Esta pretensión de romper el lazo de amor que unió y sigue uniendo tradicional y viva-mente a los argentinos con la Virgen de Lujan para igualarnos codo a codo con el paganismo histérico de la pachamama, esto sí es basura y muy podrida.
A pesar de todo y en su defensa podríamos decir que entendemos los temores que desde el oficialismo manifiestan ante la imagen de María, porque está escrito que finalmente la Virgen aplastará la cabeza de la serpiente, con lo cual, cuando llegue ese momento inexorable, nadie debería dudar que del demonio y de Basteiro y de los socialistas y kirchneristas del demonio, quedará realmente poca cosa, poca y aplastada contra la tierra. •





Entre la suma de calamidades emprendidas por los activistas que pregonan en contra de la Iglesia Católica, no pudieron hallar mejor contrincante que Hugo Wats. Los judios saben que no es su enemigo. Lo que tampoco es discutible, es que siendo un claro y verdadero maestro de la doctrina católica, se utilice a los "estúpidos y asesinos guerrilleros" para ejemplo de nuestra ninez y juventud. La destrucción tramada en contra de sus obras es continuada por este cambio de lo que lleva su nombre por el de un vulgar criminal. Transitamos épocas en que toda ridicules alcanzará vigencia. Fue profetizado, ... eso y que al final "mi corazón inmaculado triunfará"          


15 de Enero de 2012
HUGO WATS Y RODOLFO WALSH

Un proyecto presentado ante la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, propone la supresión del nombre del Dr. Gustavo Martínez Zuviría a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, de la que fuera su fundador durante su gestión como Director de la misma, y su reemplazo por el de Rodolfo Walsh.
Entre los considerandos del susodicho proyecto abundan las mentiras, las insidias, las ignorancias,los errores maliciosos, los tópicos trillados de las peroratas marxistas, y hasta los gruesos gazapos sintácticos. Pero dos cosas quedan explicitadas sin subterfugios: a) que el nombre de Hugo Wast no debe figurar por ser "antisemita", y b) que el nombre de Walsh merece honrarse por su militancia montonera. Ya habrá ocasión de refutar, por enésima vez, el agravio gratuito que supone confundir con el antisemitismo al pensamiento católico sobre el misterio de Israel. Pensamiento Católico robusto y hondo —de perspectiva sobrenatural, raíces escritu-rísticas y teológica mirada— que,como pocos supo expresar en susvaliosos libros Don Gustavo Martínez Zuviría. ••
Sólo marquemos ahora una tragicómica paradoja; y es que aquella organización terrorista a la que perteneció el novel homenajeado,se definía como antisionista, teniendo visibles apoyos logísticos en el mundo árabe.
Recientemente, el escritor Daniel Schnitman, desde la publicación "La Voz. Periodismo Judeo-Argentino Independiente", del 29 de julio de 2006, denunciaba la "furibunda embestida antisemita" de los Montoneros, a través, entre otros medios, de su revista "Jota-pé"; a la par que asociaba con el atentado a la AMIA, a "personas que antiguamente formaron parte de la organización denominada «Montoneros»".
"El 25 de agosto de 2002 — agrega Daniel Schnitman— el reconocido periodista Miguel Bonasso publicó un estremecedor informe de inteligencia militar realizado durante la dictadura, bajo el título «Lo que sabía el 601», referido a la infiltración de los servicios a los Montoneros".
Dice Bonasso: "El informe del 601 abunda en datos sobre la relación militar entre Montoneros y Al Fatah, que había sido imprudentemente publicitada en una entrevista concedida al semanario español «Cambio 16», por el jefe de la estructura militar, Horacio Mendizábal, quien luego caería en combate, durante la primera Contraofensiva. La revelación de «Hernán» o «el Lauchón», como se conocía a Mendizábal en Montoneros, causó alarma en el alto mando palestino y atrajo definitivamente sobre los guerrilleros argentinos la inquietante mirada del Mossad israelí. Que, según algunas fuentes, nutrió con información al 601".
De modo que, en lo sucesivo, quienes proponen la supresión del egregio nombre de Hugo Wast deben hablar más claro. No es el presunto antisemitismo del gran novelista, lo que les quita el sueño. Es su condición de católico, apostólico y romano lo que les molesta y subleva. Y se entiende que así sea, en quienes están haciendo del anticatolicismo una vergonzosa política de Estado.
Por lo demás, la verdad es qué a Montoneros, tanto le dio recibir financiación del mundo árabe, como nutrir sus cuadros homicidas con israelitas, por cuyo "exterminio" siguen aplicando la ley de Nuremberg. •




26 de Diciembre de 2011
Publicado en Revista Cabildo N°93
Noviembre/Diciembre 2011- 3° Época
NACIONALES
  Octavio GUZZI
Kirchner y la Pseudo Academia


Largos años de apartarnos del buen camino nos han regalado este trágico devenir. La patria se desangra y sus prohombres lo sufren. Y digo esto, no por encanto retórico, sino porque no son extrañas a nuestro lector, las ridiculas comparaciones del pirata fallecido hace un año con nuestro respetado José de San Martín.
Como si la incongruencia no tuviera límite, la confusión es el arma que esgrime este despotismo de masas. Es el arte de cohonestar lo vil con lo moral, lo salvaje con lo natural, lo efímero con lo eterno. En fin, y para no perdernos en enumeraciones, el arte de imponer el reinado de las cosas desordenadas por sobre el proyecto salvífico de Dios.
¿Dónde residen las claves de la masiva acogida de este caos? En largos años de errores y de modelos educativos gramscianos, que prod' jeron los frutos espirituales descorrí puestos, hoy a la vista. Era un final anunciado, un espectáculo al cual ya habíamos asistido. Hacia los años ochenta, algunos autores se dedicaron a estudiar profundamente el fenómeno y sus implicancias. Pero éste y otros grandes esfuerzos intelectuales y morales, fueron insuficientes ante el cúmulo de fuerzas masónicas que trabajan por una Argentina postrada. Y dentro de este marco surgió el artífice de la confusión, el sujeto "oscuro": tan desvergonzado, que no dudó en proclamarse hombre de la patria.
Sin intención de desprestigiar a Heráclito, el mote de oscuro le vale al mentado muerto, abanderado de las tinieblas, si los hubo. Dentro de su gran inventiva sofística, supo
muñirse de su propia escuela, la nunca bien ponderada: La Campora. ¿Quiénes se
recluían en este discipulado? Jóvenes acuciados entre el desempleo y la desidia, que prefieren los modelos del éxito al duro camino de la virtud. O bien, aquellos que suscriben ciegamente el lamentable relato oficial. O, peor aún, los que prefieren ahogarse en las fauces de la nada y del oportunismo. Así, se conforma esta pseudo academia.
Algunos de estos discípulos, de opinión ligera, podrían disputar nuestra afirmación. Mas, sin ánimo de refutar a tan encumbrados
aprendices, le presentamos, a modo de ejemplo, algún dato estadístico, publicado el pasado 16 de octubre (cfr. http://www.clarin.com/ politica/Instituto-Cine-gasta-empleados-peliculas_0_573542699. html). En efecto, surge de estos datos una nueva y escandalosa tropelía: "El Instituto [Nacional de Cine] prevé gastar durante 2011 nada menos que $ 346 millones", de los cuales "el INCAA calcula que gastará 81.091.882 pesos en sueldos". De acuerdo con la noticia, "en el 2002, el INCAA tenía 75 empleados, mientras que para 2012, según el presupuesto, se reconocen 643" y "a esto hay que sumar los contratados, que no serían menos de doscientos".
Con dichos números, alguno se tentaría de reflexionar sobre la expansión del cine argentino. Nada de eso. Tamaña leva bolchevique solo puede encontrar una única explicación: la dinámica demagógica y el envilecimiento de la turba juvenil.
Entonces, no ha de extrañarnos que uno de los últimos spots de la Campaña pro K aluda a la "fuerza de la juventud". Sin duda, han sabido apoderarse de ella; corrompiéndola, vaciándola, o mejor dicho, pagándole enormes sinecuras por emular las atrocidades de su enaltecido maestro. He aquí, la pan escuela: donde el ultraje sólo
equipara al afán de rapiña y súbita conquista económica.
En el reinado del desorden todo es lícito. Incluso generar más empleo que trabajo, a fin de continuar alimentando las montoneras mercenarias. Y en medio de los más graves atropellos, los ilustres camporistas nos imparten el buen consejo: ¡Anda a estudiar!
Frente a tamaña recomendación, bien podríamos recordar unas palabras del Padre Furlong, quien decía: "La educación más cabal es aquella que lleva a un hombre a tener su entendimiento sometido a la verdad, y su voluntad sometida a la moral, y sus pasiones sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo este conjunto, ilustrado, dirigido y elevado por la Religión". Consejo que difícilmente puedan entender estos camporistas. ¡Dios se apiade de sus almas! •



18 de Diciembre de 2011
ANIVERSARIOS
Daniel Ornar GONZÁLEZ CÉSPEDES
Carlos Alberto Sachen, Mártir de Cristo y de la Argentina



El domingo 22 de diciembre de 1974, al regresar de la Santa Misa, y en presencia de su familia, era asesinado de manera cruel y alevosa el Doctor Carlos Alberto Sacheri.
Fueron esos años de la década del '70, para calificarlos con pocas palabras, trágicos y sangrientos. La República Argentina era objeto — aunque ahora se lo niegue— de una guerra revolucionaria; guerra que había ingresado en su etapa decisiva. El clima de terror y el caos campeaban por sus fueros. La guerrilla marxista había comenzado a apuntar a blancos selectivos ("tirar a la cabeza"). Es en este contexto donde las muertes de Jordán Bruno Genta y de Carlos Alberto Sachen adquieren su real significado. Los asesinan porque creían en Cristo Rey, y porque hacían todo lo que estuviera a su alcance para que ese Reinado fuera efectivo en la Patria. Así lo reconocen sus asesinos, miembros del Ejército de liberación 22 de agosto, en una satánica carta, redactada por una mano apóstata: "...Enterados de la ferviente devoción que los extintos profesaban a Cristo Rey, de quien se decían infatigables soldados, nuestra comunidad ha esperado las festividades de Cristo Rey según el antiguo y nuevo «ordo missae» y ha permitido que los nombrados comulgaran del dulce Cuerpo de su Salvador para que pudieran reunirse con Él en la gloria, puesto que en este Valle de Lágrimas eran depositarios de la Santa Eucaristía" (Hernández, Héctor H.: "Sacheri. Predicar y morir por la Argentina", Ed. Vórtice, Bs. As., 2007, pég. 800).
Era Sachen un hombre de corazón grande, de un corazón magnánimo. ¿Qué es la magnanimidad? Santo Tomás de Aquino dice que es "cierta tendencia del «ánimo» a las «cosas grandes». Deseaba hacer cosas grandes para Dios y por esta Argentina. No podía ser de otro modo pues el amor perfectísimo hace emprender las cosas más difíciles. El magnánimo es un hombre humilde y lo consume el fuego de la caridad.
La caridad lo consumía. No se buscaba a sí mismo. Todo lo hacía para la Mayor Gloria de Dios porque su bandera no fue otra más que el Omnia instaurare in Christo. Fue así que impulsó innumerables iniciativas. Participando en la obra la "Ciudad Católica", fundando el Instituto de Promoción Social Argentina (IPSA) y organizando o asistiendo a múltiples Congresos. Recordemos también su paso por la Sociedad Tomista Argentina y el Instituto de Filosofía Práctica.
Amó a esta Argentina como se debe: en Cristo. Una Argentina sin Cristo era algo inconcebible para él; planteó el bien sobrenatural como meta para un orden social justo. De su patriotismo nos queda el testimonio de Guido Soaje Ramos: "Que Carlos Sacheri fue un patriota argentino cabal, lo pone de manifiesto su ardiente e indeclinable preocupación por la identidad nacional, por el bien común de todos sus compatriotas, y por el destino de nuestra Patria, amenazado desde afuera y desde dentro... No era Carlos Sachen, desde luego, un criollo desarraigado, que viviera a espaldas del país, al que él tanto amaba con un amor perfectivo" (Hernández, Héctor H.: op. cit., págs. 150 y 151).
Como filósofo y maestro que fue, centró su actividad en restablecer el primado de la inteligencia en el orden de las ideas. Versado en el tomismo, todos reconocían su aptitud para aplicarlo a la vida. Sobre su tomismo, dijo el Padre Meinvielle: "Vea usted las maravillas que hace el tomismo en quien se deja conducir por él" (ibidem, pág. 29). Hizo del periodismo también una cátedra para enseñar, para la prédica de la Verdad.
Frente a la terrible crisis en la Iglesia, salió a la palestra para disipar los errores del tercermundismo. Allí tenemos su libro "La Iglesia Clandestina". Él mismo nos dice: "Este libro se propone manifestar cuáles son el espíritu, la doctrina y las técnicas de acción de esos movimientos, con objeto de disipar la actual confusión y evitar el juego dialéctico al cual se nos somete. El futuro de la Iglesia en nuestro país, depende de ello. Esta convicción nos impide permanecer en un silencio confortable, según la obligación que S.S. Pablo VI nos señalara en su alocución del 18-9-68: «Ha llegado la hora de amar a la Iglesia con un corazón fuerte y renovado. ¡Amad a la Iglesia! Este es, queridos hijos, el deber de la hora presente. Amarla es estimarla y sentirse feliz de permanecer a ella. Significa obedecerla y servirla, ayudarla con alegría y con sacrificio en su ardua misión»" (Sacheri, Carlos Alberto: "La Iglesia Clandestina", Ed. del Cruzamante, Bs. As., 5° ed., 1977, pág. .
En el prólogo de la edición post mortem de "El Orden Natural", Monseñor Adolfo Tórtolo dice que: "Sacheri advirtió que el muro se iba agrietando velozmente por el doble rechazo del orden sobrenatural y del orden natural. Vio la problemática del orden natural subvertido y vigorizado por una técnica portentosa. Y se volcó de lleno, no a llorar, sino a restaurar el orden natural. Aquí está la razón de su sangre mártir" (Sacheri, Carlos Alberto: "El Qrden Natural", Ed. del Cruza-mante, Bs. As., 5° ed., 1980, págs. VI y VII).
Sacheri fue maestro, filósofo, catedrático, animador, periodista, esposo y padre ejemplar. Todo esto es cierto. Pero no menos cierto es que fue todo esto porque llegó a ser un auténtico apóstol. Si no comprendemos esta faceta de nuestro homenajeado, no comprenderemos su vida ni su muerte. Se es apóstol en la medida que uno se entregue a Dios como instrumento dócil, como una pura capacidad puesta totalmente a su disposición. Cuando el desaliento y la desesperanza traten de abatirnos recordemos el testimonio supremo de Carlos Alberto Sacheri. Él vivió, luchó y dio su vida por Dios, por la Iglesia y por esta Patria nuestra. Recordemos también, con Abelardo Pithod, que "... tu sangre que no para es como una fuente pura y roja, inmaculada, de gracia redentora  sobre la Patria desolada" (Pithod, Abelardo: "Oración por el hermano muerto por Dios y por la Patria", en "Carlos Alberto Sacheri: Un mártir de Cristo Rey", pág. 21). •





10 de Diciembre de 2011
Publicado en Revista Cabildo N°73
Mes de Abril/Mayo de 2008 3era. Epoca
LA FÁBULA DE LOS TREINTA MIL DESAPARECIDOS


La mentira de los treinta mil desaparecidos fue desarrollada con la complicidad de infinita cantidad de oportunistas que, sabiendo que era éso: una mentira, contribuyeron a su entronización laica, para que cualquiera que osara contradecirla fuera condenado al infierno de quienes no creen en el Infierno. Casi todos los medios de comunicación que apoyaban la lucha contra la subversión en los tiempos del Proceso se plegaron mansamente a la edificación de la leyenda.
Sin embargo, como la verdad tiende a emerger siempre, el tinglado farsesco de "los treinta mil" va desmoronándose, incluso con el aporte de voces que defienden explícitamente la acción subversiva. Ahora se trata de Martín Caparros, el coautor —junto a Eduardo Anguita— de "La Voluntad", el voluminoso texto reivindicatorío de la militancia guerrillera marxista.
En un jugoso reportaje hecho por ADN Cultura de "La Nación" del 22 de marzo de 2008 (págs. 10-12), podemos leer, entre otros juicios de valor, comentando su nuevo libro "A quien corresponda", lo siguiente:
"...esa lectura de los militantes como desaparecidos, que provino de los movimientos de derechos humanos y, básicamente, de las Madres de Plaza de Mayo, que no tuvieron más remedio que presentar a sus hijos en el 76 ó 77 como pobres muchachos que estaban tranquilos en el living de sus casas cuando vinieron unos señores muy malos y se los llevaron. Esto informó toda la historia de ese período, hasta una gran culminación mistificadora, paradigma de esa justificación que fue «la noche de los lápices», donde se enseña, aún hoy en los colegios, que eran unos pobres chicos que pedían por el boleto estudiantil y se los llevaron, los secuestraron y los mataron. En realidad, los secuestraron, torturaron y mataron, es cierto, cosa que no hay que hacer con nadie. Pero no se dijo que esos chicos acordaban y participaban en actividades de grupos que postulaban la lucha armada. Esto no lo dicen porque se supone que, de hacerlo público, habría una justificación de secuestro, tortura y muerte".
El obsecuente periodista Miguel Russo, que lo reporteaba, alelado ante el aparente "gazapo" de Caparros, escribe: "Caparros dijo quince o veinte mil. Serio, dijo quince o veinte mil. No puede ser una equivocación. NO en un tipo como Caparros, que es absolutamente consciente de lo que dice"; y entonces pregunta, como temiendo la respuesta: "¿quince o veinte mil es una manera de decir «no» a los treinta mil desaparecidos?"
"A ver, nunca se confirmó nada que se le parezca a ese número. Y se usa el número treinta mil porque parece que impresiona más y porque se cristalizó de esa manera. Creo que no es necesario poner cifras de las que no estamos seguros para que parezca más (...) a esta altura, sí le creo a las cifras que más o menos se empiezan a barajar en las listas de nombres que se van construyendo (...) Tratemos de ajustamos a cierta verdad comprobable".
Finalmente, concluye Caparros: "No es que me moleste que haya militantes revolucionarios en el poder (...) Lo que sí me cabrea es que traten de usar esa historia, tan lejana, para legitimar lo que no hacen ahora en el poder (...) tratan de barnizar un gobierno centrista con los recuerdos melancólicos de lo que supuestamente hicieron hace treinta y cinco años. Y me jode que la sociedad compre eso, a favor o en contra. La síntesis de esa situación es Puerto Madero, donde se instaló el compañero Kirchner en una caricatura de sí mismo. Siempre lo dije: me impresiona Puerto Madero porque es el lugar donde se construyen edificios a cuatro mil dólares el metro cuadrado en calles que se llaman Azucena Villaflor. Los riquísimos encerrados en un gueto sobre una calle que lleva el nombre de militantes más o menos revolucionarios". •

30 de Noviembre de 2011

Publicado en Revista Cabildo N°70
Mes de Diciembre de 2007-3era.Época
Mundialismo
por Luis Antonio LEYRO
IDIOTIZACIÓN GiOBAL PROGRAMADA


Arturo Jauretche en su "Manual de Zonceras Argentinas"(l968), en relación con el manipuleo discrecional de la desinformación, dirigida al objetivo de la colonización cultural, manifiesta: "las zonceras consisten en principios introducidos en nuestra formación cultural desde nuestra más tierna infancia —y en dosis para adultos— con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido". También recuerda el dicho popular: "mamá haceme grande que zonzo vengo solo", aclarando que "...esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes", ya que "en cuanto el zonzo analiza la zoncera deja de ser zonzo".
Esta pedagogía colonialista que todos hemos padecido, por ejemplo, escamoteándonos buena parte de nuestra historia, aunque manteniendo en general un nivel respetable, ha sufrido en los últimos años un cambio brusco que amenaza empeorar, de acuerdo con los lineamientos de Zbigniew Brzezinski de privilegiar los conocimientos concretos y técnicos, funcionales al sistema, por sobre otros más elevados.
Veamos: en el Manual de 4° grado —actualmente vigente para niños de 9 años— de Ciencias Sociales, con Formación Etica y Ciudadana y Tecnología, de Editorial Kapeluz, en lo referente a Ética y Valores, se lee el siguiente título: "El cuidado del ambiente, una responsabilidad compartida"; y como trabajo grupal (grupos de 3/4 integrantes) se propone: "¿Qué actividades humanas pueden comprometer la existencia de recursos naturales para las generaciones futuras? ¿Por qué creen que los seres humanos a veces explotan descuidadamente un recurso natural?", y, "Averigüen en alguna Enciclopedia qué es la Pachamama".
En la página 64 se menciona que "en 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el día mundial del agua. Su propósito es promover entre la gente la conciencia de la importante contribución que representa el aprovechamiento de los recursos hídricos para el bienestar de las personas, así como lograr su protección y conservación ". Luego aporta información acerca de las reservas de agua y de los problemas derivados de su escasez y las posibilidades de utilización, tomando como fuente la Organización Mundial de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas.
Más adelante, agrega: "existen lugares en la tierra donde se encuentran importantes reservas de agua dulce, como los hielos continentales y el continente antartico. Este continente se encuentra a mil kilómetros de la República Argentina. Hoy en día se plantea una polémica entre científicos, empresarios y funcionarios de diversos gobiernos sobre la actividad que desempeñan los seres humanos para la explotación de los recursos naturales que encierra este continente".
Se pide entonces a los alumnos qué "intercambien opiniones como si fueran representantes de diferentes países en una conferencia, partiendo de la siguiente pregunta: ¿es necesario preservar la Antártida de la acción humana o hay que brindar a la humanidad la oportunidad de explotar sus recursos?", basándose en la información de que "los geólogos sostienen que en este continente hay numerosos depósitos de minerales". Agrégase al fin: "para reflexionar sobre la importancia de acuerdo entre las naciones. ¿Consideran importante que el tema del ambiente sea tratado por un organismo internacional? ¿Por qué?".
No está claro cómo los niños de nueve años, tan sólo en posesión de esa información puedan intercambiar opiniones como si "fueran representantes de otros países".
Tampoco es claro el dato de que "el Continente Antartico se encuentra a mil kilómetros de la República Argentina", es decir, como si fuera algo remoto y ajeno; y no se aclara que existe un sector argentino en ese continente, cuya superficie equipara la del resto del país. Tampoco se explica claramente de qué se trata esa abstracción llamada Humanidad.
Por cierto que no se menciona tampoco qué es el Club de Roma, nexo entre Bilderberg y la Comisión Trilateral, el que con más firmeza respalda la teoría de los "grandes espacios vacíos" —Australia, Amazonia, Patagonia— que deben ser explotados para "beneficio de ¡a humanidad"; en concreto, para beneficio de las Corporaciones Transnacionales. Por eso la insistencia en crear la noción de que las soberanías nacionales son inexistentes.
Este Manual de 167 páginas, dedica catorce de ellas a exaltar las culturas indígenas, y se encuentran dispersas alusiones a éstas, como por ejemplo la leyenda de Coquena, dueño de las manadas de guanacos, quien autoriza su caza cuando las águilas vuelan en círculos. Curiosamente, el Dr. Hiroshi Nakajima, Director General de la Organización Mundial de la Salud, con respecto al Nuevo Paradigma de la Salud, aprobado en el año 1992, manifestó que "las éticas monoteístas no podrán ser aplicadas en el futuro". Pero por lo visto el monoteísmo perjudicial es el del Dios verdadero, no el de las divinidades paganas.
En esa reunión —convocada por las Naciones Unidas también en 1992—, la "Cumbre de la Tierra" (ECO'92) se reafirmó por parte de los países desarrollados una política global de "control de la natalidad", y el sentar las bases para dar "legalidad y coherencia a posibles intervenciones del poder internacional en países concretos", "por el bien de la humanidad", para "salvar el planeta", "asegurar la calidad de vida", o "preservar los recursos naturales para las generaciones futuras".
Durante la misma, Lawrence Summers —funcionario del Banco Mundial y luego Subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos-— propuso como "económicamente lógico que las industrias contaminantes emigren al hemisferio sur, porque allí pagarían menos impuestos por la contaminación", y porque, en cuanto a las víctimas de la polución, "los años de vida o esperanza de vida de un inglés valen más que las de cientos de indios" (cfr. el libro del Padre Juan C. Sanahuja: "El desarrollo sustentable"). El ambientalismo e indigenismo desaparecen, pues, cuando las Transnacionales olfatean dólares en, el aire.
¿Qué pasa en Estados Unidos? Alan B. Jones, en "Cómo funciona realmente el mundo", relata que Norman Dodd, Director de una investigación de la Cámara de Representantes sobre las Fundaciones Libres de Impuestos en 1945, se sorprendió al encontrar en las minutas de 1911 de la Fundación Carnegie para la Paz Mundial, la conclusión de que para cambiar el estilo de vida de un pueblo el método más eficaz es la guerra, y que finalizada ésta, lo mejor para evitar el regreso al estilo de vida anterior a 1914 era controlar la educación, particularmente la historia, así que junto con la Fundación Rockefeller (FR) y con becas de la Fundación Guggenheim formaron su propio cuerpo de historiadores.
¿Objetivo?: lograr un gobierno regional angloamericano. Luego, en 1953 Dodd se reunió con Rowan Gaither, presidente de la FR, quien le comentó que por directivas de la Casa Blanca debían modificar el estilo de vida de Estados Unidos para lograr una buena fusión con la Unión Soviética.
¿Objetivo?: lograr el cambio hacia el Internacionalismo.
¿Objetivo?: que unos pocos se queden con las riquezas de todo el mundo. Cuide lo que sus hijos ven en televisión, pero mucho más lo que le inculcan en la escuela.



22 de Noviembre de 2011

Publicado en Revista Cabildo N°12
Noviembre-Diciembre 2000
Duhalde tiene razón
Por Eduardo Viale

El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires y fracasado candidato presidencial acaba de producir uno de los pocos aciertos de su vida pública. En tono enérgico pero impotente (y un tanto soez) calificó con escatológico adjetivo a la clase dirigente en la que, con realista humildad, se incluyó. Se trató de una reacción tardía e inútil pero no por eso menos valiosa en cuanto se parece a la del niño que denunció que el rey estaba desnudo. Por supuesto que se empezaron a disparar respuestas en contra y denuestos varios, desde Alfonsín —que es casi un símbolo de la calidad de la casta tan correctamente descripta por el fallido presidente— hasta personajes menores como la mediática diputada de los "abuelos" América González, irritados por el sayo arrojado que no podían dejar de ponerse.
En efecto, una y de las principales causas de la decadencia argentina e, incluso, de su más o menos próxima disolución como organismo histórico es su clase dirigente o la falta de ella. Porque en nuestro país dirigir no es servir sino servirse, es aprovecharse, es gozar del poder y no utilizarlo para el bien común Y esto lo saben —a veces por haberlo practicado, otras por haberlo visto— todos los hombres y mujeres de primera, segunda y tercera línea de la partidocracia, de sus allegados y afines, y es tramposo negarlo y asombrarse de que alguien, aun del mismo palo y ciertamente sin los mejores antecedentes para hacerlo, venga a denunciar lo que toda la sociedad sabe, sufre y dice. Como afirmaban los antiguos, lo evidente no necesita ni admite prueba porque de tener necesidad de acreditar lo que se ve, se palpa, se conoce día a día, se caería en una dialéctica que sólo favorecería a los propios transgresores. Por eso son tan ridículos como patéticos esos pudores de vestales de cabaret que se escandalizan y ofenden porque alguien les dice que han nacido y prosperado en un clima prostibulario donde todo se merca a condición de callarlo.
Sin embargo si se insiste en pedir pruebas —que, como decimos, son innecesarias— podemos dar datos o, mejor, signos y síntomas que sorprenderán a algunos demasiado acostumbrados ya a estas reglas de juego mafiosas, según las cuales todo vale siempre que no se altere el sistema de complicidad y complacencia en el que y del que el estamento que dirige (o sea, que manda) vive. Así, por ejemplo, un gobernante espantoso como Raúl Ricardo Alfonsín, que huyó dejando a la nación en llamas, sigue al frente del partido gobernante: nunca se lo pudieron sacar de encima y, probablemente, nadie quiso hacerlo. Carlos Saúl Menem, por su parte, ocultó cuidadosamente su programa salvaje de privatizaciones y sus contactos con la clase plutocrática que habría de beneficiarse con esas privatizaciones. Por supuesto que el actual De la Rúa —que según las últimas investigaciones paleontológicas, existe— no sólo ocultó sino que negó que fuera a rebajar los sueldos de sus subditos y a aumentar los impuestos que fueron, justamente, sus dos primeras operaciones apenas llegado al gobierno. La izquierda se dividió en cuidadosa escisión pasando las de mejor letra a ocupar cargos de la más alta responsabilidad aunque alguno, como Álvarez, se asustó ante la hecatombe que se vio venir y se refugió en el futuro con gesto de astuta resignación.
No descuidemos tampoco a esos falsos apóstoles de la ética a rabiar, incapaces de investigar los más escandalosos intercambios de favores en el Senado ni ningún otro tipo de tropelía y de hedonismo delictivo.
En cuanto a la izquierda armada, desarmada y posarmada, se distribuyó según razones estratégicas y motivaciones temperamentales y así unos se dedican a cortar rutas y a apalear y matar policías, otros a negociar en su nombre y otros a discutir en nombre del orden. En este afán de ocupar puestos nada los detiene ni su pasado —como el de la ex montonera Mida Garre, ahora encargada de proporcionarnos seguridad— ni su ineptitud, como la ministra Bullrich ahora —cosas del destino y de los vericuetos de la ambición humana— enfrentada con los que ayer y antes de ayer decía defender a grito pelado y puño crispado. Todo eso quedó atrás pero ¿quedó atrás? ¿Quién o qué lo asegura si no hay pruebas de arre-pentimiento, excepto la adopción brusca de las posiciones ultraliberales hasta hace tan poco tiempo combatidas? Luego están los plásticos dirigentes sindicales dispuestos a soportarlo todo menos la quita de sus prebendas, pertinaces turistas que gustan incursionar en zonas lo más alejadas posible de los barrios de sus representados.
Y luego están los economistas y empresarios —quien a nivel académico, quien a nivel táctico— que se encargaron —y lo continuarán haciendo— de destrozar la capacidad productiva nacional con el apoyo de liberales e izquierdistas. Y los que crearon y acumularon una deuda externa asfixiante y usuraria instándonos, mediante argumentos técnicos y/o éticos, a que la paguemos al precio que sea. Y los privatizadores a mansalva, porque este proceso de desguace al Estado fue llevado a cabo por una clase dirigente que es lo que Duhalde dice que es. Un estamento múltiple en sus ambiciones pero unificado en torno al mal que hace y al bien que evita y que nos ha llevado a la actual situación sin salida ¿cómo puede ser calificado sino así y, si lo hubiera, con un adjetivo más duro?
¿Qué decir, además, de una parti-docracia que primero aceptó a la subversión sin "entenderla demasiado, luego se plegó a la represión y terminó por proteger y aun por legitimar a aquélla, dejándose infiltrar hasta convertirse en su refugio legitimante? Razón tenía el experimentado Guy Sorman cuando escribió en el diario, en ese entonces todavía de los Mitre, que la gente hace política para hacer negocios. Pero esta constante de la humana debilidad se da como en ninguna parte y en su más pertinaz lozanía entre nosotros, protagonizada y actualizada hasta sus extremos más repugnantes por las varias clases dirigentes que se confabulan para extraer, mediante el ejercicio de una democracia amoral, la última gota de sangre, la postrer molécula de energía de esta pobre sociedad. Sobre la cual su dirigencia —en definitiva, no elegida orgánicamente por nadie y de ahí su rasgo más notorio luego de su corrupción e ineptitud que es su irrepresentatividad— no actúa como su escudo sino como su lápida.»
Eduardo Víale





8 de noviembre de 2011
Guerra semántica
D’ELÍA Y LOS PAISANOS


En varias ocasiones el cebado piquetero kirchnerista ha manifestado su hostilidad hacia el sionismo, provocando sucesivos deshilachamientos de vestiduras “en las vigilias de la judería”, como decía Borges.
Pero como es un blanquito políticamente correcto, y agalludo sólo cuando se encuentra en patota estatalmente subsidiada, apenas arrecian los reproches, el hombre se ocupa de aclarar que el sionismo es la extrema derecha y que, ¡válgame Odín!, por eso nomás lo cuestiona. Y si lo apuran un poco, este especialista en metalenguaje —como alguna vez se definió— acaba asociando esa extrema derecha con “la Dictadura”, por lo que toda agresión queda blanqueada, sin riesgos para su pellejo.
Cuando estalló el escándalo Schoklender, a Luisito se le ocurrió decir que el imputado y sus socios “son todos paisanos”, por lo que no habría que descartar que detrás de “estas maniobras de desprestigio” del Gobierno estuviese el Mossad, “porque no se puede hacer tanto daño gratuitamente”.
Pero en la lógica Deliana —o Delano, para respetar la diversidad de géneros— la acusación debía remitir a una instancia aún superior, cuyas connotaciones políticas fueran de tal negritud (con perdón) que ninguna duda quedara sobre la naturaleza del malvado plan conspirativo.
Entonces sacó de su sorprendente archivo este dato mágico: los muchachos Schoklender son “hijos de un hombre traficante de armas vinculado a la Dictadura. Se dice que trabajaba para Massera” (cfr. “Urgente 24”, del 23-24 de junio de 2011).
El resultado del primoroso argumento es impactante. La culpa de todo la tiene un padre descuartizado por sus hijos, quienes seguramente obraron de este modo como parte de su militancia contra el Proceso; por lo que se entiende que las Madres los hayan adoptado como hijos y los Kirchner convalidado en sus puestos de recaudadores. Descarriados los muchachos —ahora que afectan a Cristina, no otrora cuando serrucharon a sus progenitores— si vamos a sospechar del Mossad, aclaremos los tantos.
Llamado a dar explicaciones ante la justicia —porque nunca falta un aplazado en lógica o en metalenguaje— D’Elía tranquilizó a todos explicándoles doctamente, según su natural talante, que “paisano es una palabra que tiene una connotación cariñosa y afectiva” y por eso no fue dicha “con intención de discriminar” (cfr.: http://www.eldia.com.ar/noti_actual_base.aspx? idnoticia=126490&voto=si&link= http://www.eldia.com. ar/edis/2011711/2011 0711151 312.htm).
De lo que viene a resultar lo que todos ya sabíamos; que el buen Luis tiene “cariño y afecto” por los Schoklender —por eso lo de paisanos— y que su ataque al sionismo sólo admite una lectura posible, la de su lucha contra la sanguinaria Dictadura. ¿Cómo no se entiende el relato? ¿Tan poco han aprendido los argentinos de los filósofos de Epístola Chiusa?
Por el momento le diremos tres cosas a Luis. La primera que su incongruencia mide más que su abdomen tras ingesta dominguera. Porque en ninguna testa congrua puede caber que se está en contra del sionismo y se trabaja a la vez, con la docilidad de un felpudo, para Elizabeth Wilhelm y los innúmeros Timerman, Filmus, Spolsky, Heller, Verbistky, Feinmann o Gvirtz que la secundan. ¿Estos “pibes” no son “paisanos”, gordo? Los múltiples, visibles y explícitos actos de vasallaje y alineamiento de los Kirchner con el Estado de Israel y los lobbies judíos, o el connubio Alperovich-Mossad consumado a la luz del día, ¿no tienen nada que ver con el sionismo? ¿Los encuentros cristínicos del tercer tipo con las cabezas del Congreso Mundial Judío, del Comité Judío Estadounidense o de la B’nai B’rith, tampoco?
Lo segundo que deseamos decirle al Chomsky matancero, es que su capacidad para el arrugue no tiene límites ni pudores. Porque no es cierto que la palabra “paisano” aplicada a los judíos, tenga forzosamente una acepción “cariñosa y afectiva”. Por el contrario, es una de esas figuras retóricas populares que se suelen aplicar por contraste, como decirles “ñatos” a los narigones o “lungos” a los bajitos.
El pueblo llano, sin necesidad de leer las fuentes hebreas en las que se desaconseja y hasta se castiga la asimilación con las patrias cristianas en las que los judíos se aposentan e invaden, dio en llamarlos sarcásticamente paisanos como un modo de fustigar su radical extranjería, y su obstinado rechazo a toda asimilación desinteresada y genuina.
Ese pueblo llano, no leyó las confesiones hechas al respecto por Bernardo Lazare, Jacobo Klotzkin, Isher Guinsburg o Itzhak Korn, pero seguramente lo escuchó a Ariel Sharon, Ministro de Defensa del Estado de Israel durante la contienda de Malvinas, llamando a los judíos británicos y argentinos a no combatir “en una guerra que no es la suya”, agregando que a dichos combatientes “los necesita Israel para afirmar su existencia” (cfr. “La Nación”, 24 de mayo de 1982, pág. 3).
El mismo pueblo llano que presenció la emigración de cantidades de judíos, cuando la crisis social y económica de los años 2001-2002. Se fueron manifestando insolentemente su categórico desarraigo, alistándose muchos de ellos en el ejército israelí (cfr.: ambitoweb.com, n0 1144, 18 de diciembre de 2003).
No, D’Elía. No hagas trampas lexicológicas para zafar. La palabra paisano tiene una añeja connotación despectiva. O te hacés cargo ante los Tribunales, o te dejás de hacer el macho. Para criticar al sionismo, en este país enteramente sojuzgado por él, hay que tener algo más que una banda de rufianes adictos.
Por último, Luisillo todavía no aprendió que bajo la tiranía semántica desatada por sus bienamados Kirchner, las palabras no significan lo que los diccionarios enseñan o el ethos social impone, sino lo que determinen los filósofos del tocador que, siguiendo las instrucciones del Marques de Sade, Cristina ha armado cerca suyo, con buenas rentas de las arcas oficiales.
Uno de esos “filósofos” del boudoir cristínico, por ejemplo, ha prohibido repetir la palabra asco lanzada por Fito Páez contra los macristas, porque es un término nazi. Tal cual. El imperativo filológico cundió tanto, que hasta un tipo como Lanata, que es crítico del Gobierno, lo repitió dócilmente en cámara frente a Majul, la noche del 31 de julio.
No importa que Marx, Engels, Lenin y Trostky, hayan descalificado sistemáticamente a burgueses y capitalistas y hasta a disidentes de la misma izquierda con la susodicha palabra.
No importa que sea un epíteto común entre personajes de infinitas procedencias. Tampoco importa que aparezca muchas veces en la Sagrada Escritura, como cuando en el Libro de Oseas (8, 4-7) se condena a quienes se inclinan ante el becerro de oro.
No; como según los muchachos de Epístola Chiusa la palabra es “nazi”, ninguno de ellos debe usarla. Advertencia que se extiende a todo demócrata de pro, y a todo estúpido del PRO.
El 9 de marzo del año pasado —y es otro ejemplo— como la Corte Suprema le pidiera “mesura” a Cristina, ésta le respondió sosteniendo muy seriamente que le resultaba inadmisible acatar tal pedido, porque la palabra rimaba con censura. Créase o no, lo usó como argumento.
Pero cuando en estos días, exactamente la misma fuente usó la palabra mesura para referirse al tratamiento del caso Zaffaroni, la presidenta no se sintió perturbada por ninguna similicadencia. Misterios de la guerra semántica.
Por suerte, para calificar lo que nos causan D’Elía, sus mandantes y socios, el buen diccionario tiene previstas otras expresiones menos nacionalsocialistas: grima, arcada, basca, vahído y vómito.
Antonio Caponnetto




2 de Noviembre de 2011
Recurrí en esta ocación a una revista por muy pocos quizás conocida. MEMORIA, así se llamaba, utilizando como lema de combate aquellas palabras del gran nacionalista, maestro y martir de la guerra "setentista" Jordán Bruno Genta, "RECORDAR ES UN DEBER, OLVIDAR ES UNA CULPA". Las ejemplares palabras del hoy director de Cabildo, Antonio Caponnetto parecian entonces, como formulando una advertencia de lo que se soportaría tras la aprobación de una "reforma contitucional". Las citas que desde aquí se leerán, parecerían "moderadas" comparadas a los acontecimientos soportados. Es mas que entendible que esa basura llamados "constituyentes" llamense socialistas, radicales, peronistas o nombre que les plazca festejarían como logros esa serie de "ordenanzas" impuestas por los poderosos de la tierra, que además les otorgaría permiso para uso a sus bolsillos, de los beneficios de todo argentino trabajador y bien nacido. Aprobando esas leyes, solo se dió "rienda suelta" al ataque a Dios, la Patria y la Familia.    

Editorial de la Revista Memoria N° 6
"RECORDAR ES UN DEBER, OLVIDAR ES UNA CULPA"
Jordán Bruno Genta
Mes de Septiembre de 1994

Finalmente, y merced a un pacto inicuo del que todos fueron socios, la Convención suprimió del texto constitucional los últimos y desdibujados vestigios legales que quedaban de pública catolicidad nacional. Pudo hacerse por varias razones, entre otras, por la desgarradora claudicación de unos pastores y de una grey a quienes ya nada dice la doctrina de la Realeza Social de Jesucristo. Consideradas anacrónicas o insuficientes, y ésto último con acierto, aquellas disposiciones jurídicas, que recordaban siquiera imperfectamente nuestro origen y nuestro ser religioso, fueron abolidas sin sobresaltos. Como si destronar a Cristo resultase lo mismo que acortar el mandato presidencial o alterar los mecanismos electorales.
Pero a semejante atonía —inconcebible en otros tiempos y en este pueblo— se ha llegado por un camino que minó perversamente el secularismo y el pluralismo. De modo tal que el dios del que hoy aún puede hablarse en el lenguaje oficial y corriente, es apenas una mención en las paródicas celebraciones ecuménicas organizadas por el gobierno, o una energía cósmica para que se abracen budistas, deicidas, acuarianos o bautizados.
Nos hemos acostumbrado a cederlo todo, a regalar mansamente al Dios Vivo y Verdadero. Pero Arafat pone en vereda a un viejo patán que se insolenta contra Alá, y los judíos responden a la hospitalidad vaticana recitando delante del mismo Santo Padre el Kol Nidre; esto es, la antigua ley de revocación a la que marranos y jazares recurrían ritualmente para sustraerse de los compromisos de lealtad. Cuando se apuesta al ecumenismo sin límites, la única perjudicada es la Fe Verdadera. El nombre de Dios ha sido pues tomado en vano.
No siguió mejor suerte la soberanía nacional. Con la incorporación de nueve pactos internacionales —algunos tan fuliginosos como los que penan la discriminación, y otros tan tendenciosos como los que garantizan los derechos humanos— la Argentina queda sometida y vigilada de continúo por los tribunales del Nuevo Orden, que le imponen sin tregua sus ritmos humillantes de amo severo e inflexible. Y con el reconocimiento de las nacionalidades indígenas, la nación real queda potencialmente desgajada en etnías, dialectos y territorios diversos.
Tampoco se ha llegado porque sí a tamaña defección. Es el fruto decantado del resentimiento socialdemócrata que menosprecia el señorío de los Estados, la existencia de las Fuerzas Armadas y la custodia del patrimonio, y termina convirtiéndonos en apéndice móvil de los planes mundialistas y en blanco fijo de la represalias terroristas.
No querían ejércitos, pero aceptan que un general israelí ocupe la ciudad y subordine a las armas locales. No querían servicios, pero les abren de par en par las puertas al "Mossad"; no querían guerra sucia, pero han callado cuando la proclamó Yosi Sarid para vengar la explosión de la AMIA. No querían hipótesis de conflicto y se han comprometido servil e irresponsablemente a secundar todas las maniobras bélicas de los Estados Unidos.
De nada sirve una anodina referencia a nuestros derechos sobre Malvinas. Inglaterra contestó beligerantemente y la única réplica del Canciller fue comentar, de paso, que el hecho suscitaba "un gesto de desagrado" a nuestra diplomacia. Por mucho menos de eso, cuando gobernaban varones, la Patria mandó alistar a sus cuadros combativos.
Con el nombre de Dios tomado en vano y la soberanía escarnecida, no podía esperarse que se defendiera a la familia.
La resolución final sobre el aborto fue una de las burlas más trágicas ejecutada prolijamente por el poder político y sus convencionales constituyentes. Y así, después de tantas pías declamaciones presidenciales para blanquear imágenes y comprar conciencias eclesiales, se aprobó una mera cláusula asistencial de la mujer encinta que deja libre la posibilidad de cualquier interpretación capciosa. No es casual que los abortistas se anotaran el punto como un empate. La verdad del hogar no ha salido victoriosa.
Y mientras esto ocurría, una nueva e infame ofensiva de los homosexuales presionaba para que nuestro país reconocieran sus "prerrogativas" en las Naciones-Unidas, sin que desde la Cancillería se rechazase contundentemente la versión según la cual se suscribía el otorgamiento de "status" consultivo aún a una entidad destinada expresamente a la corrupción de menores. Aquellos que muy ufanos decidieron inconsultamente declararnos a todos "israelitas", bien podrían recordar el final de Sodoma. Pero el pansemitismo imperante no está dispuesto a abarcar este rubro.
Por modestas que sean estas páginas, quede desde ellas denunciada ante nuestro tiempo esta triple e imperdonable ofensa que se ha consumado impunemente, ratificada en inequívoca tenida con la ceremonia final en el palacio de Urquiza. Todo un símbolo. El nuevo "estatuto del coloniaje" ya está consumado.
Y quede todavía esta, reiteración altiva:
Hay un solo Dios. Uno y Trino, Padre Todopoderoso, Creador de Cielo y Tierra, de todo lo visible e invisible, como dice el Símbolo de Nicea. Y un solo Señor Jesucristo, que por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre. Rey de los hombres y Rey de los pueblos. No se deja burlar.
Hay una sola Patria, Argentina. La que nació como una rama fértil del árbol de la Cristiandad, hija de la Fe que la Hispanidad encarnó virilmente, y por la cual nos incorporó con gloria a la Historia Universal. No se deja vencer.
Hay un solo Hogar. El que conforman sacramentalmente un varón y una mujer, para amarse hasta la muerte y henchir la tierra con la alegría limpia de los hijos y los descendientes. No se deja adulterar.
Por ellos nuestra lucha. Por ellos nuestra memoria y nuestro empeño. Y este sacar fuerzas de flaquezas hasta reconquistar lo que nos han quitado.
Una vez más y como siempre: por Dios, por la Patria y el Hogar.
Antonio Caponnetto


 
 
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